Margarita:
El cielo estaba soleado, perfecto para mí y mientras miraba por la ventana, de la recepción, de mi trabajo, pensaba otra vez en Layne con amor.
Layne hacía mucho tiempo que ya no estaba en este mundo, y yo lo sabía, pero no me importaba. Lo amaba más y más cada día.
Conocía toda su vida cuando él estaba; sabía de sus vicios en excesos, de las cosas bonitas que hizo, de algunos encontrones, en fin, para mí, Layne, se convirtió en alguien muy importante y especial en mi vida y no me importaba todos los errores que cometió. Si hubiese dependido de mí, yo lo hubiese escuchado y ayudado, fuera como fuera.
Ahora solo importa este gran amor que siento por él y que no morirá nunca.
Los rayos del sol se reflejaban en la puerta de vidrio. Era la mejor hora del día, la hora de salida de mi trabajo, y contenta, caminé por el pasillo de baldosas y el recuerdo de Layne volvió a emerger en mi cabeza y corazón.
Me sucedía a veces que me desanimaba y entristecía al saber y reaccionar con que él ya no estaba y se me apretaba el corazón. Siempre huía de ese pensamiento y lo recordaba feliz, con su tierna sonrisa y rostro angelical, y sentía que más lo quería y amaba.
Caminaba por el centro de la ciudad y con los rayos del sol aún calentando fuerte, amaba el verano, sentirme libre y con ropa cómoda y fresca.
Miré de pronto a la calle del frente y vi a Layne. Tenía su cabello largo y crespo, como cuando lo conocí por primera vez. Llevaba puesta una playera blanca; estaba de perfil. El aliento se me retuvo y él ya no estaba. Fueron escasos de segundos que lo vi y después ya no, y sorprendida, aquel sujeto era idéntico a Layne; lo sé, era él, era mi Layne. Tuve la sensación de que era él, Layne Staley, y aún en shock, aquella imagen suya se quedó grabada conmigo.
Pensando en aquellos cortos segundos y en que era Layne, me subí al bus y me fui a mi casa. Fueron tan cortos segundos que lo vi, pero él no volteó a verme. Mi corazón y yo sabemos que era él, mi amado Layne.
—¿Por qué?
—¿Por qué lo vi?
—¿Por qué se me apareció?
Al otro día.
Ida solo en él, miré su foto en mi computador y vibré por completo; sonreí y me reí sola. Él siempre me ponía feliz. Alegraba mis días, los que a veces eran extensos y agotadores.
Ya se me había hecho costumbre el tomarme una foto con la suya de fondo en mi computador; advertí que no se acercara nadie a la recepción y tomé el celular y nos fotografié a los dos juntos. Me encantaba tomarme fotos junto a él, aunque él fuese solo una imagen.
También se me había hecho costumbre el escuchar toda su música, cuando me subía al bus de camino al trabajo; amaba oírlo, escucharlo cantar en mis oídos. Cuando me sentía triste por su partida, colocaba sus canciones y me colocaba a ver alguna de sus fotos, y lo recordaba feliz, porque a pesar de todo lo que dijeran de él, Layne fue un chico alegre, tierno, de muy buenos sentimientos. En algunas ocasiones inocente y no tenía pelos en la lengua. Así era él, mi Layne, el hombre a quien tanto quiero y amo, pero que no podré tener nunca.
Solo lo he visto un par de veces en mis sueños.
Ese día salía más temprano de mi trabajo, y contenta, porque había quedado de verme con una amiga en el centro, llegué y empecé a esperarla.
Hacía mucho calor, la gente pasaba frente a mí, lo que detestaba. No me agradaba para nada los lugares tan concurridos y volví a pensar en él.
De pronto, levanté la vista y vi a Layne entre una multitud y se me apretó el corazón. Otra vez era él, llevaba esa vez su cabello tomado en una coleta y vestía todo de negro; estaba de nuevo de perfil, pero al igual que la primera vez, fueron breves segundos que lo vi, porque después ya no estaba y volví a tener la misma sensación de que era Layne.
Ida en esa nueva imagen suya, estaba sorprendida y no comprendía porque yo lo veía, o él se me aparecía.
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Te quiero junto a mí (Layne Staley)
FanfictionMargarita ama en secreto a la estrella del Grunge, Layne Staley, quien hace muchos años falleció, debido a su adicción, pero ella obstante, no le importa que él ya no esté en este mundo, más su amor por él crece día tras día, pero muchas veces se le...