Capítulo 2

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Itadori veía a la doctora con ilusión

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Itadori veía a la doctora con ilusión. Debido a que la técnica maldita de ella no tenía casi poder de ataque si no que solo servía de doctora, había entrenado mucho el físico.

Sabía luchar con rapidez para actuar rápido en casos de emergencia, una doctora especializada en los momentos más cruciales como salvar a hechiceros en peleas duras.

- Tienes mucha fuerza bruta, pero manejo de cuerpo.... No sé yo -hablaba con seriedad corrigiendo su postura con un palo largo.

- ¿Manejo de cuerpo? -pregunto confundido el adolescente mirándola.

- Oh vamos, lo estoy diciendo en palabras fáciles para que lo entiendas -suspiro con aburrimiento, ni siquiera usaba palabras técnicas para que el no se pierda.

Rodo los ojos y se mordió el labio inferior, pensativa.

- ¿Sabes cocinar? -pregunto con una sonrisa suave, podía tener alguna que otra idea la protagonista.

- Sip profesora ___ -respondio con inocencia el pelirosa sonriendo orgulloso de sus propias capacidades y de poder destacar sus cualidades.

Perfecto, podría explicarlo de una manera que el lo entienda.

- Pues vamos a ver, tu cuerpo es un platillo para comer que vamos a preparar. Tenemos buenos ingredientes, tú fuerza bruta y velocidades, pero... Nos falla a la hora de cocinar esos ingredientes, no sabes ni el tiempo de cocción ni como debes cortar los ingredientes, osea, manejar tu cuerpo -lo explicó con detalle para que el lo entienda.

El joven Yuji puso una mano en el mentón pensativo. Si, eso estaba muy bien explicado, ahora lo comprendía.

- Aaah así que tengo que aprender a como cocinar, según tú, controlar mi cuerpo totalmente -sonreía ilusionado por entenderlo.

- Muy bien -asintio con la cabeza acariciando sus cabellos.

Aunque su sonrisa se desvaneció y alejó la mano al ver que aparecían unas cicatrices por su cuerpo.

No podía creer que justo ahora, cuando el estaba entendiéndolo, lo arruine.

- Bonita ropa -hablo burlón ladeando la cabeza, estaba sin su traje de doctora. Solo ropa deportiva de entrenamiento físico dejando los brazos al aire,- estás fuerte para ser una mujer -.

- Y tu estás tonto para haber tenido tanto poder -respondio sarcástica,- devuelve a Itadori o la clase de acaba -advirtió mirándolo molesta.

Se encogió de hombros indiferente rascándose la cabeza como si le hubieran dicho una estupidez.

- Mmmh... Prométeme que me veras a la noche y lo haré. Si no, el corazón para estar más tiempo -hablo con un claro chantajeó. Quería salir ganando.

Tuvo que morderse la lengua para no mandarlo a la mierda o decir otro insulto.

Tenía unas ganas de pegarle una paliza.

- Quedaremos a la noche, ¿Feliz? -se cruzó de brazos sin entender porque había aceptado ese maldito chantajeo.

No era propio de ella, ¿Dejarse chantajear? ¿Por una maldición? Estaba delirando, volviéndose loca

- Así me gusta -murmuro volviendo Itadori,- Me dijo que me dejaría dormir si le dejaba hablar contigo ahora. Al menos no es agresivo -hablo apenado Itadori.

- Vamos a tener un entrenamiento el doble de duro por tu bromita -le advirtió al pelirosa con una sonrisa burlona. Si algo sabían todos, es que ella es muy rencorosa.

Siempre sabe vengarse de las mejores formas, como cambiarle el chocolate caliente y el contenido de los dulces de Satoru por café por la bromita de presentarle a Itadori.

Sabe que odia el amargo y se aprovecho de ello.

- Piedad conmigo -pidio haciendo ojitos de cachorro inocente y juntando las manos esperando que se compadezca de él.

Aunque efectivamente, no tuvo piedad y le dio un entrenamiento exhaustivo durante al menos dos horas y mediaz casi tres.

Itadori estaba agotado y tirado en el suelo sin camiseta por el calor, sudaba muchísimo tratando de tomar aire.

- Buen entrenamiento, me siento orgullosa de que no te hayas desmayado -lo felicitó dándole una botella de agua al cansando chico.

- Gracias -hablo con ilusión de a ver hecho un buen trabajo, echándose el agua de la botella por la cabezas y después beber la que queda. Por fin estaba bien refrescado.

- Vamos a quedar en una hora en el bar cerca de la academia. Era eso o que Sukuna te vuelva arrancar el corazón, nos vemos pequeño -se despidió de él con una suave sonrisa.

Se sentía satisfecha con el entrenamiento, Itadori había aprendido mucho incluso eso le podría ayudar para el poder maldito. Manejar el cuerpo primero para manejar la energía maldita después.

Lo malo era el costo de ese entrenamiento, otro condenado día con esa loca psicópata sádica maldición, apodado el rey de las maldiciones.

Era una ironía, odiaba las maldiciones, las aborrecía sin embargo llamó la atención del rey de ellas.

¿Qué tan mala suerte de puede tener? No lo tenía muy claro.

- Tierra trágame y déjame descansar en paz -suspiro agarrando un chupito para tomarlo de un trago al ver que Itadori se acerca,- No entran menores aquí, simplemente vamos a pasear un rato -le aviso.

Hizo una mueca de molestia y puro odio al ver otra vez esas malditas marcas por todo el cuerpo. Oh dios, no lo soportaba.

Tenía ganas de arrancarle la piel, una a una.

- ¿Me echabas de menos? -pregunto bromista y con total arrogancia, aunque sabía mejor que nadie la respuesta a esa pregunta. La conocía cada vez mejor.

- Ni un poco, si tengo que ser sincera -bostezo de aburrimiento caminando a su lado por la calle.

- No tienes que mentir para verte orgullosa nena -hizo una mueca molesta.

Sabía la respuesta a la pregunta y aún así, lo odiaba. Odiaba esa respuesta fría, quería su sumisión, su atención completa y absoluta.

Pero sabía que no podía tenerla, todavía, por el momento. Ya llegaría a su poder y obtendría lo que le da la gana.

Lo tenía muy claro.

- Vamos a tener un buen paseo, ¿Si? -reía poniendo un brazo encima de sus hombros, impidiendo que se aleje de él.

Sentía como forzaba intentando soltarse sin éxito, el era fuerte. Demasiado fuerte para ella.

 Demasiado fuerte para ella

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Sukuna - Antagonismo [Yandere]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora