¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Satoru Gojo quiere que lo asfixies con tus muslos. No hay nada que le guste más que estar enterrado en tu coño, devorándote como si su vida dependiera de ello, mientras tus muslos se aprietan alrededor de su cabeza. Con su audición amortiguada, puede distinguir tus gemidos y sollozos entrecortados mientras su lengua encuentra tu punto dulce. Quiere de verdad que aplastes su cabeza como una sandía.
Suguru Geto te deja chupetones por todos los muslos. Dice que no puede evitarlo, que solo necesita hincarles los dientes cuando estás tumbada debajo de él en la cama. Te besa los muslos con cariño mientras colocas tus piernas sobre sus hombros, la ternura contrasta con la forma en que te embiste contra el colchón.
Las manos de Kento Nanami siempre están sobre tus muslos. Los agarra mientras conduces, traza formas discretamente sobre ellos debajo de la mesa en un restaurante elegante, los mantiene abiertos con firmeza mientras te devora. Sin embargo, lo que más le gusta es cuando estás en casa relajándote y colocas tus piernas sobre su regazo para que pueda masajearte mientras lees o miras televisión juntos.
Hiromi Higuruma no se cansa de follarte los muslos. Son tan tentadores y accesibles , especialmente cuando lo visitas en el trabajo con esas minifaldas que lo vuelven loco. Te llevará a su oficina y te inclinará sobre su escritorio, deslizando su dolorida polla entre tus muslos con un gemido ahogado.
A Choso Kamo le encanta quedarse dormido con la cabeza en tu regazo y usando tus muslos como una almohada suave y cálida. Especialmente cuando le acaricias el cabello mientras él lo hace, especialmente si no llevas nada más que bragas, o mejor aún, nada en absoluto. Le encanta estar cerca de ti y se siente más seguro rodeándote con sus brazos y apoyando su rostro en tus muslos.
Toji Fushiguro no lo admite, pero está obsesionado con la forma en que encierras tus muslos alrededor de él cuando está dentro de ti, sujetándolo. Lo saca de su ritmo, pero hace un valiente esfuerzo para seguir adelante, sus caderas tartamudeando contra las tuyas mientras se balancea más profundamente dentro de ti, apenas capaz de retirarse para cada embestida.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
