El ciclo

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   Presiono la linterna contra mi pecho y cierro los ojos, un poco para protegerlos del sudor que me corre por la frente y mucho más por el pánico que me paraliza y me estremece.

   Aunque mamá me lo prohibiera, maldigo.
   Maldigo el mes de junio, maldigo a la noche y a mis sábanas de algodón; pero, sobre todo, maldigo a la horrenda criatura que ahora mismo me observa desde el marco de la puerta.
  No puedo verla pero la siento, sé que está ahí, respirando, esperando una señal para atacar. Después de todo, siempre es necesario que alguien haga algo para que las cosas cambien.

   Se acerca un poco más y ya no puedo soportarlo. Con un único, rápido movimiento me quito las sábanas de encima y le apunto directamente con la luz de mi linterna.
   La criatura se retuerce en su agonía y se desintegra lentamente hasta no ser más que la sombra proyectada por el señor abrazos desde mi mesa de noche. Tomo el juguete y lo guardo en un cajón. Ahora ya no hay nada que temer.

   Me pongo mis pantuflas para no hacer ruido en mi recorrido al baño, necesito lavarme la cara y mirarme al espejo, prometerme que ya todo está bien.

   Al regresar por el largo pasillo la oscuridad me traga y debo estirar mis manos para buscar a tientas el pomo de mi puerta. Finalmente lo encuentro y abro en silencio antes de palidecer ante el intruso.
   Allí, sobre mi cama, oculto bajo las sábanas temblando de miedo.

Sueño De NuevoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora