2.- ¿Quién eres?

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Un pequeño parque donde íbamos todas las tardes después de la escuela, mi padre se encontraba revisando algo en su celular, era costumbre verlo siempre en ese aparato, a penas podía quitar la mirada del mismo. 

Me encontraba en el columpio rojo moviéndome hacia enfrente y luego hacia atrás, todo era perfecto, Darcel intentaba escalar aquel árbol grande y viejo, tenia raspadas las rodillas de tantas caídas y sus pequeñas manos se veían rojas de tanto esfuerzo. 

Ese día fue uno de los mejores sin duda, el único problema fue que no encontraba a mi mamá. 

Al captar que no se encontraba en ningún lado me empecé a poner nerviosa. - ¿Madre? - nadie respondió, - ¡Madre! -. Grité con todas mis fuerzas pero era como si nadie pudiera escucharme. 

Intenté bajarme del columpio pero cada vez iba más y más rápido, mis manos empezaban a sudar, no podía respirar ni ver con claridad lo que pasaba a mi alrededor. - ¡Ayuda! - Darcel seguía escalando pero ahora iba más alto, el árbol comenzaba a verse más y más enorme. Gire hacia donde estaba mi papá y lo vi paralizado, su celular cayó a sus pies y lentamente el fue desvaneciéndose. 

Cuando me giré a su dirección la vi. 

Mi madre estaba de pie con su pijama aperlada, sus ojos estaban blancos y de sus pequeños brazos brotaba mucha sangre. Intente de nuevo bajarme del columpio pero el piso estaba tan abajo que me daba miedo soltarme, la base del columpio rechinaba con tantas fuerzas que me daba miedo que se rompiera. 

- ¡Mamá! - y fue ahí donde tome el aire y salté... 

- ¡Cordelia! - me levanté con la respiración agitada, pegue un suspiro como si me estuviera ahogando en mi propia cama, puse mi mano en mi pecho y sentí que estaba acelerado como si hubiera corrido una carrera. Sudaba y temblaba, mil escalofríos pasaron por mi cuerpo. - Reacciona mujer, llevo casi diez minutos intentando despertarte - era Darcel, se veía preocupado. 

- Lo siento, tuve un mal sueño. - Quite la sabana que cubría mi cuerpo y me levante, camine aun temblorosa al baño y cerré la puerta detrás de mi. 

No escuché ningún ruido, así que sabía que estaba pensando bien que decirme mi hermano. - Solo quería invitarte a nuestra comida, mis amigos vinieron desde hace rato y no quería que te quedaras sola... - abrí la puerta con rapidez y salí con el cepillo de dientes en mi boca. 

- ¡¿Comida?! - Darcel soltó una pequeña risita insoportable que el solo hacía - ¿qué hora es?, ¿por qué no me habías levantado?. 

- Son las dos y media - giré a ver mi cómoda y vi el reloj, en efecto 2:35 de la tarde - no puedes quejarte, vine desde temprano para ver si querías dar una vuelta con Massimo pero no despertabas, así que decidí dejarte dormir. 

Massimo, hace semanas no lo veo, seguramente debe estar enojado conmigo, mi pequeño caballo de casi dos metros de altura debe de estar tan solo, luego daría una vuelta para verlo y darle manzana que tanto le gusta. Mi madre lo compro cuando yo cumplí quince años, lo nombro así porque le encantaba el nombre, sonaba fuerte he imponente; mi padre en cambio, no estaba tan convencido, siempre le llevaba la contra a mi madre, decía que mantener un caballo iba a salir demasiado caro y que yo lo terminaría olvidando en una o dos semanas, pero no fue así, desde que lo trajeron a casa yo ahorre mucho para poder comprarle su alimento, cualquier cosa que necesitará siempre daba mis ahorros, al final a mi padre no le quedó de otra que aceptar y terminó encariñándose tanto como yo, le construyó su propio establo en un terreno que teníamos sin usar cerca de la casa y adquirió a una yegua con su pelaje color zanahoria, en cambio Massimo tiene el pelaje negro como la noche. 

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⏰ Last updated: Jul 03 ⏰

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Está prohibido enamorarse de miWhere stories live. Discover now