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NATALIA

Quedaban más de dos meses para que diera comienzo el Campeonato Autonómico, en todas las modalidades, pero los equipos llevaban ya toda la temporada preparándose para ello, pues era la competición más importante y esperada del año, y el boleto de los deportistas de dar el salto a becas deportivas en la universidad o a ligas profesionales con grandes equipos.

Álvaro y yo estábamos en mitad de la clase de Historia cuando por la megafonía del instituto se oyó: "Álvaro Casadó y Natalia Martínez, acudan al despacho del director Puig, con efecto inmediato". Él disfrutando de la siesta y yo escribiendo nuevas canciones que tocar en la guitarra y cantarle a una de las muchas chicas con las que me veía a diario. Ambos salimos de la clase después de recoger todas nuestras cosas, pues era última hora.

—A saber en qué nos has metido ahora para que este nos llame ahora — dije, culpando a mi mejor amigo de haber hecho alguna gamberrada.

—Oye, relájate, que por una vez yo no he hecho nada malo, — se defendió él — si Don Limpio nos ha citado será porque se aburre y quiere amargarnos el día más de lo que ya estamos.

Le habíamos puesto ese mote al director en primero de la ESO, porque no tenía ni un solo pelo en la cabeza, y así le había quedado hasta el momento, en segundo de Bachillerato, aunque ya no estaba calvo porque se había hecho un injerto.

Cuando entramos en el despacho del responsable del instituto, pensando que solo estaba nuestra pesadilla de cada día y que tan solo nos expulsaría por cualquier gamberrada que hubiéramos hecho, nos encontramos a ambos de nuestros respectivos entrenadores, el mío en fútbol y el de Álvaro en baloncesto, frente a nosotros, con los brazos cruzados como si de dos guardaespaldas se tratase.

—Esto sí que no me lo esperaba — murmuró él.

El señor Puig nos ordenó que nos sentásemos y a continuación comenzó a explicar por qué nos había citado.

—Supongo que ambos sabrán el motivo de esta reunión. — ambos negamos — Bien, lo que seguro sí que saben es que se acerca el Campeonato Autonómico, — asentimos — y también saben que, a pesar de ser una competición importante, el rendimiento académico cuenta mucho más para nosotros que el deporte. Por eso mismo los he citado a ambos aquí; las cualificaciones de ambos en este curso han ido en decadencia, llegando hasta el punto de que usted, señor Casadó, solo ha aprobado Educación Física en esta última evaluación celebrada hace dos meses, y usted, señorita Martínez, solo Educación Física y Música. Con esto quiero decirles que, si en la próxima junta de profesores en la evaluación no se percibe una evolución notable en vuestras notas, ambos quedarán fuera de las respectivas convocatorias para la competición — explicó, Álvaro iba a responder, llevado por la ira, pero lo frené.

—Yo me ocupo. — dije yo— Director, entrenadores, realmente no me parece una decisión correcta para el bienestar de los equipos. Como capitanes, nuestro deber es liderar al equipo, tanto en competiciones importantes como en las que no, y el equipo nos necesita. Jordi, soy la única centrocampista natural que tienes ahora mismo, Carla y Aitana están lesionadas; y Marc, sabes que Álvaro es el mejor tirador del equipo y también es increíble defensivamente, y es algo que será necesario en el Autonómico. — argumenté.

—Natalia, las normas son las normas. — respondió mi entrenador — Además, por mucho que seas la capitana nadie es irremplazable; tengo jugadoras suficientes como para prescindir de ti.

—No serás capaz de pasar de la fase de grupos sin mí.

—Cíñase a aplicarse en los estudios y a aprobar o, si sigue con ese tonito, — intervino el director — me veré en el deber de expulsarla del equipo. — no podía creerme lo que estaba diciendo; ¿echarme del equipo?, ¿a mí? — Eso también aplica para usted, señor Casadó.

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