El Nuevo

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- Es como le digo jovencito, la inmortalidad es divertida los primeros 500 años, luego se vuelve una existencia vacía. - me dijo el pasajero del hotel. - Con el pasar del tiempo vas viendo morir a cada persona que significó algo en tu vida, ya sean amigos, amores, familia o simples conocidos. Todos quedan atrás y la soledad carcome tu existencia. -

- ¿No le parece un poco deprimente esa línea de pensamiento? - le pregunto. El hombre físicamente aparentaba unos 55 años, pero en sus ojos se reflejaba una sabiduría milenaria. Tenía abundante pelo cano, piel pálida sin arrugas y vestía de Smokin. Parecía el típico vampiro de una película de los años 50, con la capa y todo.

- No creo entender a qué se refiere jóven. Viví lo suficiente como para saber de lo que hablo. - me respondió con real interés y sin notas de soberbia en la voz.

- Me refiero a que ser inmortal debe ser genial. Tener todo el tiempo del mundo para hacer absolutamente todo lo que uno quiere y más. El mundo no deja de avanzar y cada día hay cosas nuevas e interesantes por aprender. Por más que la gente que uno aprecia queda en el camino, los recuerdos y vivencias siempre quedarán archivadas en el corazón. Por eso creo que es deprimente creer que la inmortalidad no es la gran cosa, la vida es lo que uno hace con ella. - respondí pensando más que nada en lo genial que sería jugar jueguitos por toda la eternidad.
El señor me miró largo y tendido pensando. Miraba más allá de mí, miraba su pasado y sus ojos comenzaron a lagrimear.

- Tienes toda la razón! - exclamó de golpe haciéndome sobresaltar. - A pesar de mi larga existencia jamás lo vi de esa manera, de ahora en más viviré la vida al máximo.

A este punto yo no entendía a que se refería, tratarme de joven cuando en apariencia me llevaba unos 20 o 25 años me parecía un poco arrogante, pero había decidido seguirle el juego. Supuse que la gente mayor es un poco melancólica con su juventud.

- Muchas gracias por su consejo, jovencito. - dijo tendiendome la mano. - Por cierto, no me he presentado, mi nombre es príncipe Vlad Tepes Draculia, amo y señor de las tierras de Brasov. -

- Un gusto, mi nombre es Nahuel. - dije algo confundido, su nombre me sonaba de algo.

- Bueno, he de retirarme, a vivir la vida al máximo, hasta pronto. -

No estoy muy seguro de lo que sucedió a continuación, a esta altura de mi vida ya no confío demasiado en mi percepción con todas las situaciones traumatizantes que suceden en mi trabajo.
El sujeto explotó en una especie de humo denso, y en su lugar apareció un murciélago, el cuál procedió a volar escaleras arriba. Simplemente lo ignoré y seguí con mis labores de trabajo, hoy sería un día de locos.

Me llamo Nahuel y trabajo como vigilador en el turno nocturno de un hotel 3 estrellas en una zona de alto nivel en mi ciudad. Esta ubicado cerca del río y rodeado de locales, es un ambiente muy agradable, por lo menos de sus muros hacia afuera. Por dentro es un manicomio donde cualquier cosa puede suceder.
Desde oleadas de ratas come-gente hasta inodoros que hace viajar en el tiempo al que se sienta a defecar.

Me encontraba sentado delante de las cámaras, entretenido mirando una serie de los 90.

- Tu as l'air stupide quand tu te concentres. - se escuchó desde el ducto de ventilación.

- Ya vete a dormir Franklin, o te haré sopa. -

Estaba muy fastidioso, me pidieron entrar 3 horas antes porque mi compañero había entrado a "La Habitación" y había desaparecido, es un idiota, está escrito en el libro de reglas de "Cosas que no debo hacer en el hotel" página 82.
Si logra sobrevivir a lo que sucede en "La Habitación" cuando desapareces, volverá dentro de una semana más o menos. Algún día contaré el proceso, mi primera vez fue algo tan espantoso que espero no repetirlo.

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