Una mano vendada

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JIN

No debe ser difícil imaginar que, para hombres solteros, guapos y millonarios como mis amigos y yo, es prácticamente imposible conseguir una relación estable, la razón es sencilla, todo mundo quería estar con nosotros, pero nadie era capaz de soportar lo que nuestra fama conlleva, es decir, secretos, odio y poco contacto porque nos la pasamos trabajando, eso y que sólo buscan nuestro dinero.

Por ello es por lo que recurríamos con frecuencia a los contratos de confidencialidad, era mucho más sencillo pasar una buena noche sin compromisos y luego continuar como si nada.

Con el paso de los años comenzamos a cansarnos de los contratos porque era una forma cruel de estar con alguien, forzar a alguien a callar sobre su sexualidad no era correcto, además, la empresa quiso prohibirlos y nosotros les mostramos que podíamos hacer lo que quisiéramos y a partir de ese momento sólo eran buenos secretos entre ARMY y BTS.

Una noche luego de un concierto todos solicitamos que llevaran a varias chicas hasta nosotros, obviamente advirtiéndoles por qué motivo las queríamos conocer y esa noche, como muchas otras, todas accedieron.

La mujer que vino conmigo no dudó en dejar a sus amigas para cumplir el que probablemente era su más grande sueño, perdió el vuelo de regreso a su país, pero al menos hice que esa noche valiera la pena para ella, le di un recuerdo que jamás podría olvidar o al menos eso quiero pensar porque definitivamente yo no he podido hacerlo.

De camino al hotel ninguno hablaba, me gustaría decir que quien estaba nerviosa era ella, pero no era así, el único al que le temblaban las manos era a mí, todo en ella gritaba seguridad, experiencia, sabiduría, era distinta a todas las chicas con las que había estado, y eso me atemorizaba.

Se suponía que yo no debía hacer movimientos fuertes y debía guardar reposo, de hecho, ni siquiera debí dar un concierto porque me acababan de realizar una cirugía en la mano y a mí no me importó, a penas la vi entre el público supe que debía estar con ella.

Todo el concierto la vi a detalle, me había ayudado tener que quedarme quieto prácticamente todo el tiempo, al menos así desde mi lugar pude analizar cada expresión de su rostro.

Le mandé varios besos, le guiñé el ojo haciéndola reír, y volviendo locas a las personas a su alrededor porque todas creían que era para ellas, pero no, todas mis expresiones ese día tenían sólo una dueña y se llama Patricia.

Llegamos a mi habitación y no sabía qué hacer o qué decirle, lo notó y ella fue quien tomó las riendas de la conversación y en realidad de casi todo lo que pasó esa noche.

- ¿Puedo preguntar por qué me elegiste a mí y no a cualquier otra chica? Soy mucho mayor que tú, eso se nota, así que dime, ¿por qué yo? - preguntó mientras se sentaba en la orilla de la cama.

- Eres guapa, tienes unos ojos preciosos y creo que puede salir algo bueno de esta noche y la realidad es que desde el escenario no podemos ver mucho por todas las luces y tú quedabas en un pequeño hueco sin luz que me permitió notarte - mi broma tonta la hizo reír y me sentí satisfecho, con eso ya había ganado - sobre todo hubo una cosa más...

- Gracias por todo eso, me alegro de haber quedado en ese lugar entonces... ¿qué es esa otra cosa que te hizo elegirme? - preguntó.

- Por alguna razón sentía que tendrías una voz preciosa y escucharte gritando mi nombre se convirtió en unos segundos en mi nueva fantasía, y definitivamente no me equivoqué, no sé de dónde eres, pero si todas las mujeres hablan como tú, quiero mudarme a ese lugar - dije esta vez más seguro.

- Entonces será mejor que no te diga mi nacionalidad, no quiero que fantasees con la voz de ninguna otra mujer - sonrió de forma coqueta y con eso me puso a sus pies.

Los sonidos del hotel (Capítulo Único +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora