Capítulo 2: La Sombra del Tirano

3 0 0
                                    

"Estoy cansado de ser lo que Tú quieres que sea, no sé qué esperas de mí, soportando la presión de vivir a tu sombra."


Esta frase resuena en mi cabeza cada vez que pienso en él. Sin querer, lo que ha sido un problema durante años de peleas y gritos, nunca se detuvo a pensar, quizá yo provoqué esto. ¿Cómo lo va a pensar? Si siempre tiene la razón, si es el conocedor de todo. La palabra del niño, del adolescente, del joven, jamás estarán a su altura, porque él tiene más experiencia que todos ellos. ¿Para qué tomarse la molestia de escucharlos?

Durante mucho tiempo, el niño vio en él a un héroe, un soporte. Pero de pronto, comenzó a tornarse en lo contrario. Primero fueron los regaños por no acompañarlo a la iglesia, un lugar desconocido para el niño, donde no se sentía seguro. Esos regaños se convirtieron en dolor, y poco a poco, el tirano se detuvo al ver la inmunidad del niño. Sin embargo, la brecha ya se había formado.

¿Qué es para un niño solitario hacer amigos y convivir con ellos? Muchas cosas pueden salir de ello, pero para el tirano, esto no era así. Cuando el niño decidió acercarse a él para salir con sus amigos o para hacer una pijamada, el tirano dijo NO. Lo que provocó que el niño dejara de pedir permisos. Claro, ¿Cómo podría hacer cambiar de opinión al tirano? Enfrentarse a él no era beneficioso para el niño; soportar gritos, peleas, o incluso golpes no valía la pena. Para el tirano era educación; para el niño, sufrimiento. Llegó al punto de sentirse reprimido, alejado de ciertas experiencias, de ciertos momentos, de acercarse a más personas. Pero todo tenía que cambiar en algún punto. El niño dejó de ser niño y se convirtió en adolescente, con un poco de abandono, un poco de indiferencia, lleno de quejas y de ira. Sin lograr ocultar todas esas heridas, encontró su lugar seguro en la música.

El adolescente siguió soportando ciertas peleas, momentos de gritos, pero poco a poco se fue perdiendo en la música. Encontró su voz llena de ira y odio, y decidió que las cosas cambiarían, que sería escuchado sin importar el costo. Ya no importaba qué tan duro podía ser el tirano, ni cuánto dolieran los golpes o afectaran los gritos. El adolescente no sería ignorado; iba a ser escuchado, le gustara o no. Así que el tirano ya no podría voltear su espalda; el adolescente encontraba formas de hacer que volteara. Por supuesto, la diferencia entre él y el tirano eran los golpes. La regla principal: nunca seguirle sus golpes. A fin de cuentas, solo quería ser escuchado y reconocido.

Qué difícil y estresante puede ser que el tirano, por más que escuchara los gritos ahogados del adolescente, jamás lo entendiera, jamás buscara acercarse o, al menos, abrazarlo y decirle que todo iría mejor. No, el que no entiende es el adolescente. No sabe, debe aprender de la vida. ¿Cómo puedes ser tan duro? ¿Cómo puedes hacerte el de la vista gorda? Incluso cuando escuchas esos gritos ahogados de un adolescente sin ganas de vivir por no entender qué es lo que quieres de él, qué esperas de él.

Un niño que creció reprimido, un adolescente que tuvo que esconder sus emociones, que aprendió a no expresarse. ¿Por qué tomarse la molestia de expresarse si nadie iba a escucharlo? Tantos agotamientos mentales, amor duro, porque claro, ser sensible nunca ayudó. Querer entender al tirano, mucho menos. Eso forja muchas cosas, como una barrera para protegerse a sí mismo, una barrera para no confiar en nadie, una barrera para rechazar el amor. Después de la niñez, nunca lo sintió de nuevo. Pero claro, unos zapatos que llenar llevaron al adolescente a ser competitivo, egocéntrico, pero inseguro. ¿Cuál es la diferencia cuando tu corazón está hecho de piedra, tu mente de oro, y tu lengua de espada pero se ha debilitado tu alma?

En ciertos momentos, tanto dolor, tanta confusión puede llegar a perder a cualquiera. El adolescente no encontraba un lugar al cual pertenecía y se preguntó: ¿Cuándo comenzó todo esto? ¿Por qué me siento estancado? No quiero esto, quiero sanar, quiero sentir que soy parte de algo real. Quiero dejar ir todo este dolor que he sentido por mucho tiempo. Y entonces llegó al punto de quiebre: si no son ellos, si no es el tirano, ¿Quién me podrá salvar? Simplemente, el adolescente fue dejado en el vacío con palabras que no podían defenderlo. Sin darse cuenta en qué se convirtió por culpa del tirano, que sin importarle, vio cómo el adolescente caía y caía hacia la oscuridad. Así, el adolescente solo quería una cosa: que las luces se apagaran, para que cuando el tirano abriera los ojos, se diera cuenta de que el adolescente se había ido, sin poder ayudarse a sí mismo, en silencio y solo, dejando una nota al aire:

"Dime de nuevo, qué debo ser, quién debo ser, cómo debo ser, cómo hago lo que quieres que haga. Dime de nuevo, como no hay otra manera, eres culpable de todos modos, estás demasiado cerrado para avergonzarte. Quieres señalar con el dedo, pero no hay nadie más a quien culpar."

El Diario de Daniel (Versión en Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora