—¡Te voy a extrañar, princesita! —la voz nostálgica de papá sonó al otro lado de la línea—. Recuerda que tu mamá y yo siempre vamos a amarte aunque no estemos presentes.
Cualquier adolescente en su sano juicio estaría brincando de emoción por quedarse sola, y eso es justo lo que estaría haciendo ahora si no fuera porque mis padres me insistieron en ir a un campamento durante todo el verano en vísperas de su ausencia por asuntos de negocios.
—Riley —escuché a mi madre decir mi nombre mientras le arrebataba el celular a papá—, ¿cogiste el repelente para mosquitos y el protector solar? ¡No quiero verte ni un poquito más bronceada cuando vuelva!
—Que sí, mamá. —protesté sabiendo que era la quinta vez que me decía lo mismo.
—¡No quiero que hagas cosas extrañas ni te escapes con chicos en las noches mientras estás en el campamento! —habló mamá con tono autoritario.
—¡En el caso de que lo hagas recuerda usar condón! —recordó papá.
—Que sí, no haré nada raro. —para qué mentir, era más que obvio que lo haría, pero bueno, una mentirita blanca no haría daño, ellos no tienen por qué saberlo.
—Bueno, bueno, vamos a colgar Riley. El vuelo ya está aquí y tú debes irte rápido a la parada del bus o perderás el viaje. —anunció mamá.
—Sí, ya iba de salida.
—¡Te queremos! —gritaron ambos a la vez—. ¡Y nada de Nutella! —chilló mamá justo antes de colgar.
Ja, la veo muy mal si cree que no habrá nada de Nutella en estas vacaciones.
Suspiré aturdida. Este sería un verano demasiado largo.
Miré a mi alrededor chequeando de que todo estuviera en su lugar. Revisé la lista de cosas que debería tener en la maleta y una vez noté que todo estaba adentro, la cerré con muchos ánimos. Lo más trabajoso fue bajar la maleta por las escaleras y una vez estuvo abajo me dediqué a darle un repaso a la casa procurando que todo estuviera bien cerrado y sin probabilidades de que algún ladrón muerto de hambre entrara a casa.
Rebusqué en mi bolso de mano lo que se supone que debería estar dentro: las llaves, mis airpods, mi celular, chicles, galletas dulces, gel antibacterial y un poco de perfume. Todo listo. Solo faltaba una cosa, la Nutella. Abrí la nevera, agarré el pote y lo guardé junto a una cuchara para poder comer.
Salí de casa arrastrando la maleta con aburrimiento, cerré la puerta con seguro y emprendí camino hasta la parada del bus. Miré la hora en mi reloj y claramente si no me apresuraba perdería el transporte, aunque claramente eso era lo que quería ¿no? Bueno, no sé.
Caminé un poco más rápido y por aburrimiento —o ansiedad— empecé a mascar chicle procurando que de esa manera el camino se hiciera más corto.
Pude divisar la parada a unos cuantos metros de mí y perfectamente vi a la bola de inútiles que se montarían conmigo mientras transcurría mi estancia en el campamento.
Enseguida capté un movimiento típico de mi mejor amiga, Harper: dar brinquitos como loca escapada de manicomio por culpa de la emoción.
—¡Al fin llegas! —gritó Harper emocionada.
—Sí, por desgracia. —murmuré desganada.
—Oh, vamos. No seas tan aguafiestas. —protestó Harper—. ¡Mira el lado positivo, habrán chicos guapos! —canturreó subiendo y bajando ambas cejas con una expresión traviesa.
—Boba. —reí.
Llegué hasta el lado del conductor que se encargaba de guardar las maletas una por una con cara de aburrimiento y sudor en su frente. Una vez que mi maleta y la de Harper estuvieron guardadas nos subimos al interior del bus donde el aire acondicionado chocó con nuestros cuerpos.
Divisé dos asientos vacíos y con rapidez empujé a un chico que iba frente a mí para poder apoderarme de ambos puestos. Harper llegó detrás de mí entre risas sentándose de un tirón en el asiento.
—¡Serán unas vacaciones alucinantes! —aseguró.
—Aja. —dije casi ignorándola.
Los gritos de mis compañeros hacían que me doliera la cabeza y el hecho de que aún no emprendiéramos camino a nuestro destino me torturaba. Sin opción aparente saqué de mi bolsa los airpods y mi celular para escuchar algo de música durante todo el trayecto.
Harper leía una historieta manga como si fuera lo más emocionante del mundo a la vez que escuchaba música por sus cascos en forma de gato.
—¡Atención chicos, el bus va a arrancar en unos minutos así que les pido por favor que se mantengan sentados! —anunció el conductor.
El bus finalmente arrancó y solo supe que me esperaba un largo viaje. Dejé reposar mi cabeza sobre el cristal de la ventana cerrando los ojos lentamente hasta que en algún punto me quedé dormida.
Di un respingo cuando escuché una alarma sonar, miré a mi alrededor perdida y solo vi una cosa. Mi habitación. Demonios, me había quedado dormida.
Miré mi celular y abrí los ojos como platos al ver la hora, mierda, era tarde. Salí de la cama de un brinco y entré al baño corriendo para ducharme y cambiarme con la ropa que había preparado la noche anterior. Salí dando brincos mientras intentaba deslizar mi pierna por el otro agujero del pantalón. Bajé las escaleras como un relámpago junto a mi maleta, la cual casi rodó desde la punta hasta el final.
Salí de la casa corriendo directamente hasta la parada del bus y faltando solo unos pocos metros este arrancó dejándome atrás.
—¡Esperen! —grité jadeante.
Y obviamente no se detuvieron, el bus siguió su rumbo ignorándome. Paré de correr y dejé caer mis manos sobre mis rodillas en un intento de recuperar el aire. Subí la cabeza viendo cómo se alejaba a gran velocidad hasta que finalmente lo perdí entre la carretera.
Maldito bus. ¡Maldito inicio de vacaciones! ¡Maldito chico rubio que me mira sin ningún sentido!
Espera, eso no estaba en lo que iba a decir.
Me quedé fija mirándolo con el ceño fruncido. Traía un porte sombrío, botas de cuero oscuras y ropa negra ancha, sus manos estaban guardadas en los bolsillos de su pantalón. Su cuerpo era delgado con los músculos de sus brazos bien trabajados, su altura demandaba impotencia y su mirada tan tajante intimidaba.
Comenzó a reírse, fruncí más el ceño esta vez molesta. ¿Se estaba riendo de mí? Miré a mi alrededor buscando a alguien más y claramente no había nadie, por ende se estaba riendo de mí, en mi propia cara con sus ojos clavados sobre mi cuerpo.
—¿Qué? —casi grité—. ¿¡Acaso nunca has visto a alguien perder el bus!? —alcé ambas manos aclarando que no me daba ni pizca de gracia sus carcajadas.
Aunque, honestamente, hubiera preferido no abrir la boca y haber optado por irme, pero no, mi retraso mental hizo que actuara y luego pensara. El muy imbécil dejó de reírse, dejando un pequeño rastro de una sonrisa ladeada en su rostro y entonces sus piernas se movieron en grandes zancadas hacia mi dirección.
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Monster. - [Completa✓]
Mystery / ThrillerLo que parece el inicio de unas supuestas "aburridas vacaciones" en un campamento de verano, Riley se ve envuelta en un incidente inesperado que cambiaría el rumbo de sus vacaciones. En su "accidente", se cruza con un enigmático chico oscuro que hab...