Una nueva mañana en la que los pajaritos cantaban y la brisa proveniente de la playa de Motril hacía pensar en ponerse una manga larga. No hacía frío para una sudadera, pero tampoco calor para una camiseta de manga corta; era un clima extraño. Tan extraño como la mente de la ucraniana, que giró su mirada de la almohada hacia la ventana, pensando en abrirla para ventilar la habitación.Acto seguido, se tapó los ojos con el brazo para no quedar medio ciega por los rayos de sol que chocaban contra la ventana de su maravillosa habitación, ubicada en el piso superior de la casa de los Hodar Feixas.
Nunca se había parado a pensar que, posiblemente, tenía la mejor habitación de toda la casa. Paredes blancas y suelo de parquet claro, su cama a la derecha de la puerta de entrada y un escritorio al lado opuesto, es decir, a la izquierda, con su silla preparada para pasar horas estudiando. No le apasionaba mucho estudiar, pero tenía las típicas cosas de una habitación, como un armario empotrado gris más grande que un planeta, sin exagerar, lleno de proyectos de la universidad en la parte superior y cosas inútiles que no tenía donde meter. Era como el basurero de Ruslana.
Se inclinó hacia la ventana para abrirla y ventilar el lugar cuando le llegó una llamada de Martin preguntando si podía pasar por su casa a recoger unos trabajos de clase que había dejado allí un día después de una fiesta. No era plan de ir cargando con ellos a su casa, que estaba muy lejos, y además, iba de alcohol hasta las trancas, no podía ni caminar sin tambalearse. Cómo olvidar esa noche, fue la primera en la que sintió que pertenecía a él, que pasara lo que pasara, estarían siempre juntos, y así fue desde entonces.
Habían quedado en salir a comer ya que tenía que pasar por su casa. La chica se preparó con uno de sus outfits habituales: camiseta blanca con el logo de su banda de rock favorita, Måneskin, unos vaqueros normales azules y unas Nike Jordan rojas a juego con su pelo, además de collares, anillos y pendientes.
—Entonces no le has vuelto a hablar —preguntó Martin, sorprendido.
—No es que no le haya vuelto a hablar, Martin. Es que esta situación me parece tan absurda. Ella claramente prefiere a Violeta, y yo estoy de más, así que no creo que esto sirva de mucho más —explicó a su amigo, que estaba atento a la conversación mientras bebía su Coca-Cola sorbo a sorbo—. He decidido alejarme, aunque sea por un tiempo.
—Pero ella no te dijo que, aparte de Violeta, también le gustabas tú?
—Sí, eso me dijo, pero es como si tampoco me buscara. No siento que sea muy importante para ella —respondió Ruslana, un poco cabizbaja, mirando a todos lados menos a su amigo.
—Anda ya, Rus, quítate eso de la cabeza. Me habla de ti cada segundo. Mira, el otro día quedé con ella para simplemente tomar algo, igual que estamos hoy tú y yo, y estuvo toda la conversación hablando de "ay, esto le gusta a Ruslana", "ay, si estuviera aquí Ruslana", "ay, Martin esto", "ay, Martin lo otro" —Martin, que es muy buen imitador, imitó a Chiara con esa vocecilla suya tan característica y mona, no solo imitando su voz sino también sus gestos, lo que hizo que Ruslana soltara una risita y esbozara una sonrisa—. Me empezó a dar un poco de cringe incluso, ya sabes cómo soy con el amor.
—Pero si tú con Juanjo eres un meloso —replicó Ruslana.
—No es lo mismo nuestra relación que la vuestra, que ni siquiera sé si se puede llamar relación —defendió Martin—. Piensa que, claro, le gustaría poder llamar a lo que fuera que tienen una relación, pero de momento, hay lo que hay, solo hay que confiar.
—¿Algo más? —rió la pelirroja.
—¿Cómo que algo más? ¿Sabes cuánto duró la conversación? Estuvimos dos horas allí sentados, pues una hora y media o una hora y cuarenta hablando de ti. Dio para mucho —dijo su amigo, sacándola de su burbuja de enamorada, dándole otro sorbito a su Coca-Cola.
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-Entre celos y corazones-
RomanceEn la ciudad de Granada, Ruslana y Violeta, dos primas inseparables, se preparan para un reencuentro emocionante. Sin embargo, su reunión toma un giro inesperado con la llegada de Kiki, una chica que despierta emociones que marcarán un antes y un de...