El recluta avanzaba con cautela por los pasillos del castillo, sintiendo el peso de las monedas de oro ocultas en su cinturón bien escondidas que la sobrina del rey se las había entregado con solo una condición: su silencio. Pero el misterio solo alimentaba su inquietud y sus preguntas. ¿Dónde había ido la duquesa? ¿Era su primera fuga o había escapado antes sin ser descubierta? La tentación de informar al rey lo asaltaba, pero el reciente soborno lo mantenía en silencio. No quería arriesgar su reputación ante la radiante y aparentemente pura dama del reino.
Por un instante, dudó de su 'pureza'. Una mujer como ella era el centro de atención de muchos hombres del reino, no solo por su belleza sino por los privilegios y ventajas de un matrimonio con ella. Últimamente, el rey había concedido a su sobrina demasiadas libertades, ignorando las normas estrictas de la familia real, lo que la había convertido en el blanco perfecto de críticas del consejo real. Estos nobles preferían más a las princesas ya que eran el mejor ejemplo para la realeza.
Estas libertades habían hecho a la sobrina del rey 'la princesa más rebelde del reino' una especie de apodo que solo usaban entre los nobles para referirse a ella, más bien era para burlarse de ella a sus espaldas. Pero eso no quitaba que sí ocultaba secretos que tal vez podría perjudicar a la dama ya que no se sabe mucho de ella, pero ahora sabía que ocultaba algo más.
La curiosidad del recluta crecía, deseando descubrir qué secretos ocultaba bajo su lujoso vestido azulado. Había escuchado murmullos de otros nobles y miembros de la realeza sobre ella, y conocía el poco respeto que le tenían algunos y las razones: no seguir las reglas básicas de una fémina de la familia real. Pero, ¿quién era él para juzgar o prestar atención a los chismes? Solo era un joven recluta que había entrado a trabajar hace muy poco.Intentaba concentrarse en su labor nocturna, buscando una distracción. Una noche de relajación y pasión no le hubiera venido nada mal, especialmente tras su reciente e incómodo malentendido con la duquesa. Recordarlo le provocaba vergüenza ya que había quedado mal en frente de ella. Imaginó que otro hombre podría ya haber conquistado su corazón y hacer suyo aquel cuerpo real. Mientras sus pensamientos divagaban, escuchó voces familiares en un pasillo cercano: dos guardias en descanso.
_¿Por qué razón uno quiere evitar el reino rojo? _preguntó un guardia cuyo nombre había olvidado._Debe ser cosa de familia, quiere mantener la sangre azul _respondió su compañero con tono burlón_.
_Déjate de favoritismos, tal vez cree que el otro reino es demasiado para su 'majestad' _replicó con sarcasmo.
El recluta sentía curiosidad, pero estaba en horario de trabajo y tenía estrictamente prohibido detenerse a charlar. Con esfuerzo, se tragó sus preguntas y continuó con su deber, sabiendo que el deber venía primero, siempre.
_
La madrugada era el reino de los soñadores y los desesperados. Para algunos, una excusa para dormir, pero para otros, una oportunidad para terminar los deberes postergados bajo la luz de luna. En el caso del cañonero, la oscuridad era su confiable aliada. Continuaba afinando su potente cañón, aprovechando cada minuto del silencio nocturno para perfeccionar su obra de arte de combate. Se mantenía despierto de maneras dudosas, quizás con pociones que combatían el sueño pero de todas formas era bastante raro. Apenas notó al intruso que se coló en su área de trabajo; aunque su audición fallaba, sus otros sentidos estaban alerta.
Inicialmente, creyó que sus sentidos le habían traicionado, pero pronto divisó al pequeño constructor mensajero con su pedido desde la aldea.
_¡Donny! ¿Qué haces aquí a estas horas? _inquirió el cañonero, escudriñando la penumbra en busca de un adulto responsable.
_Muy buenas noches, señor cañonero. Vine a entregarle su pedido desde mi aldea. Mi padre no pudo venir, así que me ofrecí. Firme aquí, aquí y aquí -dijo el niño, elevando la voz, consciente de los problemas auditivos del cañonero.
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Los Secretos De La Realeza
FanfictionQue curioso que a la familia entera no le guste que le digan sus verdades.