Tres

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Capítulo 3: El primer encuentro

El siguiente día comenzó con la misma rutina

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El siguiente día comenzó con la misma rutina. Me desperté temprano y me preparé para el entrenamiento. Sey ya estaba despierta, sentada en su escritorio y escribiendo en un cuaderno. La curiosidad me picó, pero decidí no preguntar. No quería parecer entrometido.

—Buenos días —dije mientras me dirigía al baño.

—Buenos días, Ran —respondió Sey con una sonrisa rápida antes de volver a concentrarse en su escritura.

Durante el desayuno en el comedor de la residencia, Sey y yo encontramos una mesa libre. Mientras comíamos, no pude evitar preguntar:

—¿Qué escribías esta mañana?

Sey se sonrojó ligeramente y bajó la vista a su plato.

—Solo algunas cartas a mi familia en Argentina. Me gusta mantenerlos al tanto de lo que hago aquí.

Me sorprendió su respuesta. No había considerado lo difícil que podría ser estar tan lejos de casa, especialmente en un lugar tan diferente como Japón.

—Debe ser difícil estar lejos de tu familia —comenté.

—Sí, un poco —admitió Sey—. Pero también es emocionante. Esta es una gran oportunidad para mí. En Argentina, el voleibol no es tan conocido como aquí. Ser parte de este equipo es una oportunidad increíble para mejorar y aprender.

—Entiendo. ¿Tu familia te apoya en esto?

Sey sonrió y sus ojos se iluminaron con el recuerdo.

—Mi mamá siempre me ha apoyado. Ella jugaba voleibol cuando era joven, y siempre me animó a seguir mis sueños. Mi papá... —Sey hizo una pausa, como buscando las palabras adecuadas—. Él no estaba tan de acuerdo con que viniera. Creía que era una locura dejar mi país para jugar voleibol en otro continente. Pero mi hermano mayor, Federico, me ayudó a convencerlo. Federico siempre ha sido mi mayor apoyo. Tiene 20 años y también jugaba voleibol, aunque ahora está más enfocado en sus estudios universitarios.

La escuché atentamente, sintiendo una mezcla de admiración y envidia. Mi familia siempre me había apoyado, pero nunca había sentido esa misma pasión y unidad que Sey describía.

—Debe ser genial tener ese tipo de apoyo —dije, sin poder evitar una nota de melancolía en mi voz.

Sey pareció notar mi tono y me miró con simpatía.

—¿Y tú? ¿Tu familia te apoya?

—Sí, claro —respondí rápidamente, aunque no pude evitar que mi voz sonara un poco vacía—. Mi papá fue jugador de voleibol, así que siempre quiso que yo siguiera sus pasos. Pero a veces siento que me presiona más de lo que me apoya.

Sey asintió, como si entendiera perfectamente.

—A veces los padres solo quieren lo mejor para nosotros, aunque no siempre sepan cómo demostrarlo.

Terminamos el desayuno en un silencio cómodo, cada uno perdido en sus propios pensamientos. El entrenamiento de ese día fue intenso, pero me sentí más enfocado y determinado que en días anteriores. La presencia de Sey, su historia y su entusiasmo parecían haber encendido una chispa en mí.

Después del entrenamiento, mientras guardábamos nuestro equipo, Sey se acercó a mí.

—Ran, gracias por hablar conmigo esta mañana. Me hizo sentir más en casa.

—No hay problema, Sey. Es bueno conocer a alguien nuevo y compartir nuestras historias.

Sey me sonrió y por un momento, sentí que algo dentro de mí se desbloqueaba. Tal vez, solo tal vez, esta nueva etapa no sería tan mala después de todo.

Esa noche, mientras intentaba dormir, mis pensamientos volvieron a la conversación de la mañana. La historia de Sey me había impresionado profundamente. Su determinación para perseguir sus sueños a pesar de la oposición de su padre y las dificultades de estar en un país extranjero me hacía reflexionar sobre mis propias luchas. ¿Estaba realmente dando lo mejor de mí? ¿O había dejado que el miedo al fracaso me frenara?

El siguiente día trajo una sorpresa inesperada. Durante el entrenamiento, el entrenador Yamamoto nos informó que tendríamos una competencia interna para decidir las posiciones en el equipo. Sey y yo, ambos jugando de punta, tendríamos que competir directamente.

El ambiente se volvió tenso inmediatamente. Los demás jugadores observaban con una mezcla de curiosidad y expectativa. Sabían que Sey era buena, pero también sabían que yo tenía más experiencia en el equipo. La competencia sería feroz.

Sey y yo nos preparamos para la primera ronda de ejercicios. El entrenador nos dividió en dos equipos y nos hizo practicar recepciones y saques. Podía sentir la tensión en cada movimiento, cada mirada evaluadora de nuestros compañeros y del entrenador.

Cuando llegó mi turno para sacar, respiré hondo y lancé el balón al aire. Con un movimiento rápido y decidido, golpeé el balón con fuerza, enviándolo al otro lado de la red con precisión. Hubo un murmullo de aprobación, pero mi atención estaba fija en Sey, quien se preparaba para su turno.

Sey se movió con una gracia y determinación que no había notado antes. Sus saques eran rápidos y precisos, y su habilidad para recibir y devolver el balón era impresionante. Cada punto que marcaba era una declaración de su talento y dedicación.

Al final del entrenamiento, estábamos todos agotados, pero el entrenador no había dado aún su veredicto. Nos miró a todos y anunció:

—Mañana continuaremos con la competencia. Quiero ver más de lo que pueden ofrecer.

Mientras guardábamos nuestro equipo, Sey se acercó a mí nuevamente.

—Ran, sé que esta competencia es difícil para ambos, pero quiero que sepas que te respeto mucho. Jugar contigo es un honor.

—Gracias, Sey. Siento lo mismo. Que gane el mejor.

Nos dimos la mano, sellando una tregua temporal. A pesar de la competencia, sentía que estábamos empezando a construir una amistad basada en el respeto mutuo.

Esa noche, antes de dormir, pensé en lo que Sey había dicho sobre su familia y su viaje. Su valentía me inspiraba a ser mejor, a superar mis propios miedos y dudas. Por primera vez en mucho tiempo, me sentí emocionado por el futuro, ansioso por enfrentar los desafíos que vendrían.

Remate Al Corazón ' Ran TakahashiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora