El sol de San Francisco brillaba intensamente sobre la preparatoria. Era un día como cualquier otro, lleno de estudiantes yendo de un lado a otro por los pasillos, charlando y riendo mientras se dirigían a sus respectivas clases.
Meilin Lee caminaba perdida por los interminables pasillos de la institución en un intento por buscar su próximo salón de clases. Era su primer año en la preparatoria, puesto que su familia se había mudado recientemente a la ciudad por cuestiones del trabajo de sus padres.
A pesar de que ella era una persona bastante extrovertida y tenía una personalidad segura la mayor parte del tiempo, estando completamente sola en un lugar nuevo con gente que no conocía le arrancaba por completo esa seguridad.
La preparatoria era un mundo nuevo y horriblemente desafiante, y la idea de tener que adaptarse a un entorno tan nuevo y diferente le revolvía el estómago y le daba dolor de cabeza con solamente pensarlo.
Sus ojos iban y venían entre el horario entre manos y los números de los salones, buscando desesperadamente alguna señal de que estaba en el camino correcto. Por lo cuál, al estar tan ocupada revisando una y otra vez la pequeña hoja en sus manos y tratando de ubicarse en la enorme escuela que desconocía completamente, no se dió cuenta de que estaba caminando exactamente hacia otra persona que venía caminando frente a ella, lo que terminó con un impacto inesperado que la sacó de sus pensamientos.
Mei chocó de lleno con otra persona que también estaba distraída –la única diferencia, era que que esta última estaba demasiado distraída en su celular como para prestar atención en su camino–. El golpe hizo que la otra persona se tambaleara, mientras que la pelirroja, con menos suerte, perdió el equilibrio y cayó de espaldas al suelo. El impacto la dejó momentáneamente aturdida, y peor aún, completamente avergonzada, pues se dió cuenta de que algunas personas que pasaban por ahí le dirigían miradas extrañas o risas mal disimuladas, lo que la hacía sentir peor.
—¡Ay por Dios, lo siento tanto! —exclamó la persona que hizo que Mei cayera al suelo, con sincera preocupación en su voz—. Fue mi culpa, perdóname. Déjame ayudarte.
Mei levantó la vista y se encontró con una chica rubia de ojos azules ligeramente agachada que le ofrecía una mano para ayudarla a levantarse. La chica tenía una expresión de preocupación genuina en su rostro, lo que ayudó a Mei a sentirse un poco menos avergonzada. Aceptó la mano y, con la ayuda de la rubia, se puso de pie.
—Gracias... —dijo Mei, intentando recuperar la compostura—. No te preocupes, también fue culpa mía, no ví por dónde caminaba.
La rubia sonrió, aliviada de ver que Mei no estaba herida.
—Soy Riley, por cierto —se presentó, guardando su celular en el bolsillo de su sudadera—. ¿Eres nueva? Nunca te había visto por aquí.
—Sí, me mudé hace poco —respondió Mei, mostrando la hoja arrugada con el su horario y un pequeño mapa de la escuela dibujado en la parte de atrás—. Estaba tratando de encontrar mi salón, pero este lugar es enorme y estoy completamente perdida, no sé ni a dónde ir.
Riley asintió, comprendiendo la situación.
—Te entiendo completamente, este lugar puede ser un laberinto a veces —dijo con una sonrisa—. Déjame ver tu horario, tal vez pueda ayudarte.
Mei le pasó su horario a Riley, quien lo examinó brevemente antes de devolverle la hoja.
—¡No puede ser, compartimos el mismo salón! —observó Andersen con una sonrisa—. Yo también iba para allá, podemos ir juntas... si tú quieres, claro.
Mei se rió y asintió, agradecida por la amabilidad de Riley.
—Eso... sería increíble —respondió Mei con una sonrisa de alivio—. He estado caminando sola desde que llegué, y la verdad me siento muy perdida. Además, así puedo asegurarme de que no choques con nadie más en el camino.
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So high school
Random"You know how to ball, I know Aristotle" ¿Una reunión de ex alumnos es suficiente para revivir lo que fue un intenso romance adolescente? Desde que se distanciaron después de su graduación de la preparatoria, Riley Andersen y Meilin Lee habían mante...