Domador de bestias [BKDK]

Capítulo dos

El pecoso corre a toda velocidad, entre arbustos, piedras y troncos evitando retrasarse con cualquier obstáculo, pues un gran dragón plateado lo sigue rompiendo todo en su camino.
De la nada, otro dragón mármol entre blanco y rojo sale por su izquierda se lanza a tirarle una mordida, Izuku lo esquiva y ahora son dos dragones que lo siguen. La persecución incrementa con otros dos dragones rodeando por completo a Izuku, mantiene la mirada en los cuatro dragones con su respiración agitada, observa para ver quién atacará primero y lo hace el más pequeño obteniendo un escape para librarse supuestamente. Pero uno vuela y lo sujeta con sus patas como si eso no fuera suficiente se unen los otros tres para volar arriba de los árboles y lanzarlo entre ellos, se escuchan nada más los gritos del peli verde. Cómo era de esperarse uno no lo pudo atrapar comenzando a descender, de la nada un dragón blanco brillante tornasol lo captura para bajarlo, el mayor de la camada. Lo regresa a tierra firme, los demás lo siguen y uno trata de sujetar nuevamente con el hocico. Pero la blanca les gruñe ferozmente a sus hermanos. Odia cuando lo tratan así porque son muy descuidados con Izuku.

—Gracias, Niebla. —Agradece mientras la acaricia.

La dragona lo sujeta con el hocico y se lo lleva a su nido, se acuesta rodeándolo para que no salga.

Izuku se ríe porque siempre trata de encerrarlo con su cuerpo para cuidarlo. Los dragones son una raza que crece muy rápido así que esos pequeños bebés que conoció hace cinco meses están llegando a la edad reproductiva.
Al no alejarse de ellos se dio cuenta de todo el proceso y como él siempre fue parte de su círculo lo miran como un integrante más de su familia. Lo respetan al nivel de su madre, o sea, en la cabecita de esos dragones creen que Izuku es su papá, por eso lo corretean en un intento de jugar donde ellos aún no han notado lo pequeño que es, ahora Izuku que ya no puede cargarlos y aún intentan sentarse en sus piernas cuando ahora lo pueden fracturar, ellos según muerden de manera juguetona cuando ya lo pueden partir en dos. Niebla protege a su papá es la única que ha sido consciente de lo que está pasando, siempre ha sido la más madura al punto que ya vivió su primer celo es todo una señorita.

—Izuku, hijo ¿Estás aquí? — Pregunta una voz femenina, los demás dragones se le repegan emocionados.

—Mamá, estoy con Niebla.

La dragona levanta la cola para que Inko mire a su hijo y pueda entrar escapando de los revoltosos.
—De nuevo fuiste capturado por esos piñines, te dije que fueras mano dura, ahora te usan a su gusto. 

—No puedo ser algo que yo no sé.— Dice Izuku apenado por su mala disciplina.

Inko suelta una bocanada de aire antes de continuar.
—Mi niño, encontre otro huevo —menciona con tristeza — ya no sé si es de la madre o de Niebla. Pero el punto es que están pariendo la pura caraza, esto significa que necesitan a su macho es momento de llevarlos a la tierra de los dragones.

Izuku la mira incrédulo y su sonrisa se borra y siente un gran vacío en su pecho.
—Pero madre...

—Se que los quieres mucho y que son importantes para ti—interrumpe—  pero no son de estas tierras, necesitan estar en su naturaleza donde tengan su alimento, donde tengan las plantas adecuadas para que puedan anidar, Izuku ¿qué es esto? — Sujeta una gran bola de papel que está a su lado, además de cartón y telas que forman el nido de Niebla, esta hecho con varias cosas antinaturales para un dragón.

—Es lo que hay...

—No Izuku, la estás forzando de esta manera. Si los amas dale lo mejor aunque eso signifique que no estarán a tu lado. No son tus dragones. — Los ojos del pecoso se cristalizan, los dragones son sus únicos amigos y no lo discriminan por no tener magia. Inko sujeta sus mejillas —Se que es difícil, pero lo superaremos juntos, como siempre lo hemos hecho.

Ambos se dirigieron a casa para alistar sus cosas de viaje, porque se dice que todo ciclo tiene un fin. Izuku aún estaba inseguro, esos dragones no están acostumbrados a otros dragones, así que teme por su sobrevivencia.

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Naty Bemon 🫀