Aquella noche prometía ser una de tantas.
La lluvia caía con suavidad, pero los ocupantes del auto que recorría la carretera solitaria permanecían secos y seguros bajo la protección del vehículo. En el viejo asiento del copiloto, de manera muy tenue, Kim Junkyu tarareaba la melodía de la canción que se escuchaba en la radio, poniendo de buen humor a su novio, Park Jihoon. Ambos regresaban de un merecido viaje de pareja en un pueblito lejos de la caótica Seúl, cosa que solían hacer al menos una vez al mes. El anochecer les había tomado por sorpresa en el camino de regreso a casa, pero aquel tramo de carretera en medio de la nada era el último antes de llegar a las afueras de la ciudad. Pronto estarían en casa, de vuelta a sus ocupadas vidas y a una monotonía a la que estaban acostumbrados.
La canción terminó justo cuando Jihoon dio un ligero giro en una curva, dando paso a unas palabras del presentador del programa de radio. Junkyu emitió un sonido de incomodidad frente a la falta de música, haciendo que Jihoon dejara salir una risita.
—¿Qué pasa? ¿Ya no hay canciones que te ayuden a no pensar en la oscuridad de la carretera?
—¿Qué? Me ofendes —contestó Junkyu con un puchero—. Yo no le tengo miedo a la oscuridad.
Jihoon lo miró con los ojos entrecerrados, dejándole saber que no le creía ni por un segundo. Junkyu puso los ojos en blanco ante el gesto de su novio. Sabía que solo estaba bromeando, pero no evitaba que tuvieran ese tipo de "discusiones".
—Tranquilo, es solo este tramo oscuro y pronto estaremos en Seúl —le aseguró el mayor acelerando—. Si quieres, puedes dormir un momento.
Junkyu asintió, recostándose contra el asiento y apoyando su cabeza en el vidrio de la ventana, dispuesto a echarse una pequeña siesta. El auto se sumió en un profundo silencio y Jihoon miró de reojo al menor, una sonrisa tenue se dibujó en su rostro al observar el rostro pacífico y suave del chico que dormía junto a él. En serio necesitaban aquel viaje, se dijo Jihoon a sí mismo concentrándose en la carretera iluminada únicamente por las luces frontales del auto. Junkyu trabajaba y estudiaba al mismo tiempo para poder subsistir, y el rubio no podía dejar de sentirse como una carga al no poder conseguir un empleo. Mudarse de la casa de sus padres no había sido sencillo, más que nada porque tanto sus padres como los de Junkyu no aceptaban la relación entre ambos, obligándolos a crecer muy rápido y hacerse responsables de sus vidas a la corta edad de diecisiete y dieciséis.
Ahora, ocho años después, las cosas habían mejorado notablemente. No todo el mundo les había dado la espalda, por suerte. Sus amigos los apoyaban cada que podían, y Corea del Sur había progresado enormemente los últimos años con respecto a los derechos de las parejas homosexuales, habían legalizado la adopción para parejas del mismo sexo hace muy poco y, por lo que habían escuchado, el matrimonio estaba a nada de ser una realidad.
Jihoon intentaba convencerse de que las cosas no estaban tan mal, podían permitirse este tipo de viajes y uno que otro lujito que atesoraban como el auto y la PlayStation de segunda mano que tenían en la sala de su pequeña casa, pero la realidad era que cosas no estaban resultando bien, económicamente hablando, pero se tenían el uno al otro y lograban sobreponerse ante las adversidades. Todo iba a mejorar, se repetían mutuamente sin que el otro se enterara.
Unos diez minutos más tarde, a lo lejos, las luces de la entrada a Seúl se veían como pequeños puntos de color blanco, pero aquello le devolvió la respiración a Jihoon. En secreto, el chico también se sentía intimidado por tanta oscuridad alrededor. El presentador de la radio anunció una vieja canción de K-Pop que comenzó a sonar alegremente y Jihoon se encontró moviendo la cabeza al ritmo de esta. Por un minuto se sintió tentado de despertar a Junkyu, pero eligió concentrarse en el camino que tenían por delante. Mientras más rápido condujera hacia la ciudad, mejor.
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innocence ; [treasure AU]
Terrorla sonrisa más inocente oculta el corazón más oscuro.