good girl for rosé ✧ chaelisa

O2 ๋࣭ buena chica.

Han pasado unos minutos desde que ambas extranjeras entraron en su habitación y Lisa se siente sofocada cuando Rosé la ata con una corbata que solían usar en la escuela secundaria. El amarre es lo suficientemente apretado en las muñecas de Lisa pero cuenta con el largo suficiente para amarrarse a la cabecera de la cama y darle espacio para girar su cuerpo si es que Rosé lo necesita.

—Mmmm... Lisa no creí que verte tan sumisa me calentaría tanto, parece que
naciste para esto— la mencionada está abierta de piernas y con sus manos firmemente sometidas y a Rosé le encanta la sensación de poder que esta situación le da. Rosé puede ver la vulva de Lalisa empapada de dulces jugos que está dispuesta a tragar, pero antes Rosé quiere jugar con ella.

Lisa suelta un jadeo alborotado cuando Roseanne azota su pecho derecho y se posiciona a horcajadas de ella, y su mano va a su pecho izquierdo. Rosé suspira, le encantan esas inquebrantables montañas y le encanta más lenarse la boca de ellas, así que lo hace. Lisa cierra las piernas en un intento de saciar las palpitaciones que empiezan a intensificarse en su clítoris pero una palmada en los muslos hace que los separé nuevamente.

—No vuelvas a cerrar las piernas, yo decido cuando te liberas, sé una buena chica para Rosie —Lisa ya no sabe qué hacer, se encuentra terriblemente excitada y no puede hacer nada, justo como ella quería. —Dime Lalisa ¿por qué quieres ser tratada así en el sexo? ¿Acaso te aburre cogerme?

Lisa toma una respiración antes de comenzar, no cree ser capaz de formar alguna oración coherente para responder a las preguntas de Rosé, no cuando se empieza a mover encima de ella y siente la tela del pantalón de su novia rozando en su estómago.

—Me encanta follarte, meterte los dedos. Pero amor mío, por una vez quería que me demostraras esa personalidad mandona e irresistible en la cama. —la australiana sonríe ante su respuesta, pero lo que dice la tailandesa a continuación la hace fruncir el ceño.—Follame duro.

Roseanne no soporta que Lisa le de órdenes, así que ni corta ni perezosa hace aterrizar su palma en la mejilla de Lisa quien jadeó sintiendo la humedad resbalar entre sus piernas, la cachetada fue lo suficientemente dura para hacerla sentir lágrimas en las esquinas de sus ojos pero lo suficientemente placentera para sentir su vagina rogar por ser penetrada.

—No me puedes pedir nada, Manoban. Deja de ser una insolente si no quieres que te deje esa bonita cara amoratada, y no quiero complacerte tan rápido.

Con eso Rosé se baja de su regazo y bajo la atenta mirada de su novia atada a la cama se desviste lentamente, comienza por su camisa de botones que no cambió al llegar a casa y continúa con el short que reemplazó a una falda entubada. Queda en brassier negro y braga a juego, una lencería sencilla pero lo suficiente para encender a su pelinegra favorita.

—Si quieres un orgasmo, tendrás que ganártelo, Manoban. Me has irritado con tus exigencias.

Lisa asiente rápidamente mientras Rosé deja a la vista sus pechos al deshacerse de su brassier que ahora se encuentra en el suelo de la habitación. Camina hacía la cama y Lisa pasa saliva al ver que no se detiene a su altura, si no que sigue hasta que su cabeza entre sus piernas, su rostro está tan cerca de esas bragas que puede oler la excitación de su novia y ahora se da cuenta que no es la única que disfruta de la situación.

—Arreglatelas para mover mis bragas, quiero que me chupes y que lo hagas bien. —Con esa última frase, Rosé baja sus caderas aún más y siente la respiración de su sumisa directamente en su vulva. Por otra parte, Lisa estira la cabeza y toma un costado de la tela entre sus dientes y trata de moverla para después intentar meter su lengua en los pliegues mojados de Roseanne, pero le es imposible por lo ajustada que está la ropa interior y la australiana comienza a impacientarse.