«Luna»

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“Luna, ¿Quieres ser madre?, y no encuentras que el te haga mujer”

Un manto de estrellas cubría completamente el firmamento dándole una belleza al cielo nocturno esperando la llegada de la reina que gobernaba en la noche. En la cima de una montaña cerca del risco había una estatua de una mujer que tenía dos pares de alas, un largo cabello, una expresión llena de serenidad y con una corona de flores; la diosa de la luna, la creación y la magia. Frente a la estatua de la diosa, una mujer de una tribu gitana estaba arrodillada frente a ella miraba la estatua con anhelo deseando que pudiera cumplirle su deseo.

Extendió sus manos al frente con lágrimas en sus ojos y mirando hacia el horizonte como la luna llena tan etérea como siempre surgía con gracia, iluminando la tierra su pura luz plateada protegiendo a los mortales que la adoraban, velando sus sueños y protegiéndolos de la oscuridad

—¡Oh monarca de la luna y las estrellas!—Exclamó la mujer hacia el firmamento—¡Tu reina que protege a todos con tu luz sagrada! ¡Que los guías en la oscuridad! ¡Cuidando con amor y devoción!— La gitana abrió sus ojos mostrando sus lágrimas —¡Preséntate ante mi, tu fiel devota que tiene un deseo que pedirte señora mía!.

El brillo de la luna aumento ante la oración de la mujer se volvió tan intenso como el sol obligando a la gitana a cerrar los ojos. Abriendo de nuevo los párpados no vió nada por un momento pensó que lo había imaginado todo pero alzando su mirada vió algo impactada vio algo místico. Una mujer, pero no era cualquier mujer era la dama más hermosa que había visto sus ojos, su largo cabello plateado brillaba como las estrellas danzado como las olas, su piel era tan inmaculado como la nieve, la facciones de su rostro era tan hermosas sin ninguna imperfección, dos pares de alas se agitaban por los cielos manteniendo la en el aire, lo único que no podía presenciar era el iris: sus ojos níveos brillantes tan intensos como la luna.

La diosa que ni los mismos poetas saben cómo describir su etérea belleza.

—¿Quién me aclama?— Su voz aunque sonaba como la caricia de los pétalos de una flor, pero imponente y resonaba como eco —¿Quien es la mujer que reza por mi llena de tristeza?— La gitana saliendo del trance de la fascinación, se levantó y clamo con desesperación.

—Yo señora mía, tengo un deseo que quiero pedirle— La diosa lunar miro a la joven esperando su deseo —Estoy enamorada de un gitano, pero el es de la tribu calé y quería saber si usted gran soberana de la luna, podía concederme el deseo de desposarlo mi señora.— Pidió con desesperación la joven.

—Te concederé a tu hombre de piel morena hija mía.— Exclamó la diosa, haciendo sonreír a la gitana —Pero a cambió de cumplir tu deseo, quiero que me entregues el hijo primero, que lo engendres a el.— Los ojos de la mortal se llenaron de duda.

¿Valía la pena tener que entregar a su primer hijo por ese deseo?, nunca volvería a ver a su hijo. Pero si no lo hacía jamás iba a poder casarse con el hombre que amaba, como era de tribus diferentes jamás podrían estar juntos solo se podían casar con personas de su misma tribu, pero si aceptaba la diosa luna iba encontrar la forma para que las tribus aceptarán iba a ser un matrimonio bendecido por ella.

—Esta bien.— Aceptó decidida ante la petición de la luna.

—¿Estas segura querida?, jugar con sentimientos tan fuertes como el amor es peligroso, si vuelves aceptar tendrás que abstenerse ante las consecuencias que eso cause.

One-Shot Nanatsu no taizai Donde viven las historias. Descúbrelo ahora