CAPITULO 4

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De todos los lugares dónde pude imaginar reencontrarme con la chica del desfile, el invernadero de la mansión Senju era la opción inconcebible. Fue inevitable, los acontecimientos de esta noche estallaron uno a uno en mi mente, todos los relacionados con ella y los hermanos Senju: Kakashi había golpeado a Sasori por ella y  Naruto había estado a punto de atacar a Obito por causa de esta chica, además, la pelirosa convenientemente se presentó en lugar de Harumi. Ahora su relación era clara como el agua. Mis ojos se dirigieron a la palma derecha de la pelirosa, dónde el mismo tatuaje que observé en Harumi se mostraba. Kakashi también portaba esa marca poco común, lo note cuando su mano se apretaba con demasiada fuerza en el volante del auto. Debía ser una tradición en esta familia el tenerla, pues la tinta inconfundible del tatuaje de Kakashi estaba marcado en el mismo lugar que la mujer frente a mí.

-Si  quieres puedo guiarte.- Su tono suave me hizo salir del estupor en el que había caído ante mi descubrimiento- Debe ser difícil ser nueva en esta casa, no te sientas mal. El jardín es grande, además la nieve no ayuda a.- tuve que detenerla ahora, ella ya había dicho suficiente. Era mi turno.

- No- fue la primera palabra que mencioné desde que empezó con su equivocada conversación unilateral, no era una sirvienta y tampoco necesitaba su ayuda para guiarme. Al fijarme en su mirada supe que mi respuesta abrupta no fue la mejor forma de iniciar y me arrepentí de mi elección al instante, pues toda el aura amable que me mostró al inicio se esfumó, sus ojos ya no transmitían ningún tipo de calidez, ahora lucían una sombra cautelosa. Su postura se tenso, retrocedió con pasos lentos  y al hacerlo sus delicados muslos desnudos chocaron con las espinas de unos rosales, debió lastimarse pero no mostró ninguna señal de dolor. Por el contrario, su pequeña figura se irguió y cuadro sus hombros en señal de severidad.

- Debes marcharte ahora.- Fue una orden, su tono solemne y su barbilla  levantada con desafío.- Quizá burlaste la seguridad de la entrada, sin embargo, hay cámaras en todos los rincones de esta casa, estoy segura que te están buscando.- Bien, ahora estaba confundido. De que demonios hablaba?.- Entiendo que puedas tener problemas, la vida es difícil y es posible que no te haya quedado otra opción, pero entrar a robar a esta casa no solucionará nada. Al contrario, si te encuentran solo tendrás más problemas.- Perfecto, ella ahora me creía un ladrón. En el lapso de un minuto pase de ser la sirvienta en apuros al ladrón desesperado. Quise decirle que no era ninguno de ellos. Pero… por primera vez ella pareció mostrar algo de fuerza y tampoco podía negar que la parte idiota de mí quería ver a qué me llevaba todo esto.

- Y que me harán si me encuentran?.- Pregunté con arrogancia, ante mi declaración ella enrojeció, sus mejillas se tiñeron de un encantador color rojo y su nariz se frunció. Eso me hizo sonreír, ella lucía adorable.

- Ellos acabarán contigo.- Fue su respuesta tajante y para enfatizar su punto dio un leve pisotón en la tierra.

- Puedo con todos ellos.- No se de donde vino eso, sabía que no era correcto discutir con ella debido el estado en el que se encontraba, no solo era algo físico sino también emocional pues sus débiles sollozos todavía estaban frescos en mi memoria. Pero quería sacar algo de su ira, prefería su enojo a la tristeza en la que estaba sumergida en el momento en que la encontré. Y para mí sorpresa, la pequeña chica no me decepcionó y continúo con su discurso valiente.

- La seguridad no es amable con los intrusos, además mi familia no apreciará que me hayas elegido como tu víctima. Por tu bien, es mejor que huyas ahora, prometo que no le diré a nadie sobre ti.- Familia, si sabía perfectamente a quienes se refería. Al ver su expresión seria, supe que debía parar con esta situación tan inusual. Aclarar que no era ningún fisgón que tenía por debilidad robar casas,  sí, ese era el primer punto que tenía que cambiar.

- No soy un intruso y si somos honestos ni siquiera te he atacado, así que no eres mi víctima.- ella pareció analizar mis palabras con precaución, pero no dijo nada, al parecer no fui claro así que continúe.- Estoy en esta casa porque los dueños quisieron que así fuera.- dije arrastrando cada palabra y esperaba que entendiera que no iba a lastimarla, pero eso fracaso miserablemente, pues tras un largo momento en dónde pareció asimilar la nueva información finalmente habló.

- Si no eres un intruso entonces eres…un invitado?.- su voz flaqueó ante la palabra invitado. Por un segundo pensé en mentirle, decirle que efectivamente era un ladrón, incluso eso no la había asustado antes. Pero no quería seguir con este juego, tenía cosas que resolver y ella parecía ser una pieza clave para explicar los acontecimientos  de esta noche.

- Así es.- Sus grandes ojos se abrieron mucho más, si eso era posible, también pareció que había dejado de respirar.

- Uchiha…- Mi apellido cobró vida en sus labios rosas. Ella conocía a mi familia, su expresión había cambiado a una de absoluto temor, como si el conocimiento de con quién hablaba fuera el mayor de los pecados. Vi su cuerpo estremecerse con temor y supe que era el fin de nuestro pequeño encuentro.

- Lamento haber interrumpido su paseo, yo me retiro.- A pesar de su claro miedo, se despidió con educación, supuse que en ese ámbito ella se parecía mucho a Kakashi. Aún así, no podía dejar pasar el hecho que ella estaba huyendo de mi y su escape hubiera funcionado de no ser por unos guijarros que para su mala suerte la hicieron tropezar justo a mi lado. La sostuve de la cintura evitando su abrupta caída, por unos segundos disfrute de la cercanía de su cuerpo, estaba convencido que nunca en mi vida toque algo tan suave y delicado como ella. Me perdí en su aroma floral, que era más dulce que todas las rosas que nos rodeaban, su cabello estaba tan cerca, que mis dedos no pudieron abstenerse de acariciar las suaves hondas, tan suave como el algodón de azúcar…  Que mierda acabo de pensar?. Un jadeo lleno de temor me hizo saber que efectivamente la había cagado.

En menos de un segundo la pelirosa se soltó de mis brazos y se refugió nuevamente en los rosales que sabía que la lastimaban, era claro que prefería el dolor a mi cercanía. Vi como se abrazaba a si misma y negaba una y otra vez, sus ojos ahora acuosos  luchaban fervientemente contra las lágrimas que amenazaban con escaparse mientras murmuraba palabras que me eran difíciles de descifrar incluso a esta distancia. Parecía un cachorro perdido a quien acababa de golpear, al verla en ese estado y saber que en esta ocasión fui el bastardo que lo causó me fue inevitable controlar la amargura en mi pecho, una sensación con la que no había lidiado en años. Para disgusto de mi querido padre y tío, no era un desalmado que no sentía empatía por los demás. No quise ser el causante de su tristeza, jamás deseaba ser quien provocará su angustia, debí saberlo al empezar con esta idiotez. Provocarla había sido un terrible error y el revelarle quien era mi familia tampoco ayudo. Debía irme ahora, si me retiraba tal vez ella estaría mejor.

Cuando volví a ver a la pequeña mujer, ella se había alejado de las espinas de las rosales, algo que me alivió, al menos ya no tendría ninguna herida más esta noche. Sin embargo su cabello ahora estaba levemente desaliñado, cubriendo gran parte de su rostro y de sus ojos jade que ansiaba ver una vez más antes de marcharme. Con toda la sutileza y agilidad que podía tener, cerré la distancia entre nosotros y tome en mi mano un mechón de su larga cabellera y lo ajusté con cuidado con el pasador de flores de cerezo que hasta ahora había estado olvidado en el bolsillo de mi pantalón. Ella apenas lo noto, me di la vuelta y empecé a alejarme, teniendo la esperanza que como prometió no comentara con nadie nuestro inusual encuentro.

Sabía que estaba dejando de lado la oportunidad de averiguar sobre el desastre de esta noche,  pero al voltear a ver al ángel rosa, supe que no valía la pena. No, no era necesario atormentarla, ella ya parecía sufrir lo suficiente. Pero al estar cerca del pomo de la puerta, su voz me detuvo.

-De qué color son las flores? Del pasador quiero decir.- Su voz dulce me tentó a quedarme pero fue la inocencia de su pregunta que me hizo voltear y acercarme nuevamente a ella, a una distancia segura para su comodidad. Sus dedos pequeños y elegantes tanteaban las pequeñas formas de las flores.

- Combinan perfectamente con tu cabello.- Fue mi respuesta y eso hizo que ella me dedicara una diminuta sonrisa que removió mi alma. Ella asintió y por una vez en esta noche, sus ojos ya no reflejaban tristeza y tampoco la felicidad exuberante de la chica del desfile. Eran serenos, y totalmente preciosos.
- Gracias.- Un silenció cómodo se instaló en nosotros y por ese lapso de tiempo todas las preocupaciones y dramas se esfumaron. Solo estábamos ella y yo, en un invernadero rodeado de flores. Hubiera querido quedarme en este momento, con ella y su pequeña sonrisa dirigida hacia mí, pero no podía huir de la realidad. No cuando el golpe en su mejilla empezaba a adquirir un tono morado y la sangre de sus rodillas estaba ya seca por el frío, debía sacarla de aquí. Si, tenia la seguridad que ella no estaría muy de acuerdo con que la cargará, pero tendría que intentarlo, estaba apunto de hacerlo cuando su voz me detuvo.

- Me harías un favor?.- su tono era más suave y confiado ahora, talvez ella ya no me tenia tanto  miedo. -Me podrías decir si está rota?.- No lo comprendí, hasta que ella extendió la bola de nieve cerca de mi pecho. Se que esto era importante para ella, sus ojos me pedían que cumpliera con su pedido así que observé detenidamente el pequeño objeto. Había notado a una bailarina, pero ahora sabía que se trataba de alguien similar a ella, los mismos rasgos delicados y el tono similar de cabello, ella estaba en medio de un jardín uno que también se parecía al de esta casa. Esto era…nuevo, nunca vi algo tan especial, entonces lo noté, una pequeña fisura en el cristal, tan diminuta que nadie jamás se percataría de ella. No era importante, no era necesario que le mencionara esa pequeña imperfección. Sin embargo, cuando sus ojos expectantes se fijaron por primera vez en los míos y me atravesaron como si pudieran verlo todo, tuve que decirle la verdad.

- Solo tiene una pequeña fisura, no es importante.- era una declaración optimista, aún así, el rostro de la pelirosa se enmarcó con una profunda tristeza. Volvió a acunar el objeto en su pecho como si quisiera protegerlo de cualquier mal. Quería decir algo que la consolará, pero aceptaba que tenía nula práctica en eso. Pensé en ella en ese desfile, en lo hermosa y… follable que se veía en esa erótica lencería blanca, lo fácil que seria quitarle el endeble material y arrojarla a una cama o mejor aún a una pared…. Idiota no vayas ahí. Ella estaba ciega, pudo sufrir un accidente en ese desfile. A qué cabron se le ocurrió que era una buena idea que una chica en su condición desfilará? De nuevo empezaba la ira y también un deseo de protección que hasta ahora solo había guardado para mí hermano. No tuve tiempo de profundizar en eso, porque la pelirosa eligió ese momento para preguntar algo que me lleno de ira.

- Se nota mucho?- Está vez no tuvo que aclarar nada, su voz era una mezcla de aflicción y vergüenza, incluso su cabeza se inclino hacia la fría tierra. Ella no tenía porque sentirse de esa manera. Tobirama Senju era un hijo de puta y eso era algo que no pude dejar pasar.

- Lo hace, y siento decirte que el tipo que te lastimo es el mayor imbécil que tendré la desgracia de conocer.- la cruda tristeza en su mirada casi me hizo retirar de mis palabras. Pero no tenía tiempo para eso, necesitaba respuestas.

- Esto ha ocurrido antes? El te golpea con frecuencia?.- Directo y crudo , era así como estaba acostumbrado a ser. Odie como sus cejas se fruncieron en disgusto. Por favor no lo defiendas, pedí en silencio.

- No… él no es un hombre violento- su voz era  estable y sus palabras fueron dichas sin ninguna clase de sentimiento , como un pequeño discurso que había aprendido desde siempre.

- Siento discrepar,  pero el golpe en tu rostro es demasiado para negar que si lo es.- No sabía cómo era la relación de ella tenía con Tobirama, pero el simple hecho de que él la haya lastimado para después abandonarla a su suerte en este invernadero me hacía odiar al tipo. Cómo pudo tratarla así?.
Si ella no podía intuir lo que el bastardo le había hecho, era mi deber explicarle la realidad.

- Lo que él te hizo no está bien, si te lastima una vez ten por seguro que lo volverá a hacer.- No obtuve ninguna reacción, ella estaba frente a mi como un glaciar que no podía , así que continúe.- Una persona como él no merece que lo defiendas, no merece nada de ti. Puede que sea tu familia, pero en ocasiones lo mejor es alejarnos de ellos por nuestra propia seguridad.- Sabía que Tobirama era su padre, pero ella parecía ser un fantasma en esta familia, sus hermanos nunca la mencionaron y ella no aparecía en el presuntuoso cuadro que vi en la mansión. Acaso, la ocultaban?.- Tu no mereces.-

- Por favor detente- su voz fue apenas un murmullo, su mandíbula temblaba y pequeñas lágrimas finalmente habían cedido a ser derramadas. La pequeña tranquilidad en la que nos sumergimos hace un momento había desaparecido y ahora solo había un ambiente lleno de melancolía. Se que no tenía derecho a exigirle respuestas, apenas y la conocía. Mierda, ni siquiera sabía su nombre. Debía remediar la situación de alguna manera así que lo hice.

- Fuiste valiente.- era el primer halago que le hacía a una mujer en mi vida. No mentía, ella lo era, se había presentado en ese escenario y encantado a todos con su presencia, además no le temía a los ladrones ella me había enfrentado sin ninguna clase de temor.

- Valiente.- ella repitió mi halago con algo de conmoción en su tono, cerro fuertemente los ojos y cuando los abrió su mirada era lejana, sin ningún tipo de emoción. Sus manos se dirigieron a sus mejillas y quitó sus lágrimas.

- Nunca nadie me llamo así.- una sonrisa triste se dibujo en su rostro. Nadie la había llamado así? Quizá ninguna persona se había tomado el tiempo de conocerla, pues que se jodan, a mí me basto una noche para saber que ella lo era.

- Sasuke, mi nombre es Sasuke Uchiha.-  Quería que supiera mi nombre, quería escuchar las palabras salir de sus labios. También, no deseaba que me confundiera con Itachi. Sabía que ella pudo suponer que era él, después de todo, los Senju esperaban únicamente a mi hermano.

- Sasuke… gracias por todo.- Si un recuerdo quedaría marcado hasta el final de mis días, sería este. Sus preciosos ojos que parecían contener la luz del sol y las estrellas dirigidas a mí. Era un sueño, pero como tal tenía que despertar y volver a la realidad.

- Sakura!.- una voz ronca e inconfundible resonó. No me hizo falta ver el cabello plateado para saber que se trataba de Kakashi. Quien con pasos pesados y eufóricos se dirigía hacia el invernadero con los ojos clavados en su hermana.


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⏰ Última actualización: Jul 03 ⏰

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