Sinopsis

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Disfrutaba mucho de la presencia de Bella. La escuchaba hablar, y la acompañaba en sus risas. Me imaginaba todos y cada uno de los detalles que hacía servir para contar su vida, y me maravillaba por todos ellos. Acariciaba como puñaladas en la espalda cada palabra y cada viva expresión que empleaba para hacerme admirar su historia. Poco a poco se iba agrietando mi mundo interior, aunque en el exterior no había indicios que lo percataran.

Me obstinaba en creer que estar al lado de Bella me aportaba felicidad, cuando todo lo que hacía era destruirme, desmontar las piezas que por el momento habían permanecido unidas. Mis ojos acaramelados parecían perder el color siendo consumidos por los arrebatadores ojos de Bella. Aun así, permanecía a su lado, sintiéndome dependiente de esa chica que a pesar de todo me servía para no sentirme sola.

-¿Heather? -Y ese era mi hermano pequeño, Noel, quien tenía el don de aparecer en los momentos menos pertinentes. Me alejé de la ventana y lo miré-. Mamá dice que bajes a comer.

-Dile que ahora no puedo.

-¡Siempre igual, Heather! ¡Eres una irresponsable y una patética! ¡Una hermana patética!

Me lo quedé mirando, con una irritación desmesurada y con un disgusto enorme.

-Mira, ¡déjame en paz niñato! Que si no fuese por mí, tú no tendrías ni un solo amigo.

Y entonces, lo que presencié a continuación me dejó totalmente desubicada y apenada.

-Solo te había dicho que no pasaba nada porque llegaras un poco tarde -dijo con una voz apagada y desgarradora. Me hizo cuestionarme muchas cosas, y me hizo sentir tan mala persona que perdí el control. Me agarré la cabeza con ambas manos y me puse a chillar como una auténtica lunática.

Noel se asustó tanto que dio marcha atrás, saliendo por la puerta y se escondió tras el marco. «Por las lunas, que es solo un crío de doce años, ¿Qué me está pasando?».

-Vete -solté con frialdad.

-Eres mi hermana.

Eso me dolió aún más.

Y de pronto, la voz de Bella: ¿A quién prefieres, a él, o a mí?

Debilitada por el fortuito dolor de cabeza que había comenzado a amenazarme, y aturdida por la situación en general, partí a llorar.

Me quedé al lado de la ventana.

La Vida Sin FiltrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora