Vigilando a la presa

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Entramos esta vez uno al lado del otro al gran salón que más bien, tenía apariencia de granero... con muchas cajas y mucho espacio. Los soldados estaban sentados en una ronda nuevamente a la cual Ghost se dirigió sin demora para sentarse al lado de... ay... el estadounidense que vino con él. Sopa, una cosa así.

No puedo seguir teniendo ansiedad social en un grupo de hombres mayores soldados de un ejército... o bueno sí.

Me acerco lentamente sin saber bien a dónde sentarme y para mi suerte, todos estaban tan enfocados en tomar y charlar que podría tomarme mi tiempo para elegir un asiento. A ver, Ghost ya había tomado lugar al lado de... Sopa. Entonces... veo a Rodolfo y voy junto a él y compañía.

Me siento al lado de Rodolfo, a mi otro lado estaba un hombre bastante calmado por lo que sería sencillo estar allí.

—Eres letrada, ¿verdad? —me dice Rodolfo.

—¿Por? —pregunto desorientada al ver que unos cuantos se ríen incluyendo el coronel Vargas que estaba a 3 personas de mí. Luego, veo el vaso de alcohol que estaban haciendo rotar. —Ah... —digo y nos reímos entre unos cuantos. —No se preocupen, no voy a tomar por ahora... —digo y todos fingen molestia y preguntan por qué no tomaría.

Si les explicara a ellos la razón sería la peor situación del universo. Pero la verdad es que ya llevo mucho esto sintiéndome demasiado... necesitada, da asco, pero al ovular es algo que no puedo controlar.

—No se dan cuenta de que es una niña, cabrón? —pregunta Alejandro y los intriga.

—Tengo más de 20 años, señor. —sonrío incómoda

—Y yo más de 40. —susurra en forma de broma.

Uff... BASTA.

—No se crean, yo sí tomo —empiezo a explicar. —Es solo que aún no digerí la comida... —miento rotundamente, ya eran las 17 de la tarde... hasta tenía hambre de nuevo.

Todos asienten con la cabeza al entenderme.

En la ronda se hablaban de temas en los que no me podía meter mucho por falta de experiencia pero que sin duda eran muy interesantes. Cuando estaban por llegar a un punto del tema demasiado... fuerte, podía notar como retrocedían para no oscurecer el ambiente.

Cuando empiezo a hablar de mis experiencias en mis antiguas escuadras, los chicos me miran atentos y preguntan más cosas con mucha curiosidad. Varias de las preguntas iban relacionadas con el hecho de ser una mujer en el ejército, pero yo respondía con el mejor humor posible. Empecé a hablar de mi fuerza y habilidades que entrené desde los 14 al saber que esa sería mi vida en adelante.

—¿Y por qué no te quedas en una sola escuadra? —pregunta Alejandro con cierto tono de sospecha. Yo miro para un costado y dudo en responder.

—He sido calificada como una de las mejores secretarias por varios años. Al terminar el trabajo con una escuadra, me despego totalmente de ella dejando atrás toda información relevante sobre la misma excepto por su nombre, señor. —respondo.

—¿Y por qué es que te despiden? —Pregunta con un tono más serio.

—Eh... —quedo casi anonadada con sus raras preguntas —Nunca fui despedida, señor. Pero tampoco puedo darle información sobre cómo culminaron ciertos contratos, o cómo salí de algunas de las escuadras, señor.

Alejandro me mira serio como si esperara a que caiga en una especie de trampa...

—¿Pero nunca has estado en batalla? —Pregunta Sopa haciéndome volver a mí misma.

—No... siempre limitaron mi puesto a trabajar en informaciones, redacciones y finanzas... —miro hacia abajo. —Lo adoro, con toda mi alma, creo que es lo que mejor se me da, pero de todas formas... —una vez más mis ojos miran a la mesa mientras juego con mis manos y luego sin querer se van a los ojos muy atentos del coronel Alejandro. —Pero ehm—aclaro mi garganta mientras agarro el vaso con alcohol y lo acerco a mi boca.

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⏰ Última actualización: Nov 12 ⏰

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Mexican Trouble [Una historia con Alejandro Vargas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora