Bajo el mismo cielo colombiano.

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Isabela Marroquin, la talentosa fotógrafa de la selección colombiana, se encuentra inmersa en un mundo de flashes y partidos emocionantes. Su vida da un giro inesperado cuando comienza a seguir de cerca la carrera de Richard Rios, un prometedor futbolista. A través de la lente de su cámara, Isabela descubre no solo la pasión y el esfuerzo de un deportista, sino también un corazón dispuesto a amar. Entre goles y retratos, ambos descubrirán que, bajo el mismo cielo colombiano, pueden surgir historias de amor inolvidables.

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Isabela Marroquin estaba acostumbrada al bullicio de los estadios, a los gritos de los fanáticos y a la presión de capturar el momento perfecto. Como fotógrafa oficial de la selección colombiana, su trabajo era mostrar al mundo la pasión y el esfuerzo de los jugadores. Su cámara era su compañera inseparable, capturando instantes fugaces de alegría, frustración y triunfo.

El estadio vibraba con la energía de los aficionados mientras los jugadores terminaban su entrenamiento. Isabela estaba revisando las fotos en su cámara, concentrada en su tarea, cuando escuchó una voz familiar.

-¿Encontraste alguna buena toma de mi último gol? -preguntó Richard Rios con una sonrisa encantadora.

Isabela levantó la mirada, sorprendida de verlo tan cerca. Richard era conocido por su talento en el campo y su carisma fuera de él.
Con una sonrisa tímida, respondió:

-Algunas, aunque aún no he terminado de revisarlas todas.

Richard se rió, e Isabela sintió un cosquilleo en el estómago. Él era todo lo que ella esperaba de un jugador estrella: confiado, amable y genuinamente interesado en su trabajo.

-Me gustaría verlas cuando termines -dijo Richard, inclinándose un poco más cerca-. Tal vez puedas enseñarme algunos trucos para verme mejor en las fotos.

Isabela sonrió, sintiendo un calor en sus mejillas. -Claro, siempre puedo hacer que un buen jugador se vea aún mejor.

Ese fue el primer intercambio, breve pero lleno de una chispa que ambos sintieron. Sin saberlo, aquel simple encuentro marcaría el comienzo de algo mucho más grande.

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A medida que la temporada avanzaba, Isabela se dio cuenta de que Richard no solo era un gran jugador, sino también una persona con una historia fascinante. Decidió que su próximo proyecto personal sería un fotoreportaje sobre él, capturando no solo su desempeño en el campo, sino también su vida fuera de él.

Richard aceptó con gusto la propuesta de Isabela. Durante las sesiones de fotos, se mostró abierto y sincero, revelando aspectos de su vida que pocos conocían. Isabela, a su vez, se sintió cada vez más intrigada por él.

Una tarde, mientras revisaban las fotos en un café cercano al estadio, Richard confesó:

-Nunca me han fotografiado de esta manera. Me haces ver... diferente.

Isabela sonrió, sintiendo un calor en sus mejillas.

-Es porque te estoy viendo a través de mis ojos, no solo de mi cámara.

Las sesiones de fotos se convirtieron en algo más que trabajo. Cada encuentro era una oportunidad para conocerse mejor. Isabela descubrió que Richard tenía una pasión oculta por la música y tocaba la guitarra en su tiempo libre. A veces, después de una sesión, él la invitaba a su casa para escuchar sus composiciones. Esos momentos eran íntimos y especiales, y Isabela sentía que estaba viendo una faceta de Richard que pocos conocían.

Richard Rios Donde viven las historias. Descúbrelo ahora