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Minho despertó aquella mañana desorientado, sintiendo la tranquilidad de su habitación recibirle mientras se adaptaba a la poca iluminación de esta. Giró su rostro con pesadez y vió como dos hombres custodiaban la puerta, notando su despertar y saliendo de la habitación para dar aviso.
- Buen día, señor. Nos alegra que haya despertado, pensábamos que estaría más días inconsciente - Habló el único hombre que quedó, acercándose a él a una distancia prudente.
- ¿Cuantos días pasaron? - Cuestionó, tratando de incorporarse, pero todo su cuerpo dolía.
- Seis días para ser precisos -.
Siseó una maldición, su celo había llegado de manera precipitada. No era fanático de pasar todos esos días solo, pero así como su lobo se retraía manera consciente, en su celo no cambiaba mucho. Soltó un suspiro y se quitó las sábanas de encima, necesitaba levantarse y seguir con sus pendientes, ya había perdido demasiado tiempo.
- Reúne a todos, estamos partiendo al mediodía - Se levantó de la cama, sorprendiendo al hombre.
- Pero señor, usted sigue estando débil, debe de terminar su recuperación para volver a estar bien - Intentó detenerlo, pero bastó una sola mirada para que él beta se detuviera a mitad de su andar.
- Ponme una mano encima y te la cortaré - Siseó con molestia, caminado hacia baño.
En días normales ya se encontraba malhumorado, pero cuando pasaba el celo solía ponerse peor, amargándose la mera existencia por su cuenta. Siempre creyó que era por la soledad en la que pasaba aquellos días bochornosos, era rara la ocasión donde dejaba que alguien se ocupara de ello, pero como su lobo se mostraba reacio aún y en esos días, prefería mantenerse encerrado mientras los malestares pasaban. Se trataban de días llenos de agonía, luchando contra sí mismo porque los supresores no ayudaban demasiado a su estado, tratando de no perder la cordura ante el intenso calor y deseo que recorría su cuerpo, buscando una forma de saciarse.
El hombre se quedó perplejo atrás suyo, mirando como su silueta desaparecía. Sorprendido, comunicó lo que le habían ordenado mientras esperaba a que su jefe saliera de alistarse.
Exactamente, cuando el reloj apuntó las doce del mediodía, se encontraban en su respectivo automóvil siendo llevado a la empresa. No negaría que aún presentaba sensibilidad después del celo, pero los días más pesados ya habían quedado atrás, no podía permitirse tomarse más días libres, si por él fuera estaría levantado y trabajando desde el primer día, lástima que había caído cegado por la necesidad que lo consumía.
- Lleguemos a la cafetería rápido, quiero comprar algo - Murmuró, viendo los mensajes pendientes de su celular.
- Sí, señor -.
Cuando el automóvil se detuvo frente a la cafetería, Minho esperó hasta que la puerta fuera abierta para salir, guardando su celular dentro de su saco gris. Caminó hasta la entrada de la cafetería y miró el mostrador, sorprendiéndose de no ver al mismo castaño de los últimos días atenderlo, en cambio, era un alegre peliazul que le dió la bienvenida, abrumándolo por su intenso aroma a fresas y miel. Rápidamente lo reconoció como un Omega, entornando los ojos en el mostrador en busca de algún otro aroma que reconociera, percibiéndolo apenas en el aire, haciendo reaccionar a su lobo de una manera negativa.
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°•✦𝑪𝒐𝒇𝒇𝒆𝒆✦•° 《𝕄𝕚𝕟𝔹𝕚𝕟》
Fanfiction•°☆°•《𝓕𝓲𝓷𝓪𝓵𝓲𝔃𝓪𝓭𝓪》•°☆°• °•♡《𝕄𝕚𝕟𝔹𝕚𝕟》♡•° °•♡Donde Minho, un alfa malhumorado y de semblante serio, se enamora del dueño de una cafetería, un omega risueño con un aroma atrayente y dulce para si, al comprar todos los días en el lugar, si...