CAPITULO 1

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Los rayos del sol entran por mi ventana, anunciando un nuevo amanecer

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Los rayos del sol entran por mi ventana, anunciando un nuevo amanecer. Hoy comienzan las clases nuevamente y mi entusiasmo por asistir al colegio es prácticamente nulo, ya que despertar temprano un lunes no es mi actividad favorita.

Me miro en el espejo y suspiro al ver mi reflejo. Puedo observar cómo el uniforme escolar se ajusta a mi cintura y cómo mi cabello castaño cae hasta mi cadera. Recuerdo el comentario de mi madre sugiriendo que debo cortar las puntas. En el momento en que veo mi rostro, me invaden las dudas: ¿estaré utilizando demasiado maquillaje?

Posiblemente, pero es la única manera de sentirme segura después de esos días.

Sin distraerme más, tomo mi bolso para bajar hasta la cocina, donde mi madre me espera. En cuanto la veo, puedo notar la elegancia que refleja, ya que su ropa siempre es muy formal . Su maquillaje y cabello rubio no se quedan atrás, básicamente perfección en toda su expresión, perfección que he tratado de seguir por años, aunque nunca consigo llegar a ese punto.

¿Estás lista? —me pregunta en cuanto deja de hablar por teléfono con su secretaria, muy posiblemente sobre cuántos pacientes la esperan, porque si quieres agregar más perfección, mi madre es una doctora muy reconocida en la ciudad, no solamente por sus maravillosos posgrados, sino por su juicio clínico tan acertado. Además, sus pacientes la aman.

Sí, ya nos podemos ir —le digo mientras que le doy un beso en su mejilla como saludo.

Ella toma las llaves y nos vamos rumbo al colegio. Durante el camino, pienso en lo que podría pasar este año, aunque al mismo tiempo imploro para que no sea lo mismo que el anterior. Para calmar mi ansiedad, miro por la ventana y observo cómo pasamos por la ciudad en la que he vivido durante toda mi vida y aún no me acostumbro a su preocupante tranquilidad.

Cuando llegamos, veo a muchas personas entrando a la institución, algunas conocidas y otras que solo conozco por algún rumor. De solo pensar en entrar, me da escalofríos.

Te va a ir muy bien, ya verás que sí, y si alguien te dice algo, solo tienes que llamarme —me dice mamá antes de bajar del auto.

Tranquila, estoy segura de que todo estará bien —le digo como una manera de tranquilizarla, pero realmente me lo digo a mí misma— Nos vemos en la tarde, te amo.

Bajo del auto y entro al colegio. De inmediato, siento cómo la familiaridad me invade. He estado en este colegio toda mi vida y lo conozco como la palma de mi mano.

Al entrar, observo cómo el jardín central está plagado de estudiantes que se reencuentran con sus amigos y colegas luego de un largo periodo vacacional. Paso la mirada buscando a mis amigas hasta que las veo hablando cerca del pasillo el cual conduce a los salones de 3ero y 4to año, me dirijo hacia ellas con rapidez para unirme a su conversación

Hola, ¿cómo están? —pregunté de manera general, aunque no me dio tiempo de terminar la frase cuando mi amiga Elena ya me estaba abrazando.

Espléndida DestrucciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora