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Aquel día era una especie de tabú para ella, odiaba ese día, y tenia una razón de peso. Aquel día fue cuando toda su familia murió en un atentado terrorista, cuyo evento la perseguía hasta el día de hoy.
Le era imposible no ponerse algo sentimental o fastidiosa, aquel suceso le había afecto de muchas maneras y aun le dolía cada vez que lo recordaba.
Así que se encerró en su habitación, sin ganas de nada, ni siquiera de ver a sus amigos que tanto le habían ayudado. El dolor de los recuerdos era algo que prefería afrontar sola.
Pero no contaba con que su pareja era demasiado obstinada para aceptar que ella pasara aquella fecha completamente sola.
No tenia planeado que él la viera de esa forma, en su habitación, llorando. Y completamente desarreglada, en ese momento era todo lo contrario a lo que era su yo. Estaba frenética, intranquila, respiraba con dificultad, hecha un desastre de pies a cabeza.
A Franky sintió que se le hundía el corazón al ver las lágrimas de Robin. Las había visto antes, pero aún así se le partía el corazón. Odiaba ver sufrir a sus seres queridos, y Robin tenía dolor de sobra. Franky la abrazó y le frotó la espalda. Con ternura le dio un beso en la coronilla. Le dio una botella de agua fría. "Eh, toma un poco de agua"
Robin se despego un poco de él, pese a no quería hacerlo. Pero bebió un sorbo de agua: "Gracias, Franky".
El hombre le sonrió tristemente: "No te preocupes. Yo cuidaré de ti".
"Es un trabajo horrible".
Le acarició la mejilla y le besó la frente. "No para mí. No si eres tú".
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