¿En qué momento el silencio entre ellos dos se volvió tan incómodo? O tal vez sólo lo era para Quackity...
Estaban sentados ahí en la habitación, simplemente acostados sobre la cama y cada quien en sus asuntos, no era nada diferente a lo que ambos chicos hacían usualmente. Entonces, ¿por qué Quackity sentía su cuerpo inquieto?
No podía evitar pensar que los latidos de su corazón se podían oír a millas de distancia cada vez que estaba cerca del lindo castaño con gafas. Es que simplemente no podía controlarse.
"¿En que piensas, Quackity? Te ves un poco distraído." Wilbur dejó de mirar la pantalla de su teléfono y giró su cabeza para encontrar su mirada con la del pelinegro, ofreciéndole una sonrisa justo al instante.
"¿Acaso estás pensando en alguna chica, hm? No me digas que por fin estas enamorado." El corazon de Quackity dió un salto dentro de su pecho, que incluso él pudo jurar que se saldría y volaría. No pudo evitar devolverle la sonrisa tontamente, completamente encantado.
Su corazón latía tanto cada vez que lo miraba, y más aún cuando lo hacía de esa manera. ¿Por qué rayos Wilbur Soot tenía que ser tan lindo? ¿Por qué tenía que girarse a mirarlo con esa sonrisa y esa mirada que Quackity tanto amaba?
Cada vez que el castaño le sonreía era como si hasta el lugar mas oscuro del mundo se iluminara, su sonrisa era tan bella como el mar al amanecer y el sonido de sus ligeras risas eran tan relajantes como las olas suaves.
Ay, tan condenadamente bonito, ese tonto.
Había veces en que Quackity ni siquiera respondía a lo que Wilbur le preguntaba, tal vez por miedo o por el simple hecho de que quería evitar caer aún más fuerte en el enamoramiento que había desarrollado hacia el castaño.
Le gustaba estar callado y, a veces, admirar en secreto al chico que lo hacía sentir tantas emociones, como un torbellino que atacaba su corazón sin piedad alguna.
Le encantaba el hecho de que Wilbur lo mirara, aunque también lo hacía recordar que no lo hacía de la manera en que Quackity quería. Él quería que el castaño lo mirara como si lo necesitara realmente, como si fuera más que sólo su amigo, como si su corazón se alterara al no soportar tanto amor.
Quackity sólo quería que Wilbur también sintiera lo mismo, pero esa maldita manera en que lo miraba le hacía recordar de mil maneras que eso no pasaría.
"Supondré por tu silencio que sí te gusta alguien. Muy bien, Quackity, casi podía apostar a que eras gay o algo así." Y ahí iba, con sus tontos comentarios. El pelinegro tenía claro que era broma, siempre lo era, y no podía evitar soltar una risita y poner los ojos en blanco como única respuesta
Ush, ese tonto. Lo odiaba.
Quackity podía recordar con demasiada claridad el dia que ambos se conocieron. Podía recordar todos desde el inicio.
Fue un día de aquellos en el que el clima estaba justo como le gustaba; un poco frío y algo ventoso, pero aún así había podido sentirse calientito con el montón de suéteres, el gorro y bufanda que su madre le había puesto antes de salir.
Sonreía al recordar. En su mente, el recuerdo podía verlo en tercera persona, como si espectara con mucho amor ese momento.
Estaba allí; un pequeño Quackity envuelto en ropa caliente corriendo por el parque, saltando feliz y explorando todo su entorno. Su madre, leyendo un libro, estuvo sentada cómodamente durante todo el tiempo en una de las bancas, cuidando a su pequeño desde lejos.
En un momento, él se encontró paseándose en uno de los columpios, el único que no estaba roto en todo el parque. Las cadenas eran frias, pero aún asi Quackity disfrutaba mucho del frío, lo hacía sentir extrañamente cálido.
"Oye, tú," Una voz sonó de repente y en menos de segundos, el pelinegro sintió que el clima frío desaparecía por completo, como si un sol hubiera aparecido. "¿Puedes... um, podemos compartir el columpio, por favor?"
Fue en ese instante en que el pequeño pelinegro supo que algo cambiaba dentro de sí y que no sería el mismo de ahora en adelante cada vez que esté con ese castaño de anteojos redondos.
Quackity no olvidará nunca el hecho de que la sonrisa y al actitud a veces un tanto molesta de Wilbur estuvo presente desde que eran pequeños. Era un detalle que le gustaba recordar.
Puede que su pequeño yo no haya sabido con exactitud el porqué se sintió así en ese momento, pero conforme crecieron de alguna manera lograron mantenerse unidos como grandes amigos.
Y no fue hace mucho, tal vez unos tres años, que Quackity pudo aceptar que lo que quería con Wilbur no era una simple amistad. Quería ir más allá y pasar momento inolvidables de su adolescencia con él, quería poder decirle todo lo que obligaba a su corazón callar, quería simplemente serlo todo para Wilbur.
¿Cómo es posible guardar con miedo tanto amor? Incluso él mismo llegó a pensar que Wilbur era un tanto estúpido. Quiero decir, ¿cómo es que no se da cuenta de lo tonto enamorado que actúa Quackity frente a él? ¿Tal vez sólo estaba fingiendo no saberlo?
Pero aún así Quackity se consideraba fuerte, pues nunca cedió ante ningún impulso de decirle cuanto lo amaba en todas esas veces que se encontraban solos.
Pero aún así, no podía ignorar por completo su corazón que (quiera o no) irradiaba brillos y amor por el castaño. Sentía incluso que su corazón estaba más vivo que el de cualquier otro, sólo por el simple hecho de que amaba con tanto fervor a alguien.
Maldición, Cupido, ¿en qué tonto lío metiste ahora al pobre chico?
...
Enamorarlo de su mejor amigo, qué original.
medio corto igual pero paciencia pls
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From The Start
Romance- El amor me está volviendo un poco loco... Tengo que sacar esto de mi pecho Te lo estoy diciendo hoy ︰ "¡ TE AMO !"