II

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Jisung adelantó al increíblemente guapo hombre de negro y siguió esquiando por aquella pista que era como una montaña rusa y que siempre la llenaba de satisfacción.
A media pista, se paró en seco y, tal y como le gustaba hacer, miró hacia atrás para deleitarse ante lo que acababa de bajar.
El desconocido se paró a su lado.

—¿Preocupado por mí?

—No me habías dicho que eras todo un experto.

—No. Tampoco me lo has preguntado—sonrió el desconocido.

Era cierto.

—¿Hacemos una carrera hasta el final?—propuso él

Jisung se moría por decir que sí, pero sabía que no debía hacerlo.

—Hacer una carrera fuera de pista no es una buena idea.

El desconocido rió

—Y yo que creía que eras un chico duro.

—Soy un chico duro, pero no estúpido.

—Estoy seguro que te mueres por echar una carrera-insistió el desconocido acercándose a él— Te desafío.

Lo que más le gustaba a Jisung en el mundo eran los desafíos y jamás había dicho que no a uno. Aunque muchas veces se había metido en líos por dejarse llevar, había aprendido hacia mucho tiempo a no reprimirse.

—Te vas a enterar— contestó mirando a su alrededor para cerciorarse de que estaban solos.

El desconocido sonrió encantado.

—Eso es un sí?

—Por supuesto—contestó Jisung lanzándole un beso al aire y avanzando sobre la nieve.

Iba esquiando a toda velocidad y lo oía justo detrás de él. En un abrir y cerrar de ojos, el desconocido se situó a su lado y juntos deslizaron sobre la nieve blanca a toda velocidad durante un buen rato.
Por fin, Jisung consiguió despegarse un poco y decidió apretar en la última curva para ganarle.

Es mío, ya es mío

En aquel momento, sonó su radio, y con un gran suspiro, no tuvo más opción que pararse a contestar.

—Adelante— le dijo a la base.

—Un esquiador ha desaparecido fuera de pista en la cara norte, entre Surprise y la Endiablada. Sus amigos dicen que no tiene suficiente nivel como para estar fuera de pista y no responde a sus gritos. Jisoo me ha dicho que estás por ahí.

—Sí, estoy en la Endiablada. Me voy a dar una vuelta entre los árboles para ver si lo veo.

—Yeonjun también va para allá.

Yeonjun ocupaba actualmente su antiguo puesto, el de director de la patrulla, y amaba la montaña tanto como Jisung.

Jisung volvió a guardarse la radio en el cinturón y miró hacia los árboles haciéndose un esquema mental de por dónde podía buscar al chico. Al instante, recordó que no estaba sólo y se giró hacia el guapísimo desconocido.

—Lo siento mucho, pero tengo que ir a buscar a un esquiador. Dejamos la carrera para otro momento.

El desconocido de negro asintió y, muy a su pesar, Jisung se adentró a los árboles, una zona extremadamente peligrosa porque los troncos estaban muy juntos unos de otros y había más de treinta centímetros de nieve virgen.
Jisung conocía la montaña como la palma de su mano y consiguió salir del bosque sin problema. Ahora se encontraba en la cara norte de la montaña, junto a un cortado que daba a un valle, en un terreno en el que no se podía esquiar.

ᙃᥱ⳽ᥱo [ɱιɳʂυɳɠ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora