Prólogo

8 1 0
                                    

3/Febrero/2020

Cepillo mi cabello mirándome al espejo mientras pienso en mi amiga y su viaje. "El viaje" que se suponía haría con su prometido, o mejor dicho, su ex prometido. Pensé que ellos dos encontrarían su "felices para siempre" después de haber superado tantas adversidades juntos. Ella creía que él era el hombre de su vida, pero dos años después de afirmar eso, lo encontró en su despacho, donde trabajaba, teniendo una aventura con su secretaria.

Había escuchado a Mia mencionar el viaje a Londres varias veces antes. Ella me había preguntado si quería acompañarla, pero nunca le había dado una respuesta definitiva.

La voz de mi madre rompió mis pensamientos.

—¡Ada, Mia está aquí! —exclamó desde abajo.

Un suspiro escapó de mis labios mientras finalizaba de arreglarme y descendía las escaleras. Al alcanzar el pie de esta, vi a Mia parada en la sala, con los ojos enrojecidos y húmedos por el llanto. Su frágil figura parecía vulnerable ante cualquier ráfaga de viento.

—Hola, Mia —murmuré, acercándome para abrazarla. Mia se aferró a mí, temblando ligeramente.

—No sé qué hacer, Ada. El viaje a Londres ya está pagado y programado. Necesito saber tu respuesta y de no ser necesario no te hubiera pedido nada, pero ada, planeaba hacerlo con él, pero ahora... —su voz se quebró, dejando al descubierto su desesperación.

La conduje hacia el sofá y la hice sentarse, tomando sus manos entre las mías.

—Lo sé, amiga y sabes que no estás sola. Estoy aquí contigo y sobre el viaje, tengo mucho trabajo en la empresa de mi padre, además de Hawkins, mi cachorro. No puedo dejarlos—confesé con un suspiro.

En ese momento, mi madre, que había estado escuchando desde la cocina, irrumpió en la sala.

—El trabajo no importa, Ada. Hablaré con tu padre y él entenderá la situación de Mia. Y en cuanto a Hawkins, puedes llevártelo. Mia, ¿es cierto que permiten perros en el hotel no? —preguntó, mirándola con una sonrisa tranquilizadora y triunfante.

Mia asintió con entusiasmo, sus ojos brillando con una nueva esperanza.

—Sí, en el hotel permiten perros. Y solo serán seis meses, Ada —añadió Mia.

Mis ojos se abrieron de par en par y exclamé, sorprendida:

—¿Solo seis meses?

Mi madre y Mia sonrieron, y supe que no había manera de negarme. Este viaje no solo sería una oportunidad para Mia de sanar y olvidar, sino también una aventura inolvidable para ambas.

Mientras consideraba la propuesta, una chispa de emoción comenzó a encenderse dentro de mí. Londres siempre había sido un sueño lejano, una fantasía que ahora se presentaba como una posibilidad real. Viajar con Mia, descubrir nuevos lugares y culturas, y escapar de la rutina diaria, sonaba cada vez más tentador.

—De acuerdo, iré contigo —dije finalmente, esbozando una sonrisa que iluminó el rostro de Mia—. Vamos a hacer de este viaje algo inolvidable.

Y con esas palabras, el destino quedó sellado, embarcándonos en una aventura que cambiaría nuestras vidas para siempre.

¿Destino o coincidencia?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora