Pizzeria

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Sus tíos alquilaron un local para la celebración. Y sus padres, habían querido ir temprano para ayudarles a preparar todo.

Antes, tuvieron que parar para que Jorge, se recargara el móvil.

Cuando sus padres se distraían, intentaba llamarla, se había aprendido el número de memoria. Pero ella no contestaba.

-¿A quien llamas?- su hermana si, se da de cuenta de sus intenciones. No logra respuesta, así que insiste- Seguro que a la misma persona, con la que me gastaste el saldo ayer.

El le dedica una media sonrisa

Aunque era un número desconocido, sabía perfectamente que era el. Por eso mismo no podía contestar, su madre no la dejaba sola ni un minuto.

En la hora de comer, fueron los tres al restaurante preferido de Pilar, que aprovecho para avisarlos de que tenia pensando contratar a una asistenta.

Después, les forzó a ir a mirar tiendas. Y aprovechó para volver al tema de Carlos:

-Marta ha accedido a comprarle el porche- hablaba mientras elegía un pantalón para su hija.

Ella se limitaba a asentir. Mientras aseguraba su móvil en tono de silencio e intentaba tener paciencia.

La fiesta trascurrió con normalidad, mucho baile, mucha música y mucha alegría. La novia estaba preciosa con su vestido rojo y su corona.

Por suerte, su madre se cansa rápido. Y tras comprarle unas cuantas prendas, innecesarias. Vuelven a casa.

Encerrada en su habitación, intenta llamarlo. Ahora es el, quien esta ocupado y no responde.

No se desanima. Se entretiene examinando lo que le ha comprado su madre. Se prueba el primer pantalón, es bonito. La verdad es que Pilar tiene buen gusto para la ropa... No le da tiempo a probarse el segundo, vibra el móvil (aun en tono de silencio). Corre a contestar tropezando con la ropa.

-Te ha costado contestar, he- la saluda- Encima que me recargo el teléfono, por ti- se escucha de fondo el ajetreo de la fiesta.

-¿En serio?, ¡es halagador!- bromea

-Oye, ahora no puedo hablar- en realidad es el volumen de la música lo que no le deja hablar- ¿Qué haces mañana?

-Tengo instituto

-¿A cual vas? Puedo ir a recogerte...

Jorge espera puntual, en la puerta del instituto. A las 14:30, los alumnos empiezan a salir, con sus mochilas a la espalda. El esquivándolos, la busca con la mirada. La encuentra pronto, va con Sandra.

-Has venido- lo saluda

-¿No creías que vendría?- pregunta mirándola de arriba abajo

Lleva uno de los pantalones que le había regalado el día anterior su madre.

-¿Qué miras?

-Nada- deja de examinarla y le mira a la cara- no sé porque, pensaba que irías con uniforme.

-No somos tan horteras- interviene Sandra

-¿Has comido?- pregunta Elena entre risas

-No

-Yo tampoco, ¿vamos a comer?

-No llevo dinero- confiesa

-Yo si- contesta señalando su mochila

-¿Vas a dejar que pague ella?- cuestiona Sandra maliciosa- ¡Que poco romántico!

- Lo que pasa, es que yo apoyo la igualdad entre el hombre y la mujer- se defiende

-Ya, pues seguro que Carlos, -esboza su sonrisa malvada- no la dejaría pagar a ella.- Su amiga le ha contado los celos de Jorge.

-Entonces, vete tú a comer con Carlos- prorrumpe Elena

-No sería mala idea... ¿tienes su número de teléfono?

-Adiós Sandra- responde ignorando su última pregunta. Agarra a Jorge de la mano, y lo conduce rápidamente, librándose de su amiga- ¡Te veo mañana!- le dice mientras se aleja.

Cuando se separan del recinto escolar, le pregunta:

-¿Te gusta la pizza?- sin soltarlo de la mano

-De cuatro quesos- explica

-Bien. Te voy a llevar a una pizzería en la que se come de glo...-la interrumpe con un beso- gloria

Y así lo hace.

El establecimiento esta repleto de gente

-Esto esta petado- se fija Jorge.

Ella se las intenta apañar, para llegar al mostrador y pedir la comida.

-Podíamos ir a otro sitio- le propone, acercándose a su oído para que pueda oírlo.

Elena se limita a negar con la cabeza.

El se aparta fastidiado. Le agobia la multitud, y ahí no puede dar tres pasos sin empujar a alguien.

Del alboroto, casi no se entera de que le suena el móvil. Por eso en cuanto se percata de que le están llamando, sale fuera a contestar. Es su madre, lo llama para avisarlo de que le dejan las llaves en el buzón. Antonio y ella, van a ir al hospital a ver a un familiar. En casa no hay nadie.

Cuando entra de nuevo a la pizzería, Elena ya ha conseguido hacer su pedido:

-¿Para llevar o comer aquí?- le pregunta el camarero

-Para llevar- se apresura a contestar el.

Amor gitanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora