Capítulo 8

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Días después.

Dormidos en nuestra cama, yo estaba de lado, recargada en el pecho de Layne y bajo su barbilla. Él me abrazaba por la espalda y tenía puesta una mano en mi barriga, porque así yo me sentía más protegida por él y Layne sabía eso.

Me había dormido con su reconfortante calor y él no quiso apartarse de mí y aprovechó también de tomar una pequeña siesta.

De pronto, me sentí mal y empecé a quejarme en sueños.

—Mmh... Ahh...

Layne me escuchó y abrió lentamente los ojos.

—Ahh...

Me toqué la barriga y él se enderezó para verme.

—Cariño ¿Te sientes mal?

—... ¡Ahh! — se alarmó.

—Mi amor — me ladeé con dificultad para verlo.

—... No me siento bien...

Se me llenaron los ojos de lágrimas y Layne acarició mi barriga.

—¿Te duele?

—...Si...Mmh...

Me recargué en su pecho y volví a quejarme de aquel horrible dolor. Él besó mi mejilla y tomó mi mano.

—Tranquila. Respira hondo, yo lo haré contigo ¿Sí?

—Ok...

Así lo hice e inicié las respiraciones profundas y él me acompañó con ellas. Me miró atento.

—¿Aún quieres que sigamos adelante con lo que habíamos hablado? — me vino otra fuerte contracción.

—...Si... Solo quiero que tú me ayudes a dar a luz a nuestro bebe.

—Ok. Iré a preparar el agua caliente y a traer unas toallas.

—... Me duele mucho...

Las lágrimas me corrieron por las mejillas y Layne se aproximó otra vez a mí y tomó mi rostro con cariño.

—No temas, todo saldrá bien. Solo confía en mí.

—... Confío en ti — me sonrió.

—Perfecto — besó mis labios — Vuelvo en menos de los que esperas.

—... No te demores, por favor...

Fue rápido a hervir el agua y a traer toallas y ropa seca para mí y la de nuestro bebe y a mí doliéndome mucho, di un grito del que él pudo oír y solo pensó en mi con amor.

—Resiste un poco más, amor mío...

Entró con las cosas a nuestro dormitorio y me escuchó quejarme por los dolores de parto y rápido se me acercó a la cama.

Yo lo vi con agonía y Layne acarició otra vez mi rostro.

—Tengo todo listo, mi amor.

—... Son muy dolorosas las contracciones.

—Déjame ayudarte.

Me ayudó a enderezarme un poco y me acomodó unos cojines en la espalda. Advirtió que yo estaba aterrada y se sentó junto a mí; yo volví a gemir y él tomó mi mano con cariño.

—Todavía estamos a tiempo para llevarte a la clínica.

—No. Solo te quiero a ti conmigo en el parto — me sonrió.

—De acuerdo. Él ginecólogo nos dijo que no había problemas en que tuvieras a nuestro bebe aquí en el departamento y que yo te ayudará, así que nada malo va a pasar ¿De acuerdo? No tengas miedo, mi amor.

Te quiero junto a mí (Layne Staley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora