Capítulo 2.

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Abrí los ojos como un búho al verlo caminar tranquilamente sin saber que su aura daba miedo.

Patitas a correr.

Tomé mi maleta corriendo como atleta que necesita ganar la carrera mientras me alejaba de él. La incertidumbre de si me perseguía o no era como un peso que cargaba mi espalda por lo que obligándome a mí misma giré mi rostro por encima de mi hombro viendo como caminaba lentamente hacia mi dirección sin importarle que yo corriera, me miraba como si supiera hacia dónde iba o de dónde venía.

Cazador y presa, era la única forma en la que yo podía describir esta situación.

Como una imbécil doble sin darme cuenta que entré a un callejón —típico de las películas de terror— y obviamente para hacerlo más interesante había un retrasado mental que al parecer no sabía qué hacer con su vida y se dedicaba a robar a chicas inocentes, y el mejor ejemplo lo tenía justo delante de mí.

Un hombre con un calcetín en la cabeza que le cubría todo mejor los ojos y la nariz apuntaba con un cuchillo a una chica morena para robarle el bolso. Inmediatamente ambos me miraron y solo pude ver con claridad el destello de maldad que surgió en sus ojos al verme, su vista recorrió hasta chocar con mi maleta cosa que me hizo tragar grueso y quererme voltear para correr pero por desgracia mis piernas dejaron de funcionar en ese momento.

Soltó a la chica dándole un empujón para que cayera de nalgas al suelo a la vez que se giraba en redondo para acercarse a mí. Dio un paso y luego otro mientras las alarmas de mi cabeza sonaban pero me era inevitable moverme como si mis pies de alguna manera estuvieran pegados al suelo.

—Esto será rápido. —dijo el hombre calcetín con una voz gruesa—. Dame tus cosas y no saldrás herida.

Oh claro, "dame tus cosas y no saldrás herida", —quiero aclarar de que repetí eso con voz de ironía— Claro, no saldré herida. Obvio que si saldré herida, he visto demasiadas películas sobre esto como para saber que aunque le de mis cosas la apuñalada va porque va.

Siguió acercándose y mi cuerpo se tensaba aún más hasta que en un punto no muy lejos de mí se detuvo, sus ojos no me miraban a mí sino detrás de mí. Ja, no iba a caer en ese viejo truco, solo era una distracción o eso creía hasta que una mano se posó en mi hombro y dejé de respirar al instante.

Me atreví lentamente a mirar por encima de mi hombro viendo aquella figura que me tocaba, el chico que estaba frente a la parada burlándose de mí.

—Ni se te ocurra —lo escuché decir—, yo la vi primero.

Las alarmas volvieron a sonar más fuertes, ¿verme primero? Ay no, este va a secuestrarme, violarme y dejarme embarazada para luego desaparecer y entonces reaparecer cinco años después como mi jefe y entonces se volverá el típico cliché de jefe por secretaria dónde el jefe no sabe que tiene un hijo con ella y ambos se odian y... y... vale, debo dejar de sobrepensar.

—¡Ey! No me importa quien la vio, aléjate de ella o...

—O qué. —el chico de mis espaldas se separó de mí dando dos pasos largos al frente con las manos en sus bolsillos.

La chica morena salió corriendo enseguida, buena esa, debería hacerlo yo también.

El chico que ahora se encontraba frente a mí me observó por encima de su hombro con una mirada no muy agradable.

—Sal de aquí. —ordenó.

Y yo claramente le hice caso, corrí como si de una persecución se tratase terminado en poco tiempo en la puerta de mi casa.

Decidí darme un respiro colgando una de mis manos en el marco de la puerta y por un breve segundo apareció en mi cabeza la preocupación de si aquel chico estaba bien.

Sacudí la cabeza ignorando ese pensamiento, él se había burlado de mí está mañana así que que se las arregle solo. Saqué las llaves de la cartera y abrí la puerta de la casa, entré la maleta y la dejé a un lado para luego cerrar la puerta de la casa.

Bueno, estas serán unas vacaciones interesantemente aburridas.

Subí las escaleras lanzándome sobre mi cama dando un largo y profundo suspiro. Abrí los ojos un segundo para agarrar el pote de Nutella que aún descansaba en mi bolso, me reacomodé en la cama lista para saborear cuando escuché un golpe proveniente de la parte de abajo.

Fruncí el ceño quedándome quieta tratando de agudizar mi oído y saber si fue ilusión mía o no.

Silencio.

Dos minutos de silencio absoluto hicieron que diera por zanjado el ruido y tomarlo como si fuera producto de mi imaginación. Me llevé una cucharada enorme a la boca justo antes de volver a escuchar golpes más seguidos.

Irritada me levanté de la cama bajando las escaleras presenciando de que los golpes venían de la puerta principal.

Increíble.

Bueno, regla número uno: nunca abrirle la puerta a nadie, pero juro que esos golpes me molestaban como nunca creí que me llegaría a molestar algo. Así que sin pensarlo dos veces abrí la puerta solo para encontrarme al mismo chico de esta mañana.

Cerré la puerta inmediatamente y me aferré a ella desde mi espalda procesando lo que acababa de ver. ¿Cómo descubrió en dónde vivía? Sonaron dos toques más que me pusieron la piel de gallina, intenté separarme con suavidad de la puerta dando tres pasos hacia atrás para alejarme cuando provocó estrago en mi interior.

—Riley, por favor abre la puerta.

Mierda, cómo demonios sabía cómo me llamaba. Esto era un Acoso be like.

—Aquí no vive ninguna Riley. —mentí.

—No mientas. —habló—. Te llamas Riley, tienes 18 años, tus padres ahora mismo están de viaje, tu mejor amiga se llama Harper y antiguamente vivías en New York.

Mierda elevada al cuadrado, ¿cómo demonios sabía eso?

—No sé quién eres maldito acosador pero vete de la puerta de mi casa ahora mismo o sino...

—Soy Mason. —me cortó.

Abrí los ojos al escuchar el nombre, ¿Mason? Eso, eso era imposible. No, él no podía ser Mason, jamás.

Mason, ese Mason estaba muerto.

Monster. - [Completa✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora