Pasión por el café Parte 1

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Laura Cortés era una joven estudiante universitaria, trabajaba a tiempo parcial en un acogedor café del centro de la ciudad. Su vida era una rutina de clases y trabajo, pero amaba el ambiente cálido del café y las conversaciones ocasionales con los clientes habituales. Aquella tarde lluviosa, mientras limpiaba una mesa cerca de la ventana, vio entrar a un hombre alto y atlético. No era otro que Richard Ríos, la estrella del fútbol colombiano.

Richard acababa de terminar un extenuante entrenamiento y, buscando un lugar para relajarse, había encontrado aquel pequeño café. Al entrar, notó el ambiente acogedor y el reconfortante aroma del café recién molido. Sus ojos recorrieron el lugar hasta encontrarse con una joven que limpiaba una mesa cerca de la ventana. Había algo en su postura, en la forma en que sus manos se movían con gracia, que lo hizo detenerse.

Laura, sintiendo una presencia cercana, levantó la vista y se encontró con los ojos de Richard. Había algo en su mirada que la hizo sentir un extraño hormigueo en el estómago. Richard sonrió y se acercó a ella.

—Hola, ¿tienes una mesa disponible? —preguntó, señalando la silla frente a la ventana.

Laura asintió, algo nerviosa. —Claro, adelante. ¿Te gustaría un café para empezar?

Richard sonrió, apreciando la amabilidad en su voz. —Sí, por favor. Un café negro.

Laura anotó el pedido y se dirigió al mostrador, sintiendo que su corazón latía un poco más rápido de lo normal. No todos los días una estrella del fútbol entraba a su café, y mucho menos alguien tan atractivo como Richard Ríos. Preparó el café con cuidado y se lo llevó a la mesa.

—Aquí tienes —dijo, colocando la taza frente a él.

Richard la miró a los ojos, y durante un breve momento, pareció que el mundo se detenía. —Gracias... ¿Cómo te llamas?

—Laura —respondió, sintiendo un ligero rubor en sus mejillas—. Trabajo aquí a tiempo parcial mientras estudio en la universidad.

—Mucho gusto, Laura —dijo Richard, sonriendo—. Soy Richard.

Como si no supiera quién era, pensó Laura, pero decidió seguir la conversación. —Encantada, Richard. ¿Qué te trae por aquí?

—Buscaba un lugar tranquilo para relajarme después del entrenamiento. Este café tiene un ambiente muy acogedor —respondió él.

A partir de ese momento, comenzaron a conversar de manera más relajada. Richard compartió historias de su vida como futbolista, y Laura habló de sus estudios y de cómo disfrutaba trabajar en el café. A medida que la conversación fluía, ambos sintieron una conexión inmediata, una química innegable que los envolvía en una burbuja de intimidad en medio del bullicio del café.

La tarde pasó rápidamente y, antes de que se dieran cuenta, el café comenzaba a vaciarse. Richard miró su reloj y se dio cuenta de que tenía que irse, pero no quería que la conversación terminara allí.

—Me encantaría seguir hablando contigo —dijo Richard, mirándola intensamente—. ¿Te gustaría cenar conmigo esta noche?

Laura sintió su corazón acelerarse. No solía aceptar este tipo de invitaciones tan pronto, pero había algo en Richard que la hacía querer romper sus propias reglas.

—Me encantaría —respondió, sonriendo.

Richard le dio la dirección de un restaurante cercano y se despidieron, ambos con una sensación de anticipación por lo que vendría. Laura sabía que esa noche cambiaría su vida de una manera que nunca hubiera imaginado.

Richard Rios Donde viven las historias. Descúbrelo ahora