Prólogo

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Darcel

Uno de los días más difíciles para aceptar...

Es su nacimiento, mamá está en la sala de partos y papá fue con ella, un día algo extraño para un nacimiento cualquiera, está lloviendo como si el cielo fuera la arena de una pelea de dioses, y la luz de la luna tan opaca por las enormes nubes grises llenas de rayos descendiendo por el cielo, además de que por lo que veo, no hay más familias esperando algún tipo de pariente que esté dando a luz.

Estoy solo, aunque en algún momento lo dejare de estar por mi nueva hermana, llamada Cordelia, un nombre muy discutido en la familia, mi madre al enterarse del embarazo pidió que se llamase así, no se sabe el porque.

En la sala esta tan abandonado todo, solo hay dos enfermeras hablando y tomando café, yo estoy sentado jugando con mis pies mientras espero a que mi padre venga por mi.

Es absurdo, me quitarán toda la atención, ya no seré el favorito de la abuela y todos van a estar con ella en vez de estar conmigo.

Escucho como la puerta de la sala a la que llevaron a mi madre en camilla se abre de golpe, y veo a mi padre con bata, guantes y gorro, estaba tan feliz, caminando hacia mi con una sonrisa brillante que tanto lo caracteriza.

— ¡Hijo! — grita caminando hacia mi — ¿estás listo para conocer a tu nueva hermana?

Lo único que pude hacer fue asentir, no puedo creer que veré a la persona que me quitará todo en el futuro, ni tan futuro porque cuando venga a la gran mansión que es nuestra casa, será el foco de atención.

Caminando hacia el cuarto que donde estaba mi madre y mi nueva hermana, empecé a ponerme tenso y nervioso, nunca había convivido de tan cerca con un bebé recién nacido, mis tíos jamás me dejaron cargar a mis primos cuando nacieron, pero es entendible, tenía tan solo dos años de edad, y seguramente los hubiera tirado la primera vez, ahora tengo cinco años, en los cuales he podido aprender mucho sobre lo que es mi mundo.

Al entrar al cuarto ya preparado con flores, globos, regalos y peluches, vi a mi mamá acostada en la gran cama con una manta en el pecho cubriendo el delicado cuerpo de mi hermana.

— Acércate Darcel — dijo mi padre dándome un pequeño empujón para acercarme a la cama donde estaba mi madre.

Mi mamá al verme sonrió, y de sus bellos ojos verdes resbaló una pequeña lagrima, volteé hacia sus brazos y la vi.

Esa pequeña niña que movía sus manos, movía su boca, se arrullaba en el pecho de mi madre y apenas podía abrir sus pequeños ojos grises.

Fue ahí cuando lo supe, debía protegerla ante todo lo que se interpondría en nuestro camino, ella era el precioso tesoro de la familia, no sentía envidia, no sentía rabia, no tenía ni un sentimiento agresivo ni negativo hacia ella, al contrario, la vi como la flor más hermosa y delicada que debía cuidar ante todas esas malas personas que quisieran arrancarla de su rosal.

Desde ese entonces prometí cuidarla, protegerla, ser el mejor hermano de todo el mundo, nadie la tocaría ni se acercaría a ella a menos de que mi padre y yo lo aceptáramos, aunque tengo que admitir, que sería difícil tener mi aceptación.

Años más tarde...

Cordelia estaba en el jardín jugando con una de las mucamas de la mansión, mi habitación daba al patio trasero donde ella se encontraba en esos instantes, estaba observándola por la ventana, mirando como corría detrás de uno de los perritos de la abuela, sonriendo como es costumbre verla siempre, con su pequeño vestido azulado y un listón blanco grande y ancho atado a su delgada cintura.

En ese entonces tenía 16 años, estaba con mis amigos en mi habitación haciendo proyectos de la escuela y hablando de cosas prácticas que no tenían sentido.

— Darcel, ¿tu que opinas de lo que dijo Matías? — comentó mi mejor amigo, prácticamente un hermano, Dilan.

No sabía que contestar, ni si quiera les estaba prestando atención.

— Déjalo, está vigilando a su hermana como siempre — dijo Matías jugando con una pelota de béisbol que tenía en mis repisas.

— Oh, su hermana, la había olvidado — se acercó a la ventana — pero mírala, si que a crecido... — antes de que dijera algo más mi mejor amigo, me volteé hacia el, lo tome del cuello de su camisa y el pareció desconcertado por un momento.

— Más te vale no volver a decir o dirigirte de esa manera a ella, Blanc — una de las cosas que menos me gustaba era llamar por su apellido a Dilan, solo lo hacía cuando estaba sumamente molesto con el, pero, cuando hablan de mi hermana, me es inevitable reaccionar agresivamente.

— Ey — dijo Matías acercándose — relájate Darci — Me sonrió de manera ligera y con un tono de gracia — no volveremos a dirigirnos de esa forma a Cordelia.

Solté bruscamente a Dilan de su camisa y caminé hacia mi escritorio, sacando una libreta y una pluma.

— Desde ahora tendrán que firmar un acuerdo — empecé a escribir en esa hoja de cuaderno, cuando finalice, la arranque con mucha fuerza, llevándome así dos hojas más — está prohibido enamorarse de Cordelia — ellos al principio se quedaron callados, pero con una mueca de burla en su cara, hasta que observaron lo tenso que estaba.

— Estas neurótico de verdad Darcel — soltó Matías, quitándome las hojas de las manos, se quedó leyendo lo que había puesto, su sonrisa fue apagándose, y puso una cara de horror y confusión a su vez — ¿es enserio? — dijo sin poder creérselo — ¡patético!

Dilan se acercó a leer ese pedazo de papel y quedó sin palabras, jamás me había atrevido a crear un acuerdo de esa magnitud, bien se sabe que soy el mejor de mi clase gracias a mis tratos, acuerdos, líos y apuestas, pero jamás había hecho algo así.

— Bien, lo leyeron y lo saben, el que se acerque a mi hermana o se llegue a enamorar de ella... saben lo que dice el acuerdo, es un trato — dije finalizando.

Mis amigos salieron del cuarto sin decirme ni una palabra, voltee a ver de nuevo hacia la ventana, y la observé, me estaba mirando, sonriendo, le devolví la sonrisa y ella alzó su mano y la agito en el aire a modo de despedida, pasando por el umbral de la enorme puerta de vidrio para entrar a la casa con la mucama y los perritos a su alrededor.

Jamás sufrirás Cordelia, tenlo por seguro.

[~]

¿Que me pasa por la mente en crear algo así?

Espero que les haya gustado y entretenido este prólogo, que tanto me costo escribir, y que hayan podido ver un poco de que se tratará esta nueva historia.

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Aquí inicia la vida de mi querida Cordelia y su hermano Darcel.

¡Gracias por leer!

R.

Está prohibido enamorarse de miWhere stories live. Discover now