Capítulo 3: La puerta hacia lo desconocido

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Sienna Bianchi

Sienna Bianchi

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Amelia

La lluvia marca el comienzo de este caluroso día. Me encuentro sentada en el porche con una taza de café entre mis manos, y hoy es el día... Voy a conocer a mi prometido, Luca. Solo de pensarlo, el estómago se me retuerce de nerviosismo. Estoy asustada; solo he tenido un novio en toda mi vida y apenas duramos tres meses. Me dejó en cuanto tuvimos sexo. Era solo un idiota presuntuoso que se creía mucho por venir de una familia adinerada... eso sí, ambos teníamos diecisiete años en aquel entonces. A veces lo veo en eventos, siempre acompañado de una nueva novia, así que supongo que no ha cambiado mucho con el paso de los años.

Admito que deseo fervientemente que Luca Visconti no sea un hombre desagradable que me busque solo cuando le apetezca, y que no sea agresivo. Conozco bien hasta dónde son capaces de llegar mis padres para mantener su estilo de vida. Soy su hija menos favorecida, por eso supongo que me vendieron a mí en lugar de a Lena; quizás sea lo mejor. Mi hermana tiene una vida llena de sueños magníficos, mientras que yo siempre me he sentido perdida, sin rumbo. Digamos que me he dedicado principalmente a ir a fiestas, eventos, vacaciones y, sobre todo, a gastar dinero. Sé que no he logrado mucho a mi corta edad. Durante un tiempo quise estudiar administración de empresas, pero papá dijo que eso no era para mí; que las mujeres con una personalidad superficial no llegaban lejos gracias a sus estudios, sino por el esposo que tenían a su lado. Eso es exactamente lo que mamá hizo, así que tal vez tenga sentido que ahora termine como ella.

Noto de reojo que mamá aparece a mi lado- Amelia, ve a prepararte. En una hora partimos hacia la mansión Visconti- hago ademán de hablar, pero me interrumpe. -Y sin quejas, a partir de ahora tu máxima prioridad es complacer a Luca- dicho esto se retira. Tomo un par de bocanadas de aire tratando de relajarme antes de levantarme y subir a mi habitación a alistarme.

— ☾ —

El trayecto hasta la casa duró alrededor de una hora, ya que quedaba a las afueras del pueblo. Papá me contó que esta propiedad, aunque pertenecía a los Visconti, había estado deshabitada por años. Al parecer, Luca decidió cambiar de residencia y mudarse a un lugar más privado; apenas lleva unas semanas aquí. Al llegar a la propiedad, tuvimos que cruzar una reja rodeada por un muro que impedía ver el interior. Varios hombres rondaban y nos observaban con atención. Papá estacionó frente a la mansión, que tenía paredes de piedra, una gran puerta negra en el centro y era de dos pisos. Junto a mis padres, bajamos del auto, y una mujer con traje negro, que rondaba los cincuenta años, nos recibió con una amplia sonrisa.

-Bienvenidos -se acercó lentamente hasta quedar justo frente a nosotros. Su mirada se posó en mí- el patrón los espera, por favor, síganme -se volteó y comenzó a caminar en dirección a la puerta.

Al entrar, quedé embobada con la vista. La entrada de la casa era impresionante, un amplio vestíbulo que daba paso a un lujoso living. Los suelos de mármol pulido reflejaban la luz de una gran lámpara de araña que colgaba del techo alto, iluminando todo con un resplandor cálido. A ambos lados del vestíbulo se extendían un par de pasillos, y al fondo, dos majestuosas escaleras de madera oscura ascendían en una elegante curva hacia el segundo piso. El mobiliario era una mezcla de antigüedades y piezas modernas, cuidadosamente seleccionadas para crear un ambiente de sofisticación y lujo. Las paredes estaban decoradas con cuadros y tapices que hablaban de la historia y el poder de la familia Visconti. Era un lugar que inspiraba respeto y, a la vez, una cierta inquietud.

Entre Sombras y EspejismosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora