Capítulo 7

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- Itadori hazme caso -dijo la doctora con ira en cuanto escuchó la voz de la maldita maldición que la atormentaba una y otra vez

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- Itadori hazme caso -dijo la doctora con ira en cuanto escuchó la voz de la maldita maldición que la atormentaba una y otra vez.

- No la escuches, no aguantará. Es una doctora y punto, las maldiciones de la comerán ¿No te sentirás culpable? -hablaba Sukuna.

Itadori nervioso y asustado, muy confundido, empezó a mirar a todos lados. No sabía que hacer, por una parte su deber era obedecer a la doctora ___ pero por otro lado, no quería dejarla sola a su suerte ya que no se veía capaz de cargar con esa culpa.

Tampoco podía salir corriendo, ya estaban rodeados y romper paredes solo llamaría más la atención. Su mente estaba colapsando entre la discursion de ambos.

- ¿Y quién eres tú para decirme que puedo hacer y que no? ¿Eh? ¿Tienes un puto medidor de fuerza o capacidad metido en el culo para afirmar eso? El no tiene ninguna culpa -respondio sin filtro alguno por la ira, ya sin tomar en cuenta la presencia del adolescente ingenuo.

- Ser realista no es difícil, ¿Acaso los doctores no son inteligentes? Se nota que eres una mujer, terca y estúpida. Niegas la realidad porque no quieres mi ayuda, te van a humillar y desinflar esos aires en nada -murmuro entre risas, aunque estaba tenso. Sabía que tenía la razón.

No lo pensó dos veces y metió la mano en la boca de la mejilla del pelirosa, tirando de la lengua.

- ¿Estás sugiriendo que no soy inteligente por ser mujer? Sigue hablando así y te cortare la maldita lengua, ahora, os vais a ir y dejar de tocarme las narices. Mis ordenes son la ley aquí, imbécil -dijo con firmeza mirando con frialdad a ¿Ambos? Era difícil decirlo ya que era un recipiente, básicamente, dos seres en un cuerpo.

El pobre Yuji trago saliva y se levantó, empezando a caminar en silencio por donde ella le había indicado antes. ___ no dudo y se levantó también del suelo, caminando por el pasillo.

Había maldiciones tantos pequeñas como grandes y poderosas, pero no dudo en usar su fuerza para empezar a acabar con algunas llamando la atención de todavía. Abrió los ojos al notar que empezaban todas a reunirse en el estrecho pasillo.

- Mierda -se quejó cuando un escombro rozo su cintura haciendo un corte en su costado, lo tocó con la mano y se mordió el labio al ver la sangre. Rápidamente reaccionó y se protegió de otra maldición cayendo al suelo.

Intento arrastrarse hasta que su espalda tocó una pared vieja y sucia, con ambos cuchillos pequeños en sus manos intentando verse intimidante o protegerse de forma inútil.

Justo cuando el poder de una maldición estaba a punto de estrellarse en su rostro  una mano se puso delante, tomando la habilidad como si hubiera sido una brisa de viento molesta. Esa mano, esas garras, esas marcas.

- Yo te jur- -no pudo seguir hablando cuando fue cargada en el hombro del cuerpo del adolescente que estaba siendo controlada por la maldición.

- Tú culo desde aquí se ve bien, aunque esa herida no -susurro con una voz seria al notar la sangre. Por primera vez no sonreía burlón ante un enemigo tan débil.

Ni siquiera podía centrarse en ser el Sukuna arrogante y egocéntrico, la habían tocado, es más, la habían dañado y eso no podía permitirlo ni perdonarlo. No tomo mucho para que destrozará todas en silencio absoluto y con frialdad, cuando solo quedaba una la aplastó con su pie.

En ningún momento permitió que ella se moviera y saliera de su hombro, cargándola como si fuera una pluma sin esfuerzo alguno.

- Tanto movimiento se me puede infectar la herida o perder mucha sangre -utilizo de escusa para decirle cualquier cosa que no fuera un gracias, un debí hacerte caso o esas malditas tonterías que tanto odiaba.

Sukuna borro su rostro serio para sonreír con su característica arrogancia y burla, posando la mano en su trasero y apretándolo un poco.

- No hace falta que digas gracias, tú culo ya lo hace mujer -murmuro sin vergüenza alguna riendo. No sabía cuánto tiempo llevaba queriendo hacer eso, pero lo disfrutaba eso desde luego.

- ¡Te voy a matar Sukuna! -grito tirando de su pelo, clavando las uñas en su espalda y golpeándola de forma repetida muerta de vergüenza e irá por el atrevimiento de la maldición.

- Eso es por tirarme de la lengua -susurro manteniendo su sonrisa. Era un cosquilleo para el, uno muy placentero que ella la toque.

El tacto, la cercanía, el dolor, su rudeza y palabras insultantes buscando humillarlo, todo eso lo volvía loco. Sabía que esa era ahora su mujer, que siempre lo sería sin duda.

Estaba rendido ante una mortal, una humana, una hechicera sin apenas poder.

- Puto machista psicópata sádico de mierda engreído egocéntrico condenado, ¡Ya vete, vete, vete de una vez! -se quejaba intentando patalear, cada vez más cansada por el dolor de la herida y la adrenalina abandonando su cuerpo lentamente. Sin poder pelear más.

El la estaba llevando acuestas fuera del edificio, donde seguramente les esperaría un coche en un rato para llevarlos.

Puso una mano en el mentón fingiendo pensar en sus reclamaciones y exigencias como si las tomara en cuenta, como si estuviera analizando sus insultos.

- Déjame pensarlo bien -murmuro de forma perezosa poniendo los ojos en blanco hasta clavarlos en su trasero, que estaba literalmente al lado de su cara,- no, ya deja de quejarte -suspiro fingiendo que sus quejas le molestan.

Adoraba sus quejas, eran adictivas, su voz femenina pero ligeramente grave dándole un toque dominante, su atrevimiento y furia. Lo hacía incluso ponerse un poco colorado, cerrando un poco los ojos para apreciar su cuerpo.

- El día que te mueras seré la mujer más feliz en la faz de la tierra, ¡Haré una fiesta que dure días! Maldito pervertido, deja de mirarme -susurro con las pocas energías que le quedaban, cada vez más pálida.

Necesitaba atención médica.

- Ya callate y guarda tus energías, si no llega ese coche o cosa rara te llevare en brazos todo el camino. No puedes quedarte aquí así con esa herida -no podía ni siquiera fingir que no estaba empezando a preocuparse por ella, era un hecho.

Debían irse cuanto antes.

Debían irse cuanto antes

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Sukuna - Antagonismo [Yandere]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora