Nada que ofrecer

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Si Izuku se describiera a sí mismo, comenzaría a detallar una enorme lista de todos sus defectos o agradecería sus logros a otra persona. Él no tiene confianza en sí mismo, él es así.

Un Alfa inútil.

Tan inútil que fue acosado desde los pañales hasta la preparatoria por su mejor amigo, tan inútil que no tenía ciclo de calor estable, tan inútil que sus colmillos eran lo suficientemente pequeños como para no poder marcar a un omega, además de ser un poco más bajo del Alfa promedio. Su apariencia no era la mejor, un cabello crespo y verde como las algas de agua dulce llenas de clorofila, y, para una sociedad donde el estándar era un piel perfecta, clara y limpia, él era un desastre con las pecas en sus mejillas junto a sus ojos grandes, el último rasgo no era bien visto en Alfas por cierto.

Izuku era feo, demasiado afeminado para ser un Alfa y con una débil voz. Ningún Omega se quedaría con él y formaría una familia para él.

Además, lamentablemente, se convirtió en huérfano y adquirió un montón de deudas que tenía pendientes con la clínica que alojó los últimos suspiros de su madre. Sí, era tan desafortunado en esta vida, el mejor guerrero de Dios y el que la suerte pocas veces miraba. Pero los lamentos no sirven de mucho, por lo tanto, Midoriya estaba haciendo lo mejor que podía para sobrevivir y salir del círculo de pensamientos negativos en el cual cayó.

Se iba a esforzar al máximo.

Midoriya cogió una la caja de suministros y comenzó a cargarla para rellenar los estantes en la pequeña tienda de conveniencia en la cual trabajaba. Uno a uno ordenó las botellas de agua para luego anotar la cantidad en el inventario, como solo eran dos trabajadores en esta tienda, él se destacaba en múltiples funciones simples: registrar lo que ingresa del proveedor, las ventas y servir de servicio al cliente junto a su compañero que casualmente faltó el día de hoy.

Posiblemente despidan a Denki, aquel muchacho rubio y alegre que era del agrado de Midoriya por su buena calidad de optimismo, pero, sinceramente, ya no podía justificar su ausencia tan seguido como antes. Denki se quejaba abiertamente de la mala paga, sabía eso pero tampoco podía hacer mucho al respecto. Si perdía a otro compañero, sería una verdadera lástima.

Terminó de llenar el registro del nuevo inventario y lo dejó junto todos los documentos que siempre revisaba el contador en uno de los cajones del mueble junto a la caja. Dio un suspiro largo, miró todo a su alrededor y se sintió orgulloso de sí mismo al terminar de limpiar todo a tiempo para abrir. Se secó el sudor de su frente con un pañuelo maltrato que tenía en su bolsillo y fue a abrir las puertas de la tienda.

El transcurso de las primeras horas fueron bastante tranquilas, su jefe no apareció hoy nuevamente, al mediodía día los estudiantes llenaron el lugar y a las dos de la tarde se permitió comer probar bocado a escondidas rápidamente antes de nuevamente llenar los estantes con productos y limpiar las máquinas de refrescos respectivas.

Las puertas se abrieron nuevamente y Midoriya soltó el trapeador para correr rápidamente a la caja.

—¡Bienvenido! —saluda Midoriya con una sonrisa, como siempre bastante apurado como para notar la cara del cliente. Toma un respiro y levanta la mirada para distinguir el tipo de cliente que es el sujeto que está frente a él para asesorar en su compra. Observa el rostro y lo sabe, posiblemente lo que tiene frente a sus narices sea el Omega más atractivo que sus ojos van a ver—. Ah, yo…

Cuando comienza a titubear, sabe que es su fin. La persona frente a él es grande, desprende una fragancia cítrica sin llegar a la acidez, vacilando en lo dulce y embriagante hasta encajar en la característica de un Omega, tiene una gargantilla adornando su cuello y unos ojos dispares tan hipnóticos y grandes como si mantendrían el nacimiento de las estrellas en uno y la decadencia de un supernova a una estrella de electrones en otro. Su figura estaba oculta por su gran abrigo y su rostro de corazón se veía tan pequeño en comparación a su cuerpo.

Era tan bonito.

—Oye, ¿Estás bien? —Midoriya está sin palabras, bueno, en realidad tiene muchas palabras atrapadas en su garganta sin coordinarse para salir decentemente. El rostro del Omega bicolor se acerca y Midoriya chilla cuando es olido— Uhm… ¿Alfa? Sí, pareces ser uno. Bueno, Alfa, tienes un problema en tus pantalones, ¿sabes?

«¡¡Maldición!!»

El rostro del Alfa recesivo se contrae y torna tan rojo que es la viva imagen de un volcán a punto de explotar.

—¡Lo siento, lo siento! ¡Lo siento mucho! —se disculpa de forma escandalosa, moviendo sus manos, dividiéndose entre cubrir su rostro o su entrepierna— ¡No era mi intención! ¡Lo siento, de verdad!

El Omega parpadea con tranquilidad, apenas muestra alguna expresión y retrocede un paso hacia atrás.

—¡No te voy a hacer nada, no te asustes! ¡Ay, lo siento!

—No, no es eso —dice el Omega, pausadamente mientras coloca su dedo índice y pulgar en su mentón—. Lo siento yo, quizás es mi culpa, es algo natural así que no te sientas culpable.

El Omega ingresa, pasa de lado al Alfa recesivo y se dirige al sitio de las leches y yogurt de fruta. Es una respuesta natural escoltar al Omega, observar y estar atento a él; Midoriya no puede evitar ese instinto.

—Estoy en celo, así que preferiría que no me sigas con esa cosa parada entre tus piernas —comenta el Omega mientras le da la espalda, siendo tan directo que Midoriya se avergüenza más.

—Lo siento.

Midoriya aprieta su camiseta y la estira para cubrir su virilidad adolorida.

—Olvídalo, piensa en mí como si no existiera.

Midoriya asiente y se resigna, camina tan extraño como un pingüino hasta ir al otro pasillo y buscar su trapeador abandonado, todavía tiene las mejillas rosadas y mira el trapeador antes de darle cachetadas a su mejilla, está demasiado nervioso y realmente no puede ignorar la presencia del bonito Omega intruso.

[...]

Comentarios adicionales:

Estoy experimentando...

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⏰ Última actualización: Jul 09 ⏰

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Amor de rico |DKTDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora