1. El funeral de mamá

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Cordelia

[~]

Mi mamá fue una gran persona.

Una de las mejores personas que el mundo pudo tener.

Ella era alta, delgada, de cabello negro, ojos verdes claros, tes pálida, labios grandes, muy feliz, agradable con todos y contenta con la vida.

Una de las cosas que siempre me marco ella, fue que debía ser fuerte ante todo, el mundo es cruel, dañino y terriblemente grande para almacenar millones de personas malas.

Cuando ella era pequeña, la molestaban por ser alguien muy cerrada, me contó que una vez, sus propios compañeros la llegaron a encerrar en el sótano de la escuela, para que dejara de temerle a la oscuridad.

Así que siempre intentó inculcar fuerza en mi, que no lo que pintan las mentes malvadas es real, y que si llega a serlo, es mejor confrontarlo a esconderte.

Cuando Darcel y yo nos dimos cuenta que ya no estaba fue un golpe duro y seco, en mi caso, mi corazón dejo de latir por un segundo, mi respiración se alentó y solo recuerdo el dolor en mi pecho. Caí en cuenta que mi mejor amiga, mi mamá, una parte esencial en mi vida nos había dejado. 

Bajé lentamente las escaleras apoyándome en el barandal, solamente podía pensar en lo difícil que sería verla por última vez siendo enterrada lentamente en un hoyo lleno de tierra dentro de una caja de madera, jamás pensé que este momento llegaría tan pronto, habían cosas que aun teníamos que hacer, muchos viajes, contarle de todas las cosas que me pasaran, verla todos los días por la casa, cuando sembraba sus flores favoritas en el jardín o cuando íbamos a la playa las dos a broncearnos, cuanta falta me iba a hacer. 

Cuando llegue al fin al último escalón, una lagrima espesa cayó de mis ojos y resbaló de mi mejilla, llevaba el cabello suelto, no me esmere en arreglarme, el vestido negro era tan simple, pasé por el espejo de la entrada y vi las enormes ojeras, profundas y moradas que maquillaban mis ojos, me veía pálida y sin vida, como si una parte de mi hubiera muerto con ella.

El clima eran unas nubes grises y espesas que cubrían todo rastro de luz brillante en el cielo, como si el mundo supiera que la mejor persona que lo había habitado acababa de irse. 

Darcel me esperaba fuera del carro, un Audi deportivo negro brillante, su favorito, pero el no se veía tan feliz como siempre lo hace cuando lo usa, su mirada estaba perdida en el cemento; al momento de pasar a su lado el solo abrió la puerta, sin dirigirme la mirada, cuando entré cerro con un portazo y lentamente avanzó para subirse en el asiento de piloto. 

El camino era silencioso, no cruzamos ni una palabra, solamente era el ambiente tan pesado que era fácil de cortar con un cuchillo, jamás me había sucedido esto con Darcel, siempre intentaba distraerme en momentos difíciles, poniendo música o hablando de cualquier aventura loca que tuvo con sus amigos, pero ahora solamente era silencio, no era incomodo, pero si era pesado y difícil de aceptar.

Llegamos al cementerio, se apreciaban todas las lapidas, algunas más descuidadas que otras, pero la de mi madre era la más bonita y grande de todo el lugar. 

Habían sillas y grandes adornos de flores que rodeaban el lugar, toda mi familia estaba reunida, o al menos la mayoría de ella, no tenía tíos por parte de mi mamá, pero estaban presentes los hermanos de mi padre, aunque jamás tuvieron una buena relación con mi madre; quien más estaba destrozada era mi abuela Amelia, quien lloraba desgarradoramente por la pérdida de su única hija, a un lado de ella y sosteniendo siempre su mano era mi abuelo Nicolas, quien se veía enojado, frustrado, pero jamás llorando. 

Está prohibido enamorarse de miWhere stories live. Discover now