Prólogo

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Que difícil era esto.

Que difícil era hacer esto sin Tord.

Estaba parado frente a una multitud de soldados, los de rango bajo estaban de pie mirando hacia el frente, los de rango medio con medallas en el pecho y un uniforme más detallado se encontraban de pie atrás de el.

Y luego, los de primer rango, lado a lado del escenario como un par de guardias, Paul y Patryck habían sido los designados en aquel puesto junto a unos cinco soldados más, los mejores de toda la jerarquía en la armada y que debían enseñar a los de rango bajo a mantener una buena habilidad dentro de sus planteles.

Finalmente, los científicos, mecánicos y entre otros se encontraban en filas lado a lado de la multitud de soldados de rango bajo.

No quería hacer esto, Thomas dejo que su lengua se torciera dentro de su boca mientras admitía que tenía que recitar el discurso escrito en el papel que llevaba, un apoyo de último momento en una trágica situación para la armada roja.

El micrófono era pequeño pero podía oir las caladas de su propia respiración, ha de ser algo molesto para algunos.

Apretó sus párpados dentro de los visores antes de aclararse la garganta, debía ser fuerte ante esta situación...

—Buenas... noches, soldados, integrantes de la... armada roja. —No sabe que era lo que estaba diciendo, se estaba poniendo nervioso, pero era el único que podía hacer esto por ahora.— Hoy... hemos presenciado un evento de impacto, para... todos nosotros.

Tom se sintió como en las viejas exposiciones escolares, inexperto y sudoroso, hasta no evito querer dar una mirada atrás, solo para poder confirmar algo que no quería aceptar.

—Tord, Tord Larksson, nuestro Líder Rojo. —Pauso, sintiendo como sus ojos bajo el visor temblaban.— Ha fallecido.

Nadie hizo un uso exagerado de expresión, Tom pudo notar como muchos fruncian el ceño, otros cerraban los ojos bajando la cabeza, y otros más tocaban su pecho con dolor y cerrando los ojos.

Esto tiene que continuar.

—Nuestro líder, Tord, llevo está armada a la cima, durante más de casi ocho años, era alguien... alguien... —Y sintió que se le cortaba la voz y no podía recitar más palabras, pauso.— Perdón, era alguien respetable, habilidoso, centrado y siempre mantenía la cabeza fría.

Solo faltaba poco.

—Nuestro ahora, difunto líder, no estará aquí con nosotros más... pero el seguirá en nuestras vidas de alguna forma, mediante las enseñanzas, el valor y todo lo que nos enseñó y lo que nos motivo, el, siempre estará como una parte en nosotros, aunque ya no esté aquí con vida.

Sus manos comenzaron a temblar.

—Y en sus últimos alientos, nuestro líder, nos menciono una cosa: "Continúen hacia adelante", "No dejen que mi ida sea una amargura", "Vean más allá de ustedes"...

Pauso una vez más.

—Y tal mencionado, nosotros, debemos honrar su valor, por honor a su nombre.

Thomas no estaba seguro de hacer el gesto de levantar su puño, sin embargo sabía que tenía que hacerlo, una forma de incentivo a los restantes soldados que habian tenido de alto ejemplo a Tord.

Todos levantaron la mano hacia arriba, un puño en el cual se agarraba un pañuelo negro con el símbolo de la armada en rojo.

Símbolo de respeto y honor al fallecido líder.

«¡Por el Lider Rojo!»

Tom no podía aceptar el fallecimiento del noruego aún, su mente se encontraba vacia, estaba así desde que había visto el cuerpo de Tord perder calor en plena guerra.

La Caída del Líder RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora