«Sentir»

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«Te odio... Pero cuando te veo en el campo de batalla me haces sentir cosas que jamás había sentido en mi vacía alma, no se lo que sea, pero no quiero dejar de sentir.»

El sonido de las espadas chocando entre ellas resonando como un eco, la oscuridad dominaba en el manto del cielo los gritos de guerra sonaban por todas partes, plumas blanca volaban libremente por el campo de batalla la sangre carmensi y obsidiana se fusionaban entre ellas en ese baño de sangre; esparcido en la tierra cadáveres de demonios y diosas.

La batalla entre los dos clanes más fuertes de todo Britania estaba fuera de control, todo era un caos. El odio entre ambas razas no acababa nunca, la luz contra la oscuridad, el ying contra el yang, demonio contra diosa. Nunca iban a poder congeniar jamás, cada uno queriendo demostrar quienes son los más fuertes entre las cinco razas, la arrogancia era el mayor de los pecados de ambos clanes. Y aunque llegaran a pensar que esa guerra era sin sentido sus líderes jamás le permitirían parar.

Viendo con sus ojos de obsidiana la imagen que le entregaba su visión le llenaba del único sentimiento que conocía; la crueldad. Con una expresión ilegible el príncipe de los demonios veía el baño de sangre que había a su alrededor sintiéndose sumamente extasiado, era un completo señor de la guerra. Amaba la visión que tenía, la emoción que le daba ver esa cantidad de sangre derramada y los cadáveres del clan de las diosas tirados bajo sus pies.

Con el liquido carmesí goteando por su espada Meliodas apoyo su pierna izquierda en la punta de una colina, viendo el panorama que tenía. A pesar de que le encantaba entrar a la batalla y ver los cuerpos sin vida de sus enemigos caer, ya no le daba la misma sensación: oscuro, sádica y maliciosa. Eso lo estaba haciendo enojar mucho, en el campo de batalla era el único lugar donde empezaba sentir cosas, que por unos instantes su alma vacía se llenaba de los deseos oscuros que sentía, pero desde hace tiempo no sentía nada... Otra vez.

Ese vacío le estaba molestando mucho, a pesar que cuando estaba con su hermano menor sentía algo en su vacía alma, pero no sabía definir que cosas llegaba sentir cuando estaba con Zeldris. Su padre le enseño que las emociones eran un estorbo que alguien como el no necesitaba sentir, nada más debía ser lo que su padre veía que era; un asesino. Tenía que admitir que matar diosas no le molestaba ver su sangre en su espada le encantaba.

La primera vez que sintió esa sensaciones fue cuando apenas era un niño había asesinado a su primera víctima la sensación y el sentimiento del sadismos y la crueldad le había fascinado dejaba de ser un cascaron vacío se llenaba de ese oscuro sentir más que nunca, se había vuelto adicto a esa emoción. Le hacía olvidar por un momento que era la marioneta de su padre.

Por eso le enojaba demasiado que ahora pelear no era suficiente para llenarlo, había intentado de todo desde pelear contra los diez mandamientos como por tener sexo con unas cuantas súcubos y vampiros, nada lo llenaba, nada lo satisfacía se sentía otra vez como un cascarón vacío y todo tenía una culpable.

Esa maldita diosa era la única culpable.

Desde la primera vez que la vio se quedo hipnotizado, su cabello plateado parecía un manto lunar volando alrededor de la dulces facciones de su rostro, sus ojos azules que era una danza de iris ese tono como el mar y brillantes como la estrellas, su piel de porcelana la hacía ver tan frágil, y su cuerpo que lo provocaba de manera que ninguna mujer o hombre lo había hecho, era una belleza esa diosa era la definición de la belleza hecha mujer.

Pero pelear con ella le hizo conocer el verdadero éxtasis, la sensación de dolor le fascino nadie jamás lo había hecho sentir dolor, esa sensación la había encantada. Su heridas derramando su sangre manchando su exquisita tez nívea, escupiendo sangre de vez en cuando por la boca pintado esos carnosos labios de carmesí. Ella era primera de su clan que le daba una batalla real ni siquiera Mael que era el más fuerte de su clan le dio tanta pelea como ella. Los dos buscaban una cosa y era ver la sangre del otro o matarlo en un instante. Y pesar de que ambos se estaban agotando ninguno iba a parar hasta que el otro muriera, solo se lograron detener por las exigencias de su gente.

Bloody Ellie era fascinante, y había llenado su alma de una manera inimaginable.

Pero desde esa batalla ya nada lo llenaba y todo por culpa de esa maldita. Un suspiro lleno de frustración salió de sus labios cerro lo ojos por un momento, hasta que sintió una suave caricia por su nariz. Abrió los ojos y bajo su mirada viendo que la causa de esa caricia era una pluma tan blanca como la nieve. Sintió una extraña sensación, un sentimiento que jamás había, pero le hizo subir por instinto la mirada uniendo su vacía mirada oscura a unos hechizante ojos áureos con triple espiral en ellos.

Tan etérea como la recordaba y tan poderosa como siempre. La princesa Elizabeth, la única hija de la Deidad suprema. Y la causante que sintiera esa molesto vacío de nuevo. Su largo vestido blanco estaba todo cubierto de sangre, sangre que sabía que no era de ella.

Se nota que le hace honor a su titulo.

Sus miradas no se separaban ni un solo momento los dos estaba quietos esperando que el otro lanzara el primer ataque. Esa sensación oscura volvio a invadir a Meliodas rasgando lo por dentro arrastrándose para volver a ver la sangre de la dama manchar su delicada piel. Y por la mirada que ella le lanzaba deseaba como nunca ver la sangre de el, los dos tomaron con firmeza la empuñadura de sus espadas.

Parecía como si todo los demás hubiera desaparecido, que nada más fueran ellos dos en el campo en el campo de batalla nada más importaba solo desean una solo cosa; sentir, volver a sentir soltar por un momentos su mascaras y que ambos volvieran a llenarse de esa sentimiento que era desconocido para ambos. Olvidar que tenía la carga de sus clanes, que ambos eran dos almas solitarias, que para sus padres solo era sus armas para matar al enemigo.

Eran tan iguales, pero a le vez tan diferentes.

Meliodas se había dado cuenta de algo el no era el único que había sentido algo en su última pelea, no sabía como no sabía por que, pero leyendo la mirada de la princesa de la diosas deseaba volver a llenarse de esos oscuros sentimientos.

Ella también lo extraño, como el la extraño a ella.

Se lanzaron a pelear buscando un solo objetivo no matarse entre ellos, no complacer a sus padres, no para llenar de orgullo a su clan, si no para volver... A sentir.

¡Hello!, esperó que le haya gustado mucho este One-Shot.

Saben yo a la vez veo que Meliodas y Elizabeth son tan iguales como a la vez son tan diferentes, por que para mi ellos pasaban por los mismo eran dos alma solitaria que solo eran herramientas para sus padres, que jamás podían permitirse ser libres por ser los herederos se sus clanes. Para mi opinión ellos no empezaron amarse y algunas vez tuvieron que haber peleados entre ellos, por eso que creo que a pesar que aún no se amaban, llenaban ambos un vacío que odiaban tener y como que los dos les hacían olvidar por un momento ese vacío.

¡Espero que le haya encantado! ♡'・ᴗ・'♡

One-Shot Nanatsu no taizai Donde viven las historias. Descúbrelo ahora