SIETE

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Me apena cuando tengo que dejar morir a un personaje, por accidente o en una solitaria habitación de hospital, que en el fondo es lo mismo, o que el dure siempre tan poco. A veces, cuando me siento culpable, rescato a algunos personajes, les doy una vida más pequeña en otro cuento, les escribo algún poema sin que nadie lo sepa. Creo que Dios hizo algo parecido conmigo. 

Y me pregunto el porqué de tanto tiempo a solas, el porqué de tanta ausencia necesaria. Cuando pienso en el resto de personas del mundo, con sus vidas, con su ir y venir de allá para acá, con sus planes de futuro, sus muebles y sus casas a plazos, hablando de trabajo, de política o de fútbol, no entiendo cómo pueden vivir sin la escritura, sin la lectura al menos. 

La chica de la cámara de fotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora