Renuncio por ti

¡Bienvenido, Padre Augusto!

Dalila se encontraba en la vasta y silenciosa biblioteca de la universidad, rodeada de estanterías repletas de libros que contenían conocimientos ajenos a su mundo. Fingiendo buscar un volumen en particular, en realidad estaba ordenando sus pensamientos y planeando su próximo movimiento. Toda su vida había sido una persona sin empatía, egoísta, solo preocupada por su secta. Nunca había convivido con gente del exterior y, por ello, no sabía cómo acercarse a Seraphina y ganarse su confianza hasta enamorarla. Observando a los estudiantes que pasaban a su alrededor, notó la facilidad con la que interactuaban, algo que le resultaba completamente ajeno.

Finalmente, una idea comenzó a formarse en su mente. Sabía que debía actuar con rapidez, pero la presión de la secta y sus propios sentimientos emergentes la paralizaban. Las actividades extracurriculares se presentaban como la excusa perfecta. Seraphina colaboraba con todas las festividades del campus. Se la pasaba ayudando a organizar eventos, cocinar para las celebraciones y entretener a las niñas. Era la cuartada perfecta para acercarse a ella sin levantar sospechas. Dalila estaba al tanto de la llegada del padre Augusto, era de suponerse que harían una fiesta de bienvenida, sería el momento perfecto para acercarse a ella.

Al día siguiente, ella se levantó emocionada, pues era el inicio de su nuevo plan; Luego de arreglarse, fue caminando a buscar a la Directora para poder inscribirse en la lista de ayudantes. En el camino, se encontró con las alumnas de Seraphina, quienes le estaban organizando una mini sorpresa adelantada por su cumpleaños.

—Niñas, que hacen?— Preguntó Dalila, quien ya sabía de lo que se trataba aquel asunto.

—Le queremos dar una sorpresa a la miss Seraphina, la siguiente semana es su cumpleaños y queremos agradecerle por siempre cuidarnos.— respondió una de las pequeñas.

—Se ve que la quieren mucho.

—Si,— Contestó una pequeña de vestido blanco y pelo naranja, una de las niñas que siempre estaba con Seraphina, aquella niña a penas tenia tres años.— Es como nuestra mamá.

Las palabras de la menor le provocaron una sensación extraña de vacío en su pecho, algo que hace mucho no sentía. — Y si les ayudo? yo también quiero sorprenderla. — Sugirió ella al arrodillarse y estar frente a frente con las pequeñas.

—¡Claro! La miss Seraphina siempre habla de usted, estamos seguras de que le va a encantar.

La expresión de Dalila cambió ligeramente a una sorpresiva, pues no esperaba aquella respuesta; sin embargo, antes de poder decir algo, apareció Seraphina, quien llevaba una bandeja con refrescos para las pequeñas y los demás adultos. Rápidamente, Dalila se levantó del suelo, se acomodó la camisa, el cabello, y se acercó a Seraphina de forma "seductora", que mas bien parecía un coqueteo sarcástico.

—Muy buenos días, Seraphina, debo decir que hoy te ves preciosa.— Comentó ella, con la intención de cortejarla. — A caso te hiciste algo en el cabello? te veo muy diferente, eso te hace ver hermosa... N- no digo que no hayas sido hermosa antes, ni que te ves mejor ahora. —Dijo Dalila intentando explicarse.— Espera, no lo quería decir así, me refiero a que antes eras preciosa, y ahora más, pero no necesariamente por el cambio, es solo que... ngh...

Seraphina, al notarla tan nerviosa, no pudo evitar soltar una leve carcajada, le parecía lindo aquel intento de seducción por parte de Dalila; Dejó la fuente en la mesa y se acercó a ella, dejando pocos pasos de separación.

—Que bueno que lo notaste,— dijo ella— Probé con dejarme un poco corto el cabello, lo ondulé ligeramente para disimularlo un poco, pero no pensé que alguien se daría cuenta.— Al decir esto, no pudo evitar sonrojarse ligeramente.— G- gracias por notarlo.

Tras decir ello, se acomodó el vestido blanco que llevaba puesto y regresó a la parte interna del colegio a terminar de recoger las cosas; Las palabras de Seraphina hicieron que, por unos segundos, el rostro de Dalila se tornara de un ligero rojo, pero eso no la distraería de sus planes.