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### Capítulo 3: La Caída en la Oscuridad

Los abusos en la Mansión Wayne se volvieron constantes. Bruce, cada vez más cruel y controlador, encontraba nuevas maneras de castigar a Damian por cualquier error, real o imaginario. Damian soportaba en silencio, su espíritu cada vez más quebrantado. Aunque su cuerpo mostraba las cicatrices de los abusos, su mente y su alma sufrían heridas aún más profundas.

Grayson, siempre observador, comenzó a notar algo extraño en el comportamiento de Damian. Aunque sus sospechas crecían con cada día que pasaba, Dick no lograba reunir suficientes pruebas concretas para confrontar a Bruce o ayudar a Damian. El ritmo frenético de sus propias misiones como Nightwing y las constantes amenazas en Gotham lo mantenían distraído, sin tiempo para investigar a fondo.

Damian, por su parte, encontró una nueva forma de lidiar con el dolor. Comenzó a autolesionarse en los brazos, buscando una manera de liberar la angustia interna que lo consumía. Nadie sospechaba de sus heridas ocultas, ya que Damian mantenía su actitud arrogante y desafiante, negándose a mostrar vulnerabilidad ante su familia. Cada corte era un grito de ayuda silenciado por el miedo y la desesperanza.

La rutina en la mansión era sofocante. Entrenamientos implacables, patrullajes agotadores y la constante tensión con Bruce. Damian anhelaba una salida, un escape a su sufrimiento. Fue en uno de esos momentos de desesperación que conoció a Jonathan Kent. Jon, el hijo de Superman, era todo lo contrario a Damian: optimista, amable y lleno de esperanza. La amistad que surgió entre ellos fue un rayo de luz en la oscura existencia de Damian.

Una tarde, Jon visitó la Mansión Wayne. La visita fue breve pero significativa para Damian. Jon, con su energía y positividad, logró que Damian se sintiera por un momento como un niño normal, lejos de las sombras que lo acechaban. Sin embargo, la felicidad fue efímera.

Después de que Jon se fue, Bruce se acercó a Damian con una mirada de desdén. —¿Qué hacías con ese chico, Damian? —preguntó Bruce, su voz fría y cortante.

Damian, sorprendido por la acusación, intentó defenderse. —Solo estábamos hablando, es mi amigo...

Bruce interrumpió con una risa sarcástica. —¿Amigo? No me hagas reír. Seguro le andabas coqueteando a Kent. No sé en qué te has convertido pequeña zorra

La crudeza de las palabras de Bruce resonó en la mente de Damian. Se sentía humillado, traicionado por el único hombre que debería haber sido su protector. Cada vez más aislado, Damian comenzó a dudar de su propio valor. Su amistad con Jon se convirtió en una línea de vida, pero incluso eso estaba teñido por el miedo a las represalias de Bruce.

A pesar de los constantes abusos, Damian continuaba su entrenamiento y sus patrullajes como Robin. Cada noche en las calles de Gotham era una oportunidad para canalizar su rabia y frustración. Luchaba con una ferocidad que asombraba a los criminales y preocupaba a sus hermanos. La brutalidad con la que enfrentaba a sus enemigos era un reflejo de la batalla interna que libraba cada día.

Una noche, después de un enfrentamiento especialmente violento con una banda de matones, Damian regresó a la mansión cubierto de sangre y moretones. Bruce lo estaba esperando en la Batcueva, su rostro una máscara de desaprobación.

—¿Qué demonios te pasa, Damian? —gritó Bruce, su voz resonando en las paredes de la cueva. —Esa no es la forma de un verdadero Robin.

Damian, exhausto y herido, apenas podía mantenerse en pie. —Hago lo que puedo, padre. No soy perfecto...

Bruce se acercó, agarrando a Damian por el cuello de la camisa. —No me des excusas. Si no puedes manejar esto, entonces no mereces ser Robin.

Las palabras de Bruce fueron como un golpe físico. Damian se desplomó en el suelo cuando Bruce lo soltó, sintiendo que su mundo se desmoronaba una vez más. En la oscuridad de la Batcueva, Damian se preguntó cuánto más podría soportar antes de quebrarse por completo.

A pesar de todo, Damian se levantó al día siguiente, decidido a seguir adelante. Sabía que no podía dejar que Bruce ganara, que debía encontrar una manera de sobrevivir. Cada día era una lucha, pero también una oportunidad para encontrar una chispa de esperanza en la oscuridad.

En medio de su dolor, Damian encontró consuelo en pequeños actos de rebeldía. A veces, se escabullía a la azotea de la mansión para contemplar las estrellas, recordando las historias que su madre le contaba sobre los guerreros del pasado. Otras veces, escribía cartas que nunca enviaba, expresando sus sentimientos más profundos y sus deseos de una vida mejor.

El tiempo pasaba y las heridas en los brazos de Damian se multiplicaban, cada una un recordatorio del dolor que llevaba dentro. Sin embargo, su amistad con Jon se mantuvo firme. Cada vez que veía a Jon, aunque fuera brevemente, sentía una chispa de esperanza, una razón para seguir luchando.

Una noche, después de una patrulla agotadora, Damian se encontró en la azotea de la mansión, mirando las estrellas. Pensaba en Jon, en la bondad y la luz que traía a su vida. En ese momento, juró que no permitiría que Bruce destruyera lo poco de bueno que le quedaba. Sabía que la batalla sería larga y dolorosa, pero estaba decidido a encontrar una salida.

Damian comenzó a planear su futuro, imaginando una vida lejos de la Mansión Wayne, un lugar donde pudiera ser libre de la sombra de Bruce. Sabía que necesitaría tiempo y paciencia, pero la esperanza de un futuro mejor le daba fuerzas para seguir adelante.

Mientras tanto, la relación con sus hermanos seguía siendo complicada. Dick, aunque aún sospechaba que algo andaba mal, no lograba descifrar la verdad. Jason continuaba mostrando su desdén, y Tim, aunque más comprensivo, mantenía su distancia. Damian se daba cuenta de que no podía contar con ellos, que su lucha era solitaria.

Cada día, Damian se enfrentaba a nuevos desafíos, tanto en las calles de Gotham como en su propio hogar. Pero en su interior, mantenía viva la esperanza de que algún día, encontraría la paz que tanto anhelaba. Sabía que el camino sería difícil, pero estaba dispuesto a luchar hasta el final.

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aun me quieres padre?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora