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Me gustas tanto como el primer día.

Me gustas tanto como el primer día

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———Rusia———

Llegué a la casa de mi tío por la madrugada, su esposa, Vietnam, fue la primera en recibirme.

— ¡Dios mío Rusia! — casi se persigna al verme—. No pensé que esto fuera tan serio.

Me encogí de hombros sin decir nada, sabiendo que la ola de preguntas vendría sobre mí.

— Revisa esas heridas mujer— mi tío, China, le dijo a su esposa colocando un botiquín en la mesa del centro—. Carajo hijo, me parece que esta vez fue peor que la primera, ¿Qué sucedió?

Mi tía comenzó a quitarme las vendas de los brazos, los hematomas en el abdomen eran los que menos dolían a comparación de no saber qué pasaría con México. China me miraba serio desde el sillón frente a mí.

— Rusia...

— ¡Hola! — una voz de niña robo nuestra atención.

Era la hija de mis tíos, Norte, quien ya había crecido, no tenía más de trece años. Nos miraba muy atenta, cuando me reconoció corrió abrazarme, pero se detuvo al ver mis heridas.

— ¡Ru! ¡¿Qué te paso?!

— Norte, hija— Vietnam la tomó de las manos, alcancé a sonreír—. ¿Qué haces despierta?

— Escuché ruidos, ¿Por qué Rusia está tan mal?

— Tuve un accidente— respondí enseguida—. Son heridas superficiales, nada grave niña.

— Norte—pronunció mi tío con autoridad—, ve a tu cuarto, nosotros nos encargaremos de tu primo.

Norte hizo un puchero, aun sin deseos de ser reprendida, se despidió de mí y obedeció. Cuando estuvo lo suficientemente lejos, confesé.

— México— respondí—. Así se llama mi novio.

Mis tíos se miraron entre sí con un matiz triste, comprendiendo la situación. Ellos sabían que tenía una atracción hacia los chicos, desde la primera vez que me enviaron a su cuidado cuando me atreví a darle un beso al tipo que me gustaba en secundaria.

Se supone que ellos me reinvicarian debido a su fe con Cristo, pero, por el contrario, resultaron empatizar conmigo como jamás lo hicieron mis padres. Por ello Ucrania se empeñaba en hacerme entrar en razón, pues sufrió mucho cuando me fui por primera vez.

Lo que pasa es que, en esta ocasión, me enamoré.

Ninguno de los dos dijo algo extra, simplemente, terminaron de limpiar mis heridas para al final llevarme a mi habitación.

Siempre me pregunté que se sentía estar perdido, algo me decía que yo ya lo estaba. Mis padres me hicieron olvidar la carrera, me fui de casa y dejé a alguien valioso, sin explicaciones. Me frustraba pensar en la preocupación de México, el hecho de que no habría un ángel que le confesara la verdad y odiaba imaginar lo mal que mi ausencia le haría sentir.

Dime Si Tú [R u s m e x]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora