02.

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A Jungkook le costaba centrarse en la carretera, solo tenia ojos para Taehyung.

Miró por el espejo retrovisor y vio su propio reflejo en él. Su sonrisa se ensanchó iluminando su cara con aquella expresión de felicidad que lo acompañaba toda la semana. Sin saber por qué, recordó las palabras que Jackson le había dicho en Boston. «Nuestro destino está escrito, y cada paso que damos nos acerca más a él».

Jungkook no creía en el destino; pero, si los últimos ciento cincuenta años habían sido el precio a pagar para poder llegar hasta Taehyung, habían merecido toda la jodida pena.

—¿Va todo bien? Estás muy callado —preguntó al cabo de un rato.

El doncel no había pronunciado una sola palabra después de entrar en el coche, limitándose a mirar el paisaje a través de la ventanilla.

—¿Ah? —dió un respingo, estaba tan ensimismado en sus propios pensamientos que la voz de Jungkook logró sobresaltarle.

—¿Por qué estás tan nervioso? ¿Te preocupa algo? —se interesó él. Un sentimiento de inquietud se alojó en su pecho.

—No estoy nervioso.

—Puedo oír tu corazón —dijo en tono condescendiente. Tomó su mano y besó ésta, para a continuación dejar la misma reposar sobre su muslo sin soltarle.

A Taehyung se le encogió el estómago al ver la expresión preocupada de Jungkook. Se sintió un completo idiota. Allí estaba, con el chico de sus sueños, a punto de emprender un maravilloso viaje en el que podrían estar juntos día y noche, y él solo podía pensar en si encajaría en su mundo. En si lo aceptarían o lo verían como un aperitivo, cuando era evidente que eso no parecía preocuparle a Jungkook. Le sonrió y se obligó a abandonar aquellos pensamientos negativos.

—No es nada, en serio. Es que me siento un poco extraño con todo lo que está pasando. El viaje, tu familia… Un mundo donde ser vampiro es lo normal... Es un tanto impresionante.

Jungkook le acarició el pulso de la muñeca con el pulgar.

—Supongo que es lógico que te sientas así —dijo él. Hizo una pausa y frunció el ceño, pensativo—. Es posible que te esté forzando a dar este paso. Quizá necesites algo más de tiempo —señaló en tono vacilante.

Entrelazó sus dedos con los de Taehyung y lo miró con aprensión. El doncel movió la cabeza, rechazando esa idea.

—No. Quiero acompañarte y quiero conocer a tus padres. Y hablando de tus padres, ¿Cómo son? Quiero decir… ¿Son normales? —no pudo reprimir la pregunta.

Jungkook tuvo que contener una carcajada que quedó reducida a un pequeño hipido.

—Normales, lo que se dice normales... no son —respondió, apretando los labios para no reír.

Él entornó los ojos, captando la mofa implícita en su respuesta.

—Obviando lo evidente, Jungkook —replicó.

Él no dejaba de observarle. Taehyung le parecía tan sexy, inteligente, encantador y lo hacía sentirse tan malditamente vivo. Atrajo de nuevo su mano a sus labios y volvió a besarle. El murmullo de la sangre corriendo a través de sus venas era como música para sus oídos, y el deseo de beber de ésta seguía siendo un punto ardiente en su pecho. Sin embargo, comenzaba a acostumbrarse. Intentaba ser cuidadoso y se alimentaba con bastante frecuencia; sobre todo de sangre humana. No pensaba descuidar ningún detalle. Él estaría a salvo a su lado en todos los sentidos.

—Tae, tu concepto de lo que es normal, creo que dista mucho del mío. No sé qué decirte. Pero puedes estar seguro de que te gustarán —le aseguró convencido. Taehyung asintió sin apartar la mirada de él—. Y tú les gustarás a ellos, lo sé —añadió, adivinando sus dudas.

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