CAPITULO 4

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¿Dónde estoy?.

No puedo ver nada, solamente oscuridad.

¿Dónde estoy?.

Hay una luz a lo lejos, corro hacia esa luz tratando de alcanzarla. Me acerco cada vez más a ella, la tengo, logre tocarla. La luz se convierte en otra cosa. De repente estoy en otro lugar, puedo ver dos niñas hablando, vestidas con uniformes escolares, una de las niñas voltea. Cabello negro y ojos azules, soy yo, es un recuerdo lo que estoy viendo, ahora me doy cuenta, fue una de las tantas salidas de la escuela, yo tendría al menos unos 7 años, esperaba que el tío Matt viniera por mi y una compañera esperaba también por su familiar.

–¡Skie mira, llegó mi papá!– volteo hacia el hombre y efectivamente había llegado por su hija.

La niña corrió hacia su padre abrazándolo con amor, recuerdo la tristeza que sentí en ese momento pues yo nunca podría hacer algo así, mi padre estaba muerto, yo jamás podría saltar a sus brazos y recibir esos besos amorosos de su parte, jamás podría tener esos bellos momentos padre e hija, sentarme en sus piernas y decirle cuanto lo amaba, esos momentos los perdí en ese accidente, o eso creí.

El recuerdo cambio, ahora me encontraba en una cafetería, recordaba perfectamente este hecho, nos habíamos reunido con unas amigas y mis primas para hablar sobre el baile de graduación.

–Y chicas, ¿Ya tienen vestido para el bailé?– pregunto una de ellas.

–¡Si!, Alix y yo decidimos tomar unos vestidos de mamá de hace mucho tiempo y reformarlos para que se vean más actuales, mamá nos ayudará con eso.

–Me encanta la idea, mi madre me acompaño hace poco por las tiendas ah comprar mi vestido fue muy divertido salir de compras con ella.

–Hacer actividades con nuestras madres siempre es divertido, yo adoro hornear con la mía, es súper divertido y lindo hacer eso con ella.

Me sentí miserable en esa conversación, dios sabía cuánto deseaba yo estar en sus lugares, cuánto anhelaba esos bellos momentos con mi madre, pedirle consejos y que me consolara con palabras y abrazos cuando algo estuviera mal. Su recuerdo y lo que pudimos hacer me dolía en el alma y estás situaciones me recalcaban más día con día, que yo era una huérfana y que por más amor que mis tíos me ofrecieran, nada jamás podría reemplazar el amor de mis padres.

Todo se volvió negro de nuevo y de repente el suelo debajo de mis pies, desapareció. Mi cuerpo cayo al vacío y… Desperté.

Abrí los ojos y lo primero que me recibió fueron unos techos altos de madera, todo estaba muy iluminado y mi cabeza no paraba de palpitar, el dolor de cabeza era constante y yo solo quería que mi cabeza dejara de atormentarme de esa manera. Me encontraba en una sala muy lujosa aunque con un estilo rústico sentada en un sillón que ah simple vista también se veía lujoso,

–¡Hermana!.

Me congelé, un cuerpo pequeño y cálido cayó encima de mi haciéndome caer hacia atrás en sillón–¡Hermana!, ¡Hermana! Que bueno que ya estás aquí, tenía tantas ganas de conocerte–me encontraba en shock, con la poco fuerza que tenia baje la vista hacia el ser que se encontraba abrazándome. Una mata de cabello negro azabache muy largo fue lo primero que vi, el pequeño ser levantó la cabeza y me di cuenta de que era una niña, muy hermosa mejillas rosadas con algunas pecas en su pequeña nariz, pero lo que me hizo sentir como si me hubiera caído un balde de agua helada encima, fueron sus ojos.

Eso ojos.

Tan azules, iguales a los míos. Dios mío esa niña era mi viva copia, era como verme en un espejo–N…no, y…yo no soy tu h…hermana–mi voz salió tan temblorosa y asustada como me sentía.

Lazos de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora