Octavo Mes

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Desafíos

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Desafíos

El octavo mes de embarazo de Orion había llegado con su propio conjunto de desafíos. Con su panza considerablemente grande, moverse se había vuelto una tarea casi imposible. Orion intentó levantarse de la cama una vez más, solo para caer de nuevo sobre el colchón, frustrado y con lágrimas en los ojos.

— ¡Maldita panza! No puedo hacer nada — gritó Orion, mientras las lágrimas comenzaban a rodar por sus mejillas.

Walburga, que estaba en un rincón de la habitación, observaba con miedo y preocupación. No sabía cómo ayudar a su omega y cada vez que intentaba acercarse, Orion la rechazaba. Se sentía impotente y asustada, temiendo que el estrés pudiera afectar al bebé.

Finalmente, viendo que no podía hacer nada para calmar a Orion, Walburga decidió llamar a alguien que pudiera ayudar. A las 5 de la mañana, lanzó un puñado de Polvos Flu en la chimenea y llamó a Charlus.

Charlus, todavía medio dormido, apareció en la chimenea — ¿Qué sucede, Walburga? Es muy temprano.

— Es Orion — dijo Walburga, con la voz preocupada — No puede levantarse de la cama y está muy angustiado. No sé qué hacer.

Charlus asintió, entendiendo la gravedad de la situación — Voy para allá.

Pocos minutos después, Charlus llegó a la mansión Black y se dirigió directamente a la habitación de Orion. Al entrar, vio a su amigo omega llorando en la cama, luchando contra la desesperación.

— Orion — dijo Charlus suavemente, acercándose a la cama. — Estoy aquí, ¿qué pasa?

Orion levantó la vista, sus ojos llenos de lágrimas — No puedo moverme, Charlus. Me siento inútil y frustrado.

Charlus se sentó en el borde de la cama y tomó la mano de Orion — Es normal sentirse así en este punto del embarazo. Tu cuerpo está haciendo un gran trabajo al cuidar de tu bebé.

Orion sollozó, apoyando su cabeza en el hombro de Charlus — Es tan difícil. Me siento atrapado en mi propio cuerpo.

Walburga se acercó tímidamente, mirando a Charlus con gratitud — Gracias por venir tan rápido.

Charlus asintió, abrazando a Orion con más fuerza — Estamos aquí para ayudarte, Orion.

Después de un rato, Charlus y Walburga lograron calmar a Orion. Walburga, siguiendo las indicaciones de Charlus, se aseguró de que Orion estuviera cómodo y bien atendido. A pesar de la situación, la presencia y el apoyo de Charlus lograron aliviar un poco la carga emocional que Orion llevaba.

— Orion — dijo Charlus suavemente — recuerda que es normal necesitar ayuda. No hay nada de malo en depender de los que te aman.

Orion asintió, aún con lágrimas en los ojos, pero sintiéndose un poco más tranquilo — Gracias, Charlus. Y gracias, Walburga. Lo siento por ser tan difícil.

Walburga se inclinó y besó la frente de Orion — No tienes que disculparte, mi amor. Estamos juntos en esto. Siempre.

La tensión en la habitación disminuyó un poco mientras los tres se apoyaban mutuamente, recordando que, a pesar de los desafíos, el amor y la comprensión siempre serían su mayor fortaleza.

La tensión en la habitación disminuyó un poco mientras los tres se apoyaban mutuamente, recordando que, a pesar de los desafíos, el amor y la comprensión siempre serían su mayor fortaleza

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