Capítulo Único

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El cielo nocturno se había extendido en su totalidad, devorando la luz tenue que los rayos del sol, quien se escondía detrás de las densas montañas que formaban la frontera, que débilmente se habían despedido de los árboles de aquella ocupaba todo lo que los ojos podían ver. Si alguien estaba a suficiente altura, vería todo el bosque se extendía por varios kilómetros, sin hueco alguno para que algo construido hiciera presencia o para que la presencia humana fuera marcada. El pueblo más cercano, probablemente estaba a varios kilómetros, después de un extenso camino bordeado de árboles de grueso tronco y densas hojas de un verde casi tan oscuro como si la luz del sol no les diera la suficiente luz; como si la noche se hubiera impregnado, ligeramente, en cada de una de las hojas que vestían cada rama de cada árbol de aquel bosque.

Los bosques grandes como aquel, que ocupaban gran parte de territorio, contaban también con un nombre, como si estuvieran vivos y tuvieran consciencia propia. Este bosque no era distinto a otros de igual o mayor tamaño. Los humanos que lo recorrieron y, sobre todo, los que se instalaron cerca, le dieron un nombre acorde a su nación y país. Para todas las personas que conocieran la geografía del continente, aquel hermoso bosque de hojas verdes, era conocido como el Bosque de Fuego, una densa marea de árboles que protegía de la vista una de las aldeas más importantes del país, una de donde habían salido personas que se convirtieron en leyendas incluso cuando estaban vivas.

El Bosque de Fuego cubría gran parte del territorio del País del Fuego, una de las cinco potencias en el continente, creando una hermosa vista en primavera, otoño y verano que pocos países vecinos podían apreciar por la escasa vegetación en sus fronteras o por el clima horrendo que las acompañaba todo el año, como era el caso de del País de la Lluvia, donde parecía estar lloviendo todo el año y de donde salían extrañas leyendas, extraños cuentos propios de un cuento de terror. Sin embargo, el País de la Lluvia no era tan importante actualmente como el denso bosque cercano a la aldea de Konoha.

Konoha era una aldea situada en el corazón del bosque, rodeada de vegetación, con una importante misión: ser el centro del poder militar del país y constituir con sus personas la defensa de kilómetros enteros de superficie cubierta de árboles, hierba y ríos, lo que era una dura labor para los habitantes de la aldea. Pero como shinobi que eran en su mayoría, pues incluso las aldeas militares y ninjas como Konoha tenían población civil, aquellas tareas no eran un problema para ellos, no más que perseguir algunos animales o cuidar algunos niños. Lo importante de su labor, era la "seguridad" de todos los habitantes del país, ya fueran personas amables...o fueran la peor escoria del mundo. Un shinobi nunca negaba un trabajo y una aldea militar no vendía a sus altos cargos...a menos que no tuvieran algo que ganar a cambio.

La traición y la información oculta estaban sobre la mesa cuando se trataba de shinobi, sin importar la aldea. Ninguna aldea ninja era más honorable que otra. Ningún shinobi pelearía limpiamente si con ello obtenía la victoria para su país y el honor para su familia. Había personas capaces de idolatrar a los ninjas, de verlos como unos héroes. Pero esa era la mejor cara de la moneda, pues la otra estaba envuelta en sangre y estaba oscurecida por las manipulaciones y la traición, por asesinatos no descubiertos y venganzas que llenaban el alma de muchas generaciones de rencor y resentimiento en contra de otra familia o aldea.

La Aldea Escondida entre los Remolinos era un ejemplo claro hasta donde las personas podían llegar, empujados por su envidia y resentimiento, dejando uno de los momentos más sangrientos de la historia que pocos conocían, pues los participantes callaron sobre aquel asunto y lo ocultaron bajo toneladas de tierra, dejándolo como otro momento histórico para contar en los libros de historia, causando vergüenza a una de las aldeas aliadas de la mencionada.

Actualmente, el apellido Uzumaki desconocido por los jóvenes, pues no se conocía a miembros de dicho clan que hubieran causado una impresión en sus aldeas, en la historia de algún prominente líder político. Cuando una persona era conocida con dicho apellido, o bien pasaba desapercibida o bien desaparecía sin dejar rastro alguno. Solo esos dos caminos podía tomar alguien con el apellido maldito, y dicho apellido cargaba con miles de muertos.

Un Duelo Bajo la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora