Culpabilidad forzada

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—Mamá —susurré mientras entraba en la habitación—. Hola, no te muevas ya voy yo.

Mi abuela le acomodo la almohada en la cabeza y mi madre hizo una mueca de dolor que la sentí hasta yo. Mi madre no sabía que Megan ya tenía a su nieto entre brazos, pero era mejor para que no se alterara. 

Clavé mi mirada fija en la herida de mi madre. Era... tenía... no lo podía explicar. Se me revolvió algo en el estomago y se me llenaron los ojos de lágrimas. 

—Estoy bien —dijo como pudo, tanto como le permitía su cuerpo después de todo—. Enserio mi niña, no te preocupes.

Acarició ligeramente mi mejilla con las yemas de sus dedos mientras yo cerraba los ojos disfrutando el tacto de mi madre. 

Iba a ser fuerte, no iba a dejar que mi madre viera mi debilidad. Me mostraría fuerte y lucharía hasta el final para que ella estuviera bien. Ella lo era absolutamente todo para mi y imaginarme una vida sin la mujer que me dio la vida no entraba en mis planes. Yo quería crecer de su mano, cumplir mis sueños y que ella estuviera ahí aplaudiendo cada triunfo mio. Nunca me dejo tirada, siempre me apoyaba y me daba toda la energia que necesitaba para impulsarme hacía adelante. 

Alguien pico a la puerta y mi abuela le pidió que pasara. 

Cuando le vi me quede paralizada. Pensaba que se había ido, y no solo de mi vida, si no también que ese puñetero hospital.

—¿Se puede? —dijo Marcos con un ramo de flores en la mano—. Señora Walker, como me alegro de verla. Chloe estaba muy angustiada, pero yo ya le dije que todo iría bien.

Y un poco más y también me manda a la mierda. 

Se acerco y me dio un beso en los labios mientras yo seguía inmóvil en frente de mi ex pareja.

—Ya sabes que eres uno más en esta familia chico —le dijo mi abuela con una sonrisa—. ¿Estas bien cielo? Estas muy pálida.

Mire a mi abuela y luego a Marcos. El muy aludido me sonrió y yo estaba llena de rabia. 

—Perdona abuela, me he mareado un poco —me giré y mire fijamente al chico que estaba a mi lado—. ¿Me acompañas un momento a fuera?

—Claro, princesa. 

Salí furiosa de la habitación y casi ni le di tiempo a cerrar la puerta porque le enfrente con la mirada.

—¿Tu de que coño vas Marcos? ¡¿Me pudes explicar porque no te has ido?! —le golpeé varias veces el pecho para desquitarme de toda esa rabia que llevaba—. ¡Eres un imbécil! ¡Un manipulador! ¡Juega con lo que quieras desgraciado, pero con mi madre no!

Me cogió ambas muñecas para que dejara de golpearlo. Yo me retorcia para que me dejara. Tenía demasiada rabia y necesitaba pagarla con él, porque se lo merecía más que nadie.

—¡Te puedes tranquilizar! —me gritó mientras yo seguía intentando golpearlo por todas partes—. Tu no me puedes dejar, preciosa. Recuerda, eres solo mía y tienes que entender que me he equivocado. Pero como no estas dispuesta a dejar de ser una niñata inmadura y olvidar todo lo que ha pasado, yo tengo que seguir haciendo esto. 

Empecé a llorar desesperada para que me dejara. Agaché la cabeza y empecé a sollozar con fuerza, tanta que el pecho me empezaba a doler. Marcos me cogió con más fuerza cuando vio que me temblaban las rodillas amenazando en fallar y tirarme al suelo. Él me cogió de la barbilla y yo me intenté apartar bruscamente, pero era más fuerte que yo. 

—Chloe, nena, tu a mi no me puedes dejar, ¿entendido? —yo no podía parar mi llanto y él me estaba haciendo daño, y no solo por dentro—. No me puedes dejar. Porque, ¿sabes qué? Que tu mami se llevaría una gran decepción si se entera que él chico con el que su hija lleva tres años la ha dejado por ser una niñata. Dime, ¿que le podria pasar a Olivia si se entera, eh? Le podría pasar algo muy grave nena, y tu tendrías la culpa.

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