Arrogancia

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—¿Me recuerdas una vez más por qué estoy haciendo esto? —Eren avanzaba a pasos torpes mientras Armin lo tiraba del brazo hacia el patio.

—Ese chico no merece ser tratado tan mal, deberías disculparte.

—Ah, no. No, no, no —Frenó. Aún costándole un poco, logró que Armin diera un paso atrás para no caer al detenerse —. Nunca dijiste eso. Yo no pienso hacer eso.

—Claro, claro, sí —se dio la vuelta para mirarlo a los ojos, y le trasmitió un especie de orden desde sus ojos —. No te disculparás, Eren, solo le dirás cosas bonitas. Muy bonitas.

—¿Cómo qué? ¿Que puede aspirar a más? —Armin pareció sonreír algo esperanzado —Claro, el traje de personal de limpieza de un hotel no le quedaría tan bien como el de un Burger King, pero... ¿Qué?

El rubio suspiró. ¿Cuánto tiempo más tenía que aguantar a su amigo actuando así? Él no solía ser así.

Es decir, sí, Eren resultaba ser bastante orgulloso, rozando lo egocéntrico para los amigos más íntimos: sin embargo, era impresionante que eso nunca lo hubiera hecho una persona menos respetuosa o cariñosa. Y ahora actuaba como si todo tipo de sonrisa y mirada de compresión se perdiera ante la presencia del chico que pintaba los murales en el patio con sus compañeros.

Sí, Eren solía meterse mucho en problemas en la adolescencia, al punto que lo había visto cambiar de escuela cuatro veces y había logrado verlo con la pistola que su padre ocultaba bajo la mesa de luz para asustar a quienes buscaban golpearlo por X o Y razón. Algunas noches huía de su casa, otras solamente no lo hacía porque nunca llegaba. Pero el Eren adulto que él conocía nunca había perdido ese brillo que le decía a todos "Cuéntame"... Y ahora, veía en sus pupilas una especie de competencia interna, donde jugaba a adivinar en cuál lugar dolía más el choque verbal. Volvía a ver a ese muchacho perdido que nunca creyó encajar, y perdió de vista a ese hombre que era la pieza faltante de un futuro: ese futuro que Armin quería compartir con todos los que quería.

Pudiera ser que fuera eso, que el rubio solo quería ver a ese dulce Eren Jaeger que entró a la Universidad de Derecho, no al Eren Jaeger que salía contando sus moretones en los baños de la escuela.

También pudiera ser que aquello fuera un deseo egoísta, y que el viejo Eren fuera un "Eren feliz" para el nuevo Eren, pero seguía pensando que no era sano para ninguno de los dos.

Lo miró con desaprobación, y tomó aire antes de soltarlo.

—Eren, sé que no te cae bien y que esto es difícil para ti porque me contaste que él te trató mal primero —El castaño se cruzó de brazos, asintió sin decir ni una sola palabra —, pero esto va más allá de lo que crees que realmente pasa, ¿tú no querías ser un abogado conocido? Bue...

—Lo seré, quizás antes de que me gradúe —Interrumpió, alzando el dedo como si estuviera contando el dato más interesante del mundo.

—Sí, sí, entonces, ¿cómo te quieres hacer famoso? —Eren abrió la boca, pero Armin volvió a hablar —No respondas, es retórica. La ley es también un juego de intereses. Quizás muchos potenciales clientes se pierdan si ese chico habla de lo mal que ves al arte como dedicación, ¿me entiendes?

Eren se quedó callado, pensando cada palabra.

—No funciona, Armin, dame más fuerte —contestó desinteresado —. Es obvio que es un juego de intereses, es por eso que lo profesional no se mezcla con lo personal. Yo no pienso hacer vista gorda a un buen caso de un artista, porque a mí no me da pena que pierda el poco dinero que gana luchando por el pobre reconocimiento de derechos de autor de una madera llena de colores —el contrario bufó, indignado por tales palabras —. En cualquier caso, no hay porqué preocuparse, no son potenciales clientes, son monedas en el piso.

—Eren, te quiero, pero, ¿no crees que ya has ido muy lejos con aquel chico?

—En eso concuerdo, vamos a decirle que pinta bonito, que la siguiente clase ya empieza —Se adelantó.

Armin volteó indignado antes de alcanzarlo.

¿De verdad solo había hecho todo eso porque Eren deseaba que le dieran la razón?

Y es que no era broma, de verdad fue hacia al chico más bajo, que se encontraba a la sombra de una pared, pintándola, le tocó el hombro al de pelo negro, y volteó, y Eren le dijo algo, y... ¿Están acaso llevando una conversación normal?

No, espera, ya están peleando de nuevo.

Y no le quedó de otra, se acercó a parar cualquier enfrentamiento que pudiera darse mientras fuera posible.

—¿Arrogante? ¿Eso quisiste decir, idiota? —Levi había adoptado de nuevo esa posición de fuerza frente al castaño.

—Deja de hablar como si supieras lo que quiero decir, eso sí que es arrogante, lavaplatos —Rió, y tampoco quitó su sonrisa cínica de su rostro cuando el más bajó solo miró alrededor antes de volver a dirigirse a él—¿Qué pasa, amiguito? ¿No encuentras a Gru?

—Agradece que la cuatro ojos se encuentra por allá porque ya te hubiera metido todas tus leyes por el culo.

—Pobre de ella de estar con un arrogante como tú, es una chica realmente agradable —se volteó —Vámonos, Armin, que ya me duele la espalda.

El rubio volteó a ver al más bajo, quien solo siguió lo suyo.

—Realmente lo lamento —murmuró.

—No te molestes, ya me ando acostumbrando.

—No lo hagas —se acercó. Aunque alzó su mano, dudó en posarla en el hombro ajeno, que aún no lo miraba —... Mi amigo no es malo —Levi volteó, con una expresión que daba mucho a entender ese "¿Me tomas el pelo?", y Armin se puso nervioso —. Es decir, contigo sí, lo noto. Pero no es así todo el tiempo, ¿sabes? Quiero decir, cuando tú no estás...

—En serio, no te preocupes —dirigió todo su cuerpo hacia el rubio.  No le sorprendió ver que era un poco más alto que él también —. Tu amigo es un dolor de culo, no hay nada que pueda arreglarlo.

—Pero lo digo en serio. Hace mucho que no lo veía así de... Arrogante. Es decir, el siempre fue alguien amable y empático —miró al castaño a la lejanía, que aunque estaba muy enojado por la situación, lo esperaba mientras fumaba un cigarrillo en la entrada —... Me pregunto qué es lo que ve en ti.

—Nada bueno, de seguro —cruzó los brazos mientras lo miraba también.

—Quizás solo se siente amenazado por tu presencia —Levi alzó una ceja —. Ya sabes, él cree que tú fuiste muy rudo con él la primera vez que se cruzaron, puede que esté tratando de hacerte huir, es su zona de confort.

—¿Cómo?

—No quiero hablar mucho de eso, es personal... Lo que quiero decir es que, no eres tú, es él. Y él en el fondo lo sabe, no debería ser así de infantil —El azabache asintió —. ¿Cómo empezó esta vez?

—Me dijo que pintaba bien, le dije que sí sabía y empezó a describirme como un arrogante —Armin rió.

—No es capaz ni de dar un halago, ¿ah? Eso sí es arrogante.

—Ni que lo digas —Logró ver como el castaño sacaba el tercer cigarrillo. No era que le importara su salud, pero no evitó pensar en lo dañino que resultaban tres cigarrillos en una conversación tan corta.

Cuando Armin fue a donde Eren luego de despedirse, lo vio con una mirada sumamente perdida en la nada —o en el todo— y se veía frustrado, casi adolorido. Aún sostenía un cigarrillo apagado en sus labios y su teléfono estaba desbloqueado en alguna búsqueda de Google. Cuando volvió en sí, miró a su amigo con un rostro parecido a la agonía interna y dijo, sin importarle que el cigarrillo cayera sin cuidado al suelo:

—Yo le dije algo lindo, lo que pasó después no es mi problema. Él es arrogante, me cae muy mal—Se limitó a guardar el teléfono en su bolsillo y ocultarse en su flequillo antes de caminar adentro del edificio —Se nos hace tarde, apúrate.

Armin no prestó atención a ninguna clase y no pudo responder correctamente ni una sola pregunta, porque la forma en lo que Eren dijo y en la que miró se contradecían infinitamente, y ese recuerdo vibró en su cabeza fuerte y bajo hasta que pudo dormirse.

¿Hace cuánto no oía a Eren usar la palabra "arrogante"?

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⏰ Última actualización: Oct 07 ⏰

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