¿Para que seguir con una relación que no tiene futuro?

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-¿Y qué esperabas que haría?

- No lo sé, pero pasar de mi no. ¿Te avergüenzas de mí?

-No es eso- niega subiendo la voz- no líes las cosas-

-¿¡Entonces?!

Jorge la fulmina con la mirada. Ella intenta sostenérsela, pero no lo consigue. Baja la cabeza un momento, hasta que después mirándolo fijamente, con voz tranquila y clara dice:

-Entonces... tú también has pasado de mí en tu casa.

El tarda unos segundos en contestar, porque simplemente no sabe que decir

-No es lo mismo...-objeta

-¿Ah no?- suelta una carcajada seca- ¡Que bonito!, tu tienes excusa.

Los dos guardan silencio. Miran hacia lados contrarios, mientras mil cosas pasan por sus cabezas.

Elena finalmente se decide a hablar:

-Me voy a mi casa- dictamina- Si quieres, cuando se te pase el cabreo me llamas

-No- decreta el- Esta claro que somos de mundos distintos, y parece ser que no los podemos juntar.- le tiembla la voz al decir las ultima palabras

Ella no sabe como reaccionar, por lo que no se lo discute

-Vale, pues... Adiós.

-Adiós- asiente.

Ella emprende camino hacia su casa. Anda segura, a pesar de que siente que las piernas le van a fallar, no por el peso de la mochila, sino por las emociones acumuladas.

Y el se queda ahí solo. Bombardeado por la inseguridad de si habrá tomado la decisión correcta.

Cuando Elena llega a casa, no hay nadie, mejor, se libra de dar explicaciones. Va directamente a su cuarto, tira la mochila a una esquina y después ella misma en la cama. Esta cansada, demasiado ajetreo en una sola tarde.

No esta enfada, ni tampoco triste, aun no. Primero tiene que terminar de asimilar todo lo que le ha pasado hoy.

Al día siguiente, aun sigue asimilando la situación, por lo que no tiene ganas de ir al instituto. A sus padres les dice que no se encuentra bien (y es cierto). No ponen impedimentos, su salud es lo primero. Incluso le llevan el desayuno a la cama, como cuando era pequeña. Gonzalo propone ir al médico, pero ella se niega, el señor doctor no le puede ayudar en nada.

Metida en su cama, y envuelta en las mantas, esas mantas que parecen que son antibalas y anti males. Tiene tiempo para analizar la situación.

Conoce a un chico, se lanza a conocerlo, cosa que no es típico en ella. En poco tiempo, muy poco tiempo, ya se siente cómoda con el, con confianza. Incluso lo besa y cree que esta en su derecho de hacerlo, porque le parece lo más natural del mundo. Y lo mejor de todo es que el opina igual. Hasta aquí todo genial. Ni siquiera les ha hecho falta los preliminares, como si siempre hubiera sido así, en el mundo que los dos creaban. Pero la verdad era, que cada uno pertenecía a un mundo distinto, donde el otro no podía entrar.

El mundo de el es ajeno a ella, nunca podrá entrar en el mundo gitano, ni el salir. Así que, ¿para que seguir con una relación que no tiene futuro?

Jorge, si que ha tenido que seguir con su rutina. Que algo le pasa es obvio, pero solo su hermana es la única que se acerca a saber el motivo.

Analiza el ambiente en el que se encuentra, su estilo de vida. Tiene un papel, unas obligaciones y un futuro ya marcado. Sus padres, su familia, su entorno en general esperan que haga ciertas cosas.

No le cabe duda, ella no encajaría ahi, no se adaptaría nunca. ¿Y el? Sabe que tiene que hacer y que no, pero no esta seguro de saber que es lo que quiere hacer.

Elena aprovecha su "día libre" para dormir, lo bueno de estar dormida es que no piensas, es un descanso para el cerebro. Eso si no tenemos los sueños en cuenta. Irónicamente, sus sueños no fueron malos, todo lo contrario. Soñó con Jorge ¿Cómo no?, su sueño fue como un resumen de sus poco momentos vividos juntos.

Dos voces femeninas la despierten. Reconoce enseguida una de ellas, es su madre. La otra se le hace conocida, pero no alcanza a darle una cara.

Vestida con su pijama de la famosa "gatita" va a investigar.

Las dos mujeres se encuentran paradas en frente de la puerta, parece ser, que estaban a punto de despedirse. Hablan cordialmente hasta que perciben a Elena y Pilar pasa a las presentaciones:

-¡Elena!, esta es mi hija Elena- dice con sonrisa de madre orgullosa-

-Que guapa- juzga la otra mujer.

-Ella es Dolores,- prosigue su madre- la nueva asistenta

Dolores, así es como dijo Jorge que se llamaba su madre. La mira, morena de ojos verdes, idénticos a los de Jorge, Sheila y Alfredo. Y con esa voz... es sin duda ella, la cara que no puedo ver ayer desde debajo de la cama.

Se esfuerza por soltar un miserable "Hola"

La mujer le sonríe, debe de pensar que es tímida.

-Bueno, entonces hasta mañana- retoma Pilar

-Si, a la 12:30, ¿verdad?

-Si, de 12:30 a 15:30 y de lunes a viernes- concluye

Elena se mete en la cocina, necesita sentarse. Eso ya es demasiado.

Amor gitanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora